Tailandia no es como la novela "1984", según el portavoz de la junta militar

  • Canela Bangkok, 9 oct.- El portavoz de la junta militar tailandesa, el coronel Winthai Suvaree, ha negado que Tailandia se haya convertido en una distopia como "1984", tal como denuncian los críticos que utilizan la novela como símbolo de su resistencia al régimen.

Gaspar Ruiz-Canela

Bangkok, 9 oct.- El portavoz de la junta militar tailandesa, el coronel Winthai Suvaree, ha negado que Tailandia se haya convertido en una distopia como "1984", tal como denuncian los críticos que utilizan la novela como símbolo de su resistencia al régimen.

"Ellos actúan como en las películas, donde hay sólo una salida, pero Tailandia no es así, aquí hay alternativas", indicó a Efe Winthai, que se convirtió en el portavoz de la junta militar tras el golpe de Estado del pasado 22 de mayo.

El coronel aseguró que el Consejo Nacional para la Paz y el Orden, nombre oficial de la junta militar, está "abierta" para todos aquellos que quieran debatir o hacer propuestas en el proceso de reformas.

Sin embargo, las autoridades han prohibido varias conferencias en la universidad y han advertido de que los académicos y estudiantes pueden celebrar cualquier tipo de simposio, siempre que no traten de política.

Tailandia se encuentra bajo la ley marcial desde la asonada incruenta que, de acuerdo con los militares, evitó una escalada de violencia tras más de seis meses de protestas antigubernamentales en las que murieron 28 personas y cerca de 800 resultaron heridas.

En las primeras semanas, arrestaron a más de 500 personas, incluida la ex primer ministra Yingluck Shinawatra, aunque fueron puestos en libertad a los pocos días, según las autoridades, tras firmar un acuerdo en el que se comprometían a no participar en protestas políticas.

Grupos de disidentes, principalmente universitarios, empezaron a utilizar "1984" y la película "Los juegos del hambre" -y hasta comer sandwiches- como símbolos de resistencia, pero desistieron tras varias escaramuzas y arrestos por parte de los uniformados.

Por un tiempo, "1984" desapareció de las librerías e incluso la revista de una aerolínea aconsejaba a los pasajeros no llevarla al "el país de las sonrisas", como se vende el país en las campañas publicitarias.

El coronel Winthai, de 40 años, se convirtió en el portavoz de la junta militar en virtud de su facilidad de palabra y telegenia, habilidades que le han llevado a participar como actor en cuatro películas sobre el héroe siamés Naresuan.

"Interpreto al hermano menor de Naresuan. Hay mucha acción y tengo que montar a caballo, practicar esgrima y usar armas antiguas. Pero yo hago la película porque es patriótica y habla de la armonía y del amor al país", aseveró el militar en una entrevista en el cuartel general del Ejército en Bangkok.

Winthai, quien exhibe su carisma y conversa con afabilidad, se muestra rotundo con la efectividad de la junta militar: "ahora creo que cerca del 100 por ciento de los tailandeses entienden lo que estamos haciendo tras explicarles la razón y la necesidad" de las reformas.

"La democracia no es sólo elecciones", puntualizó Winthai, quien pidió paciencia mientras el Gobierno encabezado por Prayuth Chan-ocha, el también líder de la junta militar, dirige las reformas antes de celebrar elecciones democráticas, previstas en 2015.

De momento, las autoridades no han revelado en qué consistirán las reformas, aunque los detractores de la junta militar denuncian que el objetivo es afianzar el poder de las élites cercanas a la monarquía y evitar el retorno del ex primer ministro Thaksin Shinawatra, el hermano de Yingluck depuesto en otra asonada en 2006 y actualmente en el exilio.

El portavoz de la junta militar aseguró que, tras la aprobación de la nueva Constitución y la celebración de elecciones, los militares no interferirán en política, aunque reconoció que no puede garantizar que no habrá más golpes militares.

"Es difícil responder eso, nadie querría que eso sucediera, pero es algo que va más allá de lo que yo puedo predecir", espetó Withai, quien lleva dos décadas en el Ejército.

Mientras que Estados Unidos y Europa han moderado su rechazo a los militares golpistas, organizaciones como Human Righs Wath y Amnistía Internacional han denunciado acoso e incluso torturas contra disidentes.

Un caso es el de activista tailandesa Kritsuda Khunasen, quien relató en una entrevista que los soldados le ataron las manos y los pies durante días, le propinaron palizas y le pusieron una bolsa de plástico en la cabeza hasta que perdió el conocimiento.

Otro opositor, el exministro de Educación Chaturon Chaiseng se enfrenta a al menos nueve años de prisión por desacato a una orden de la junta y celebrar una conferencia con la prensa extranjera, por lo que fue acusado de desacato, poner en peligro la seguridad del Estado y violar la ley de comunicación.

Winthai negó rotundamente las tortura y precisó que los cargos más graves contra Chaturon (poner en peligro la seguridad del Estado, castigado con hasta siete años de cárcel) es un litigio con la justicia y no con la junta militar.

El desacato a la junta militar está penado con hasta dos años de prisión.

En su opinión, el mejor argumento a favor del golpe de Estado es que antes había violencia y desorden en las calles y ahora "ha vuelto la normalidad".

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