Una gran tarde de Morante, Juli y Manzanares reivindica el toreo en Cataluña

  • Juan Miguel Núñez.

Juan Miguel Núñez.

Barcelona, 24 sep.- "Morante de la Puebla""El Juli" y José María Manzanares ofrecieron una gran tarde de toros hoy en Barcelona, con la salida a hombros de los tres en un festejo cargado de emociones y sobre todo de buen toreo, como lo prueba las ocho orejas del marcador.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Núñez del Cuvillo, bien presentados y de juego aceptable. Aplaudidos todos los arrastres, aunque no siempre justificadamente. Por ejemplo, los honores a los toros primero y cuarto fueron sobre todo por fastidiar al torero. En séptimo lugar se lidió un sobrero de regalo, de Juan Pedro Domecq, noble y colaborador.

José Antonio "Morante de la Puebla": pinchazo y media (silencio); pinchazo hondo pescuecero, media y ocho descabellos (bronca); y en el de regalo, casi entera (dos orejas).

Julián López "Juli": estocada ligeramente desprendida y descabello (dos orejas); y estocada (oreja con petición de la segunda).

José María Manzanares: estocada corta y atravesada citando al recibir (dos orejas), y estocada al encuentro (oreja).

En cuadrillas, saludaron Juan José Trujillo y Curro Javier en los toreros tercero y sexto, respectivamente, compartiendo con ellos los aplausos "el tercero" Luis Blázquez.

La plaza rozó el lleno en tarde entoldada y con amenaza de lluvia, pero sin agua.

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"¡CATALUÑA ES TAURINA!"

La ovación tras el paseíllo, recogida por los maestros y sus respectivas cuadrillas anticipaba un ambiente de emoción ante la penúltima corrida en La Monumental de Barcelona, donde el público aprovechaba los espacios vacíos para gritar por la defensa de los toros con frases como "libertad", "libertad", y "¡es taurina, Cataluña!", la más coreada.

La tarde tuvo momentos importantes, de la mano de "El Juli", por su raza y maestría, y de Manzanares, por su arte. Se quedaba atrás "Morante", con el contrapunto de la impotencia o la desfachatez, según se mire, pero arreglándolo al final con un sobrero de regalo en el que volvió a todos locos con un toreo de verdadera filigrana.

Fue grande el compromiso de "El Juli" en su primero, toro que se movió pero sin llegar "a romper", sin entregarse del todo. La desconfianza de la cuadrilla, tirando "con arco" las banderillas, sin embargo, no le arredró en ningún momento.

"El Juli" quiso mucho en todo momento, y al final lo consiguió. La faena de muleta tuvo mando y poderío, ligazón y estética en lo fundamental, y variedad en el último tramo, con el pase de las flores, el molinete, los de pecho y otras "alegrías" que prologaron a la estocada definitiva.

El presidente sacó los dos pañuelos sin dudar cuando la plaza era todo un clamor.

Y más fiesta en el quinto, toro que no aportó tanto pero en el que otra vez la entrega del "Juli" fue total. La faena tuvo más ritmo y profundidad por el pitón derecho, aunque en los naturales, de uno en uno, hubo también su aquel.

El estoconazo final fue letal. Y aunque se pidieron con fuerza las dos orejas, el presidente concedió sólo una. En la vuelta al ruedo del "Juli", otra vez se escucharon con fuerza los gritos de "¡libertad, libertad!".

El primer toro de Manzanares manseó en varas, esperó en banderillas y duró poco en la muleta. No obstante, lo suficiente para un delicioso recital de arte y sentimiento. Descolgado de hombros, quebrado de cintura y rotas las muñecas, los muletazos a derechas fueron un primor.

La estocada en la suerte de recibir dio paso a otras dos orejas muy celebradas por toda la plaza.

Manzanares cerró hipotéticamente el festejo con otra bella faena en la que también contó mucho la técnica, pues había que esperar al toro dándole tiempos y espacios.

Aprovechando las espaciadas embestidas que tuvo el de Núñez de Cuvillo, Manzanares toreó sin unidad pero con mucha lentitud y regusto. Hubo pases aislados de mucha categoría, y otra vez los remates de series de una absoluta rotundidad. Esta vez paseó una oreja, aunque también le habían pedido las dos.

"Morante", que no había tenido su tarde ora por los toros, ora por su propio desánimo, salió a matar un sobrero de Juan Pedro Domecq más dócil que los titulares, con el que se sintió muy a gusto e inspirado.

Lo bordó con el capote a la verónica. Y la sorpresa en banderillas, invitando a los compañeros a parear con él. Cada uno como pudo, sobre todo Manzanares. "El Juli" y el mismo "Morante" clavaron con facilidad.

Y la faena, lo más importante, de una extraordinaria despaciosidad. El toreo fundamental tuvo mucho encanto. Y tanto o más las improvisaciones entre series, como el molinete sobre la marcha, la trinchera o los pases del desprecio. Entró la espada a la primera, y aquello fue la locura. Las dos orejas.

El espectáculo del toreo total. Y un dato muy significativo: esta vez "los costaleros" fueron los aficionados, una auténtica avalancha de gente en "la procesión" de "Morante", "Juli" y Manzanares.

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