Todo lo que sube, baja

Emilio López Romero

Nueva York, 5 abr.- Todo lo que sube, baja. Después de un espectacular arranque de año en Wall Street, que llevó a dos de sus indicadores a conquistar cotas jamás vistas, la incertidumbre parece haberse instalado ahora entre los inversores neoyorquinos.

La culpa de los suspiros de los operadores la tiene una tanda de preocupantes datos sobre la evolución de la economía estadounidense que han hecho saltar algunas alarmas, con el decepcionante informe de empleo de marzo difundido este viernes como puntilla final.

El índice menos perjudicado fue el Dow Jones, que agrupa a treinta de las mayores empresas cotizadas de EEUU, y que hoy retrocedió el 0,28 % hasta los 14.565,25 puntos, para cerrar los últimos cinco días con un tímido descenso semanal del 0,09 %.

Peor fueron las cosas en las otras dos referencias de Wall Street, ya que el selectivo S&P 500 se dejó el 0,43 % y terminó la semana con una depreciación del 1,01 %, mientras que el tecnológico Nasdaq bajó el 0,65 % y acumuló en cinco días una caída del 1,95 %.

El primer aviso vino el miércoles de la mano de la consultora Automatic Data Processing (ADP), que advirtió que el sector privado en Estados Unidos creó en marzo 158.000 empleos, lejos de los 200.000 previstos.

Los temores se acrecentaron un día más tarde, tras conocerse que las peticiones del subsidio por desempleo aumentaron la semana pasada en 28.000 hasta situarse en 385.000, su nivel más alto en cuatro meses.

Finalmente el Departamento de Trabajo reveló hoy que en marzo el paro descendió en una décima hasta el 7,6 %, pero con la creación de solo 88.000 puestos de trabajo netos, frente a los 190.000 previstos por los analistas y los 268.000 de febrero.

Aunque el índice de desempleo es el más bajo desde diciembre de 2007, en realidad se debe a que unas 496.000 personas dejaron de buscar trabajo porque las remuneraciones son demasiado bajas, o porque los empleos disponibles no ofrecen beneficios suficientes.

La pobre evolución del mercado laboral hizo saltar las alarmas en los mercados, y deja en un segundo plano otros síntomas que apuntan a una recuperación de la primera economía del mundo, como la mejoría del mercado inmobiliario o la confianza de los consumidores.