La sombra del capital foráneo marca el paso en el Ibex

Blackrock, Norges, Vanguard, IFM... Los fondos globales mantienen un 57% del capital de las empresas estratégicas españolas con el ojo puesto en la evolución de la economía por si hay que abandonar el barco.

Hace ahora un año, el Gobierno remataba su acción de oro para controlar la entrada de capital extranjero en las empresas estratégicas con una adenda en la que se obligaba a tener permiso del Estado para entrar con más del 10% del capital de cualquier valor. Era una reacción de urgencia a la pandemia para salvaguardar los sectores y servicios básicos en los que se sustenta la economía nacional, pero que no ha evitado que, de facto, la mayor parte del capital que domina los valores selectivos del Ibex 35 y algunos de los principales grupos del país sea extranjero. La irrupción de los grandes fondos de inversión internacionales, cada uno con su estrategia y su filosofía, ha borrado del mapa los nombres de los grandes inversores de apellido español que antes dominaban sectores como la energía, las telecomunicaciones, la banca y hasta los medios de comunicación. Quedan grandes excepciones en ámbitos como la distribución o el turismo, pero la presencia de ‘socios’ como Vanguard, Norges, Blackrock, IFM, CVC o GIP, entre otros, han venido para quedarse en España, pero nadie sabe si por mucho o poco tiempo: solo mientras ganen dinero y la economía crezca.

La última entrada del australiano IFM en Naturgy, con un 10%, o la anunciada intención del grupo francés Vivendi de hacerse con hasta el 29,9% de Prisa, el principal grupo de medios de este país, son solo dos ejemplos de un proceso cuyo origen colocan los analistas en hace más de una década y media. A finales del pasado mes de agosto, los datos del Banco de España marcaban que algo más de un 57% del dinero invertido en el Ibex  era capital foráneo, la mayor parte a partir de grandes fondos que están presentes en casi todos los sectores y empresas en las que pueden lograr una buena rentabilidad. De los 323.000 millones de euros de inversores extranjeros del índice selectivo, más de 19.600 son de Blackrock y otros 12.300 corresponden a Vanguard, cifras que están muy por encima de los apenas 3.460 millones que mantiene el Estado en participaciones como el Frob o algunas cotizadas de la SEPI.

Energía, telecos, banca, medios…

El primer proceso desinversor del sector energético fue el de la pública Endesa que paso a manos de la pública italiana Enel, en dura competencia con los alemanes de E.on entonces. Desde entonces, hemos visto como la segunda mayor empresa energética del mundo es española, Iberdrola, pero su financiación y su ambicioso plan ‘verde’ depende de la estabilidad en su accionariado de Qatar Investment, Norges Bank y Blackrock. Pero incluso en ese giro al verde se deshizo de otra de las más prometedoras gigantes de las renovables, Siemens Gamesa, que ahora es de control totalmente alemán. La propia petrolera Repsol, una de las primeras grandes multinacionales españolas, está inmersa en un gran giro hacia la transición ecológica para el que necesita ahora un músculo inversor que añadir a los fondos internacionales que han apostado por ella, dos de los cuales coinciden con Iberdrola.

Naturgy cuenta con el control y el compromiso de Criteria y de Fundación Caixa, pero la entrada de IFM, con ese 10%, se puede unir a la presencia de CVC y CIG, los otros dos fondos que controlan un 40% del capital y que pueden complicar la toma de decisiones a futuro. Incluso la transición ecológica ha disparado la burbuja de las renovables (eólicas y fotovoltaicas en el país del sol), con opciones como Solaria o Solarpack, en las que los fondos foráneos ya han tomado posiciones en busca de rentabilidad, sin mayor compromiso que el de financiar los desarrollos mientras vengan bien dadas y su negocio futuro no peligre. “El problema es la gran desconexión que se genera entre la propiedad del capital y la realidad de la gestión y los trabajadores -alerta el profesor de Economía de Comillas- ICADE Emilio González-; unos piden rentabilidad como sea y los otros un trabajo digno con una remuneración digna, y eso no siempre es compatible”. Desde patronales como Unión Española Fotovoltaica siempre han advertido de la necesidad de garantizar que la transición al ‘verde’ debe ser beneficiosa para todos, no solo para los grandes, incluidos los ciudadanos que puedan invertir en ello con garantías, pero todo el mundo sabe en el sector que la realidad impondrá un grado de madurez al mercado donde todo se compra y se vende.

Las telecos, la banca y los medios de comunicación, todos tienen parte importante de algún fondo global que siempre puede trastocar su funcionamiento, por más que en la mayor parte de los casos queden fuera de la gestión. El aviso de Vivendi sobre Prisa se corresponde con un sector que también está dominado por el capital extranjero. Además de la Mediaset de Berlusconi (Tele5 y Cuatro), el sector audiovisual está dominado por Atresmedia (A3 y La Sexta), bajo el control español de Planeta, pero que ya tiene en su capital a Norges y Vanguard con participaciones minoritarias, entre otros fondos, además de la RTL.

El omnipresente Blackrock está en BBVA, Santander, Caixa, Bankinter y Sabadell, con participaciones que van del 2,8% a algo más del 5% según los casos, un porcentaje similar al que tiene en Telefónica, la principal operadora del país. Desde una de las principales aseguradoras internacionales advierten que la entrada de los fondos en el sector financiero se corresponde con las desinversiones de participaciones industriales que se han hecho desde la crisis inmobiliaria de 2008 y la reconversión de las cajas. “En una economía abierta desde siempre, como la española, y con déficits corrientes crónicos, la entrada de dinero exterior ha sido siempre básica para poder aguantar las inversiones y la rentabilidad de los sectores básicos”, aseguran.

La dependencia exterior

Con la visión más global y técnica del director de Estudios de Repsol, Antonio Merino, “la gran diferencia financiera entre los cuatro países grandes de la Unión europea en términos de sostenibilidad financiera internacional (PIIN) es que España le debe al resto del mundo mucho más que ellos”. Con los datos del Banco de España, queda claro que esa posición internacional neta de activos y pasivos de España frente al resto del mundo fue en 2020 de -91,95 es decir debemos 0,9 veces nuestro PIB frente a las 0,32 veces de Francia o el llamativo 0,02 veces de Italia. “España es un país muy sensible a la percepción de los inversores extranjeros sobre el funcionamiento de la economía porque son propietarios de muchos activos susceptibles de encontrar otros países más atractivos para sus inversiones”, alerta Merino.

Por el momento, el soporte del Banco Central Europeo sobre la deuda española -ya tiene un 20% del PIB- sostiene el atractivo de la economía y las empresas españolas al capital extranjero. Desde ICADE, Emilio González advierte que capítulos como la polémica por la reforma laboral o una inflación del 5,5%, que amenaza con perdurar si no se ataja el problema de la luz y la falta de suministros a la industria, no son buenos para las perspectivas que ven sobre el país los grandes fondos de los que depende, en mucha parte, el capital de nuestras empresas estratégicas. La digitalización y los fondos europeos se reconocen por todos como una oportunidad para recuperar la industrialización perdida de muchos sectores de la economía española, pero la premura con la que se empiece a temer en los mercados una subida de tipos por las tensiones de los precios puede adelantar los acontecimientos y ahuyentar al capital, en busca de menos incertidumbre e inversiones más seguras.