Las tripas de la OTAN… las cifras de una máquina de guerra para mantener la paz

La Cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que se celebrará en apenas una semana en Madrid y que convertirá a la capital de España en el punto de mira internacional, supondrá una catarsis en una organización septuagenaria, que agrupa a 30 miembros y que sigue recibiendo peticiones de adhesión, que ha pasado de puntillas ante los nuevos retos en los conflictos, pero que la invasión de Ucrania por parte de Rusia le ha obligado a considerar. Ciberseguridad, guerra híbrida, tecnología o China -el país que más preocupa pese al órdago de Vladimir Putin en el Este de Europa- son solo algunos de los asuntos que obligan a replantear una estrategia caduca. Estas claves en las guerras modernas apenas fueron consideradas en la Cumbre de Lisboa de 2010, un encuentro determinante que sacó adelante el documento Concepto Estratégico de la OTAN, la hoja de ruta de la organización para los años siguientes.

A partir de la premisa "si quieres la paz, prepárate para la guerra", nace la Alianza Atlántica en 1949, tras un devastado conflicto mundial, en el que buena parte de los miembros iniciales estuvieron involucrados. La Alianza ha conseguido convertirse en el Ejército más temible del mundo, algo a tener en cuenta cuando se sobrepasan líneas rojas, como el ataque a Ucrania, un país como Japón, Corea del Sur o Australia, socio y amigo de Organización. En 2014, la Alianza emplazó a sus miembros a aportar el 2% de su Producto Interior Bruto (PIB) al presupuesto defensa en 2024, una partida, que además de las armas y sueldos, incluye las pensiones de militares y, paradójicamente, el coste de destruir el arsenal. España sigue a la cola, pero el presidente Pedro Sánchez se ha conjurado, con el anuncio de nuevas inversiones, a cumplir con el objetivo.

La OTAN se ha fijado como prioridad garantizar la libertad y la seguridad de sus países miembros por medios políticos y militares, pero nueve de sus ejércitos, incluidos el español y estadounidense, en cabeza, están entre los 25 mejor dotados en armamento del mundo. Solo este tercio de países incluidos en la alianza tiene más soldados que China y Rusia y todos los miembros suman 3,5 millones de militares en activo. Las nueve potencias aliadas suman más de 30.000 aviones, diez veces más que los de cualquier adversario peligroso de podio armamentístico. El año pasado, cerca 6.200 militares y 850 civiles estaban empleados en el Estado Mayor Internacional y la sede de la Estructura de Mando de la OTAN. Estos trabajadores son facilitados por los países miembros y retribuidos por ellos. Mientras, el presupuesto de defensa que manejan las naciones de la alianza supera ya los 1,17 millones, el equivalente al PIB anual español.

Los costes de funcionamiento de la OTAN se financian mediante contribuciones directas y España aporta algo menos de 6% de un presupuesto que ronda los 2.000 millones. También hay contribuciones indirectas, que son las más importantes e incluyen la participación de los aliados en operaciones y misiones dirigidas por la OTAN. Nuestro país apenas dedica 266 euros per cápita a defensa, muy lejos de los más de 1.000 de media del resto, que es equivalente a lo que destina España a educación. Mientras, Estados Unidos sigue asumiendo el papel protagonista en el organismo que impulsó y su gasto en armas supone el 70% del total de la organización y, además, se ha disparado por el conflicto de Ucrania. Mientras, la participación de España se reduce al 1% del total, según los datos oficiales de la OTAN. La Alianza Atlántica, sigue apuntando a enemigos reales y previsibles, como Rusia y China, a los que señala como responsables de cuestionar la seguridad y reescribir todo el orden internacional, poniendo en riesgo la paz y la prosperidad, pero ahora deberá dirigir su punto de mira a otros desafíos, como el terrorismo, la proliferación nuclear, los ataques cibernéticos, las tecnologías disruptivas o el cambio climático.

Otro puntal de los negocios de esta organización multinacional es la Agencia de Adquisiciones y Apoyo, el organismo al que se ha dotado de capacidades de adquisición, logística, médicas y de infraestructura, apoyo operativo y de sistemas, así como servicios a los aliados de la Alianza, autoridades militares y las naciones asociadas. La Agencia tiene su sede en Luxemburgo, con centros operativos en Francia, Hungría e Italia. Emplea a más de 1.550 miembros del personal civil internacional y supervisa aproximadamente a 400 contratistas que apoyan las misiones de la OTAN. Solo en 2021 el volumen de negocios operativo de la Agencia superó los 3.200 millones de euros.

En cuanto a España, parece claro que tendrá que hacer un importante esfuerzo, con la inflación y la deuda disparada y con una crisis energética con efectos futuros imprevisibles, para alcanzar el objetivo de invertir el 2% del PIB en armamento a partir de poco más del 1% actual. El Informe Anual del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, que deberá dejar su cargo en otoño, advierte de la necesidad de redoblar esfuerzos para invertir más y más rápido para mantener seguros a los ciudadanos de los países miembros. España sigue como el penúltimo país que menos porcentaje del PIB destina a Defensa, poco más de 12.000millones, y solo Luxemburgo gasta menos, el 0,5%. España cumple en diversos objetivos, como el gasto destinado a equipamiento, pero diez de cada seis euros van a pagar las nóminas del personal.

Según destaca a La Información Antonio Fonfría, profesor de Economía Aplicada de la Universidad Complutense y experto en Política de Seguridad y Defensa, pese a su importante ejército, 19 en el ránking de 25 elaborado por Global Firepower, España sufre un retraso histórico en materia de defensa y siempre se ha situado en el vagón de cola para cumplir con los objetivo de la OTAN, con un presupuesto destinado a defensa claramente inferior al del resto de los miembros, que ha supuesto que Marruecos acorte su ventaja en materia militar. Asegura el experto que los conflictos en la actualidad son en la zona gris -enfrentamientos no convencionales, a partir de mecanismos híbridos, como la economía, la diplomacia, los tribunales o el ciberespacio. Este contexto hace que ya no se requieran grandes armas de combate, que además tienen costes muy elevado, pero en estos aspectos, España tampoco ha hecho los deberes.

Nuestro país afronta un importante hándicap derivado del envejecimiento de nuestro material bélico, que nos aleja del nivel tecnológico de otros países de nuestro entorno como Francia o Italia, pero también de otros que por peso y tamaño deberían estar por detrás en cuanto a inversión y capacidades, como son Países Bajos o Polonia. “Si miramos al flanco sur, la creciente adquisición de medios por parte de Marruecos debería ponernos en alerta -aseguran fuentes empresariales-, porque la tradicional brecha tecnológica que mantenían las respectivas fuerzas armadas se va acortando, así como la preparación y el adiestramiento, ya que cada vez es más habitual ver a las fuerzas marroquíes en ejercicios occidentales de primer nivel”. España deberá convertirse en una pieza clave del despliegue militar inmediato, por su lejanía de las zonas actuales de conflicto, y será pieza clave en el Mediterráneo, en un contexto de contiendas imprevisibles.