Una sangrienta purga culmina un año en que Corea del Norte desafió al mundo

  • La fulminante ejecución del tío del líder y ex número dos del régimen ha coronado un año marcado por la tensión en Corea del Norte, que hizo saltar los temores de guerra con una campaña de hostilidades sin precedentes tras realizar su tercera prueba nuclear.

Atahualpa Amerise

Seúl, 20 dic.- La fulminante ejecución del tío del líder y ex número dos del régimen ha coronado un año marcado por la tensión en Corea del Norte, que hizo saltar los temores de guerra con una campaña de hostilidades sin precedentes tras realizar su tercera prueba nuclear.

Corea del Norte anunció el 13 de diciembre la ejecución de Jang Song-thaek, considerado el político más influyente de la era Kim Jong-un, acusado de tramar un golpe de Estado contra el líder y otros delitos, como malvender los recursos naturales del país, participar en orgías o distribuir pornografía.

La purga de Jang, que también afectó a sus hombres de confianza, ha supuesto el mayor cambio político en Corea del Norte desde que en diciembre de 2011 falleciera el dictador Kim Jong-il y accediera su hijo menor al poder.

La ejecución volvió a situar a Corea del Norte bajo los focos del interés mundial tras casi ocho meses de relativa calma, en los que el país comunista mostró tímidos acercamientos con la comunidad internacional tras protagonizar una de las mayores y más prolongadas etapas de tensión de las últimas décadas.

En los meses de marzo y abril el régimen de Kim Jong-un emprendió una inusualmente intensa campaña de hostilidades, en la que dirigió a Seúl y Washington constantes amenazas de guerra y declaró nulo el tratado de armisticio que puso fin a la Guerra de Corea (1950-53).

Pyongyang cortó, además, todas las líneas de comunicación con Seúl y el 8 de abril retiró a sus trabajadores del complejo industrial de Kaesong, único proyecto conjunto entre las dos Coreas, que permanecería cerrado cinco meses hasta su reapertura a mediados de agosto.

Tal agresividad era, según Corea del Norte, una respuesta tanto a las maniobras militares que EEUU y Corea del Sur realizaban en la región como al último endurecimiento de las sanciones al país por parte del Consejo de Seguridad de la ONU.

Este organismo aprobó en marzo por unanimidad la resolución 2094, que estableció nuevas restricciones, especialmente de carácter financiero, sobre el Estado comunista por su tercera prueba nuclear.

La detonación, que tuvo lugar el 12 de febrero, fue más potente que las dos anteriores realizadas por el país en 2006 y 2009 e hizo saltar las alarmas en la comunidad internacional sobre los avances en el programa de armas atómicas norcoreano.

Tales avances quedaron patentes cuando imágenes por satélite publicadas en EEUU mostraron el reinicio de las actividades en las instalaciones nucleares de Yongbyon, cuyo reactor de 5 megavatios se cree capaz de producir plutonio para el armamento atómico del país.

En el segundo año de la era Kim Jong-un el régimen dejó claro, en todo caso, que los dos pilares básicos de su política serían el desarrollo de armas nucleares para disuadir a sus "enemigos" (EEUU y Corea del Sur) y el crecimiento económico.

Washington ha tratado de buscar el diálogo con Pyongyang para negociar el fin de su programa atómico pero le exige condiciones previas, como un compromiso demostrable de desnuclearización, que la parte norcoreana se niega a aceptar.

En el plano económico, 2013 ha sido un año en que este Estado regido por el comunismo más ortodoxo y en permanente crisis financiera desde los años 90 ha dado tímidas muestras de apertura, motivadas quizá por la creciente presión de las sanciones internacionales.

Prueba de ello son los acuerdos con China para ampliar las zonas económicas especiales entre ambos países, o la reapertura de una ruta ferroviaria con Rusia para el transporte de mercancías.

En cuanto a asuntos humanitarios, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU y Amnistía internacional, entre otras organizaciones, dibujaron en 2013 una situación tan nefasta como en años anteriores.

Sus informes denuncian que las torturas, detenciones arbitrarias, ejecuciones sin juicio previo e internamiento en los temidos campos de concentración o "gulags" siguen siendo frecuentes en el país más aislado y militarizado del mundo.

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