Unos narcos obligan a sus correos a tragarse hasta 20 bolas de cocaína de gran pureza


La Policía Nacional ha detenido a 11 miembros de una red de narcotraficantes, asentada en Castellón, que obligaba a sus correos humanos a tragarse hasta 20 bolas de cocaína de gran pureza. Esta cantidad de estupefaciente llegó a provocar la muerte de uno de estos muleros.
Según informó la Policía, el responsable de la organización negociaba directamente con los proveedores en Colombia para que le enviasen muleros que transportasen en su organismo hasta 250 gramos de cocaína de gran pureza.
Estas últimas 11 detenciones forman parte de una operación desarrollada el pasado mes de junio, en la que otras 21 personas fueron arrestadas en Vila-real (Castellón).
La cantidad de droga que esta banda obligaba a ingerir a sus correos provocó la muerte de uno de ellos. En concreto, su cadáver fue encontrado en marzo pasado en el camino Cabezol, en Castellón.
El fallecido tenía en el interior de su cuerpo 20 bolas cilíndricas con 200 gramos de cocaína en total -lo que pudo provocarle la muerte- y fue abandonado en el campo para evitar que se le relacionase con la organización.
EMPRESA TAPADERA
Las investigaciones realizadas entonces concluyeron en el mes de junio con la detención de 21 personas y la intervención de más de 200 gramos de cocaína con la misma composición que la hallada en el tracto digestivo del cadáver.
Al parecer, las personas que transportaban la droga desde Sudamérica hasta la localidad de Vila-real pasaban por dificultades económicas. Esto les llevaba a prestarse para intentar introducir en el interior de sus propios organismos cantidades que oscilaban entre los 100 y los 250 gramos de cocaína de gran pureza, a cambio de una cantidad pactada previamente.
En esta segunda fase de la investigación, los investigadores se han incautado de más de 10.000 euros en efectivo en billetes de 500 euros, 50 gramos de cocaína y seis kilogramos de marihuana, así como un arma simulada, equipos de transmisiones y un vehículo.
Los ahora detenidos llevaban una vida normal, teniendo otra ocupación o dedicación que les serviría de tapadera a sus actividades ilícitas, como en este caso cuyo cabecilla se dedicaba supuestamente a la recogida de naranjas.

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