Rubalcaba, ¿la cara o la cruz de Zapatero?

  • El vicepresidente primero y portavoz del Gobierno es el escudo del presidente del Gobierno, pero de fiel lacayo podría pasar a ser un serio competidor. Rubalcaba ha dado varias muestras de que su ambición es mucha y que sólo él conoce su estrategia.
Alfredo Pérez Rubalcaba (Ilustración de Raúl Arias)
Alfredo Pérez Rubalcaba (Ilustración de Raúl Arias)
Beatriz Toribio

Es el 'número dos' del Gobierno, pero parece el 'número uno'. Ha dado la cara en la crisis de los controladores; fue él quien visitó a las tropas en Afganistán, no ZP ni Chacón; es la voz en la lucha antiterrorista y todos los viernes dicta consigna desde la sala de prensa de La Moncloa. Ha estado presente en todas las crisis de los últimos meses, al igual que lo estuvo en las que ha vivido España en los últimos años de la Democracia: ETA, GAL, 11-M… Y pese a ello su imagen no se debilita.

Todo lo contrario: Rubalcaba sube como la espuma. Es la estrella del momento. Todos miran hacia él. Y es que este cántabro de 59 años tiene esa habilidad: que todos hablen de él mientras apenas pone empeño en ello. ¿Por qué? Porque además de calculador, buen comunicador y astuto negociador –entre muchos otros calificativos–, es sobre todo y ante todo un buen estratega.

Casi nadie se acuerda de que se equivocó al apostar por Trinidad Jiménez en vez de por Tomás Gómez, al igual que lo hizo por José Bono en vez de por José Luis Rodríguez Zapatero en el XXXV Congreso del PSOE. O que en el día de reflexión previo a las elecciones del 14 de marzo de 2004 dijo: "Los españoles se merecen un Gobierno que no les mienta y que les diga siempre la verdad". O de que fue una de las voces del PSOE en la crisis de los GAL debido a su cargo de portavoz del último Gobierno de Felipe González.

Son muchos los claroscuros en su larga carrera política – se afilió al PSOE en 1974 y tan sólo ocho años después ocupó un alto cargo en el Gobierno, en el área de Educación –, pero hoy lo que prevalece es su imagen de gestor y de capitán de un barco (el Gobierno socialista) que se mantiene a flote pese a sufrir serias y continuas tempestades.


'De Rubalcaba nunca hay que fiarse'

Mientras Zapatero mantiene el enigma sobre su futuro político, Rubalcaba encabeza todas las quinielas para sucederle. Él niega que su objetivo sea alcanzar el puesto de su jefe: "Nunca me he planteado ser presidente del Gobierno", decía a Iñaki Gabilondo en la entrevista que le hizo en su último programa en CNN+. Pero si en algo coinciden sus amigos y enemigos es en que 'de Rubalcaba nunca hay que fiarse'.

Y si no que se lo digan a Juan José Millas, que en una entrevista para El País Semanal, sobre la posibilidad de ser vicepresidente Rubalcaba le contestó: "¡Dios mío, volver a La Moncloa! Ya estuve allí y no quiero volver!". Meses después se convertía en vicepresidente y portavoz del Gobierno, además de mantener su cargo de ministro de Interior.

Nunca un vicepresidente había concentrado tanto poder en la democracia española. Rajoy tuvo algo parecido durante unos meses, pero no igual: Vicepresidencia primera más ministro de Presidencia y portavoz del Gobierno.Pero no Interior.


Chacón, su nueva víctima

Quien también puede dar fe de ser víctima de Rubalcaba es la ministra de Defensa, Carme Chacón, otra de las socialistas aspirante a suceder a Zapatero. Hace unos meses su relación era casi tan cordial como la que mantiene el 'número dos' del Gobierno con su amiga Elena Salgado, vicepresidenta segunda y ministra de Economía. Pero en los últimos meses se ha tensado debido a las "ansias de poder" del portavoz del Gobierno.

Según fuentes parlamentarias, entre ambos ha habido un serio enfrentamiento por las intenciones de Rubalcaba de que el CNI (Centro Nacional de Inteligencia) pasara a depender de Interior en vez de Defensa. Rubalcaba aún no se ha hecho con la suya, pero ha dejado en un segundo plano a Chacón al visitar él a las tropas españolas en Afganistán, un viaje más propio del presidente del Gobierno o del titular de Defensa. Carme Chacón se tuvo que conformar con ir al Líbano.

¿Podría jugársela a Zapatero? "Es un hombre sin principios que te defiende lo mismo y lo contrario sin ningún pudor. Eso es lo que le ha permitido llegar a donde está" explica un diputado que ha tenido que lidiar mucho con el ministro de Interior. "Zapatero le ha elegido como escudo, pero ojo con Rubalcaba que te la puede jugar", añade la misma fuente.

"El fin justifica los medios en todas sus acciones" afirma Carlos Floriano, diputado del PP que también le ha sufrido en sus carnes. "No le importa trasgredir lo que haya que transgredir en el Estado de derecho con tal de cumplir con sus objetivos. No tiene respeto por nadie", asegura Floriano.


Experiencia en gestionar crisis

Si en algo coinciden en el PP y en el PSOE cuando se les pregunta por Rubalcaba es en que "traslada la imagen de eficacia". Y es que si hay alguien acostumbrado a manejarse en situaciones de crisis ése es Rubalcaba. Todos los líderes socialistas han recurrido a él cuando se han visto entre la espada y la pared. Fue pieza clave en el felipismo, y ahora lo es en el zapaterismo.

Felipe González le convirtió en portavoz del Gobierno en su última legislatura, en pleno revuelo por los GAL y cuando el PSOE pasaba por sus horas más bajas por el caso Roldán y la corrupción. Ya en la oposición, tanto Almunia como Zapatero le encomiendan diferentes tareas –sobre todo de Comunicación– en la dirección del partido.

Fue el artífice de la Estrategia Electoral para las elecciones de 2004 y quien llevó la voz cantante contra el PP tras los atentados del 11-M.Cuando llega a La Moncloa, Zapatero le coloca como portavoz del PSOE en el Congreso. Y tras los atentados de la T-4, le pone al frente de Interior para gestionar las consecuencias de la fallida tregua con ETA.


Zapatero tira de él por segunda vez

El pasado mes de octubre, Zapatero vuelve a echar mano de él y le convierte en 'número dos' con el objetivo de resucitar a un equipo de Gobierno muy tocado y desgastado por la crisis.Dicho y hecho. Rubalcaba ha servido de parapeto de Zapatero, ha hecho valer su talante comunicador y ha trasladado la imagen de que este Gobierno socialista no está muerto, todavía tiene mucho que decir. Y todo ello sin que se vislumbre un atisbo de cansancio en su rostro.

El mejor ejemplo fueron las ruedas de prensa a las tantas de la mañana por la crisis de los controladores. No había ojeras. "Rubalcaba es una excepción. Es alguien que dedica a la política 24 horas sobre 24 horas", afirma un colega de partido. Quizás en ello influye también la capacidad de resistencia que ha adquirido gracias a su afición por el atletismo –con poco más de 20 años corrió los 100 metros lisos en 10,9 segundos-.


La frase perfecta para el telediario

El pasado viernes hizo de nuevo gala de su dialéctica en otra de las crisis que le ha estallado al PSOE: la Ley Sinde. Ni Zapatero, ni la ministra de Cultura. Fue Rubalcaba el miembro del Gobierno que defendió alto y claro esta ley. Si algo sabe Rubalcaba es buscar esa frase que sabe que saldrá en el telediario o que es perfecta para el corte de radio: "No se va a recriminar a nadie que se baje una película"; "esto no tiene nada que ver con la libertad de expresión" o "lo único que busca esta ley es combatir la piratería", fueron algunas de sus frases más repetidas el último viernes.

Y a Rubalcaba le queda aún una carta que jugar en su favor: la de ETA. Una de sus principales tareas será negociar el final de la banda terrorista. La tarea es difícil aunque la situación es más favorable que en la anterior tregua, donde sus negociaciones fracasaron por el atentado de la T-4. Rubalcaba ha dejado la banda descabezada y más debilitada que nunca. Un éxito en este sentido convertiría al vicepresidente primero y ministro de Interior en un político incontestable y le beneficiaría más a él que a Zapatero. Porque se le vería a él como el verdadero artífice de un eventual fin de ETA.

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