Objetivo 2030: ¿quién  mandará en las renovables?

Grandes eléctricas, operadores independientes, petroleras reconvertidas y fondos de inversión se disputan el pódium de un negocio al alza donde la competencia es feroz y que tiene una década para consolidarse

El sector de las energías renovables en España se ha convertido en una olla en ebullición constante con ingredientes de todo tipo que empezaron hace algo más de un año a tomar posiciones en una carrera que va a durar una década. La foto del sector que se ha generado ahora, en la que conviven las compañías eléctricas tradicionales, con la irrupción de otras generadoras y comercializadoras independientes, la reconversión de las petroleras y el empuje financiero de la banca y los fondos de inversión, será muy distinta en 2030, cuando se hayan superado con creces el 44% de producción de energías renovables del año pasado.

Esta misma semana hemos visto como el fondo sueco EQT lanzaba una opa sobre la renovable española Solarpack, por un valor de 881 millones de euros y una prima sobre su cotización del 45%. Ese movimiento hace presagiar que los fondos de inversión han visto con claridad la rentabilidad y el atractivo del mercado renovable español y pueden llegar a apostar por su futuro con más vocación de permanencia que hasta ahora, que solo buscan la pura rentabilidad para salirse del proyecto en cuanto la consiguen. Pero junto a esa operación y al revuelo de fondos internacionales que han apostado por el sector, la petrolera británica BP irrumpía en el negocio renovable español a través del fondo Lightsource, especializado en el desarrollo y la gestión de proyectos de energía solar, para comprar activos con una potencia de generación de más de 700 megavatios, y una inversión estimada de 475 millones y la creación de mil empleos.

Son solo dos ejemplos de las tendencias que marcan ahora el cambio de escenario de las renovables en España, donde hasta 2030 hay que adjudicar 60 gigavatios (GW) de potencia, sobre todo en eólica y solar, que van a suponer más de 39.000 millones de euros de inversión, si hacemos caso a las estimaciones de los especialistas de la Asociación Española Fotovoltaica (UNEF) y la Asociación Eólica Española (AEE).

Todas las fuentes consultadas en el sector y en los servicios de estudios de algunas de las grandes compañías implicadas aseguran que, al final de la década, la competitividad será mucho mayor y habrá más actores, si bien es seguro que aguantarán mejor quienes más músculo financiero tengan para soportar las inversiones que hay que hacer, los posibles cambios regulatorios de todo tipo (generación, construcción, tarifa, etc.) y la competencia global que va a llegar a un mercado que, en España, puede presentar márgenes brutos de explotación del 70% y el 80% de la inversión realizada y rentabilidades muy por encima de lo que ofrecen los mercados financieros ahora.

No todo va a ser precisamente un camino de rosas. Para adjudicar esa nueva potencia hay petición de acceso y conexión en Red Eléctrica (REE) por cerca de 150 GW, más del doble de lo que se va a adjudicar, de forma que serán muchos los llamados, pero pocos los elegidos. E incluso con el permiso concedido, los plazos y las condiciones para cumplir con los certificados medioambientales para instalar placas solares o molinos de viento y el resto de trámites administrativos, pueden dejar en la cuneta a muchas explotaciones sin opción de recuperar los avales prestados, a razón de 40.000 euros por megawatio solicitado.

Si hacemos caso a los expertos, el escenario más probable para 2030 plantea que van a mandar en el sector las actuales eléctricas (Iberdrola, Endesa, Acciona, EDP y Viesgo) una vez reconvertidas a la generación limpia y superada la complejidad y la incongruencia actual en el sistema de fijación de precios del mercado. Junto a esas ‘utilities’ que han marcado el cuasi oligopolio de siempre, pervivirán algunas de las compañías y comercializadoras independientes que hayan aguantado las inversiones necesarias y/o la cotización en bolsa, con menos poder que las grandes, pero que van a acceder en este tiempo tanto a las subastas de potencia del Estado (puede haber una nueva en otoño), como a los acuerdos de suministro a largo plazo con clientes fijos (PPA) o al puro mercado con la fórmula de precios que se establezca y que, con el tiempo, es seguro que tenderá a tener menos ‘mix’ de centrales de ciclo combinado y unos precios a la baja marcados más por el coste de la generación limpia que por los derechos de CO2, como ahora.

El reto de las petroleras

El segundo nivel jerárquico que se puede prever para 2030 estaría marcado por la apuesta que las grandes petroleras hagan en su cambio al ‘verde’. El caso más paradigmático son los 18.300 millones de inversión que anunció Repsol para dar la vuelta a una buena parte de su estructura de negocio, pero otras compañías con presencia en España como Cepsa, Galp, Shell y la propia BP van a tener un papel importante en la próxima década, si bien con un reto para reconvertir su ‘core business’ hacia la electricidad mucho mayor que el de sus competidoras ‘nativas’.

Una parte importante de esa competición por lo renovable de las más grandes del sector energético que marcará el pódium en 2030, tanto en petroleras como eléctricas, lo van a marcar los fondos europeos a los que pretenden acceder con cientos de proyectos. Iberdrola va a la cabeza con inversiones planteadas por casi 30.000 millones a largo plazo susceptibles de ser subvencionadas, pero cuando se unen Endesa, Repsol, Naturgy ese proceso inversor llega a los 70.000 millones. Una parte importante de esas inversiones con aval del Next Generation europeo serán clave, además, en el desarrollo del hidrógeno verde, que está llamado a ser el acompañante perfecto para la solar y la eólica, con la incógnita del alcance al que llegará en el mercado, más que como fuente de energía industrial, en el ámbito de la movilidad y el uso doméstico.

Esos grandes números y corporaciones conviven ahora con una patronal fotovoltaica que tiene más de 500 asociados y una asociación eólica (entre otras organizaciones profesionales del sector) que supera los 200, algo que da idea de la envergadura de lo que se cuece en el negocio de las renovables, desde el más pequeño al más grande. Hay 27,78 GW instalados de molinos de viento, que deben llegar a ser 50 en una década, junto a otros 12,6 GW de fotovoltaicas que aspiran a ser 29 en ese periodo de tiempo, más otros 10 GW en que se estima el autoconsumo. Es precisamente este capítulo, el del autoconsumo, el que puede venir a trastocar en gran medida el mapa final del sector, según advierte la Fundación Renovables, que advierte cómo ya se han apuntado a “lo delas placas en el tejado” gigantes como Repsol y Naturgy, junto a otros ‘players’ sobrevenidos como Ikea o El Corte Inglés. “Lo que hagas tú, no lo hacen otros”, se maneja como máxima en este segmento del negocio.

Los vaivenes de la bolsa

Junto al proceso inversor y la adjudicación y construcción de instalaciones de generación, algunos de los principales protagonistas de esta carrera deberán estar muy atentos a lo que les ocurra en bolsa, donde se velan armas ya ante las próximas salidas, como la de Acciona Renovables, o los procesos de compra e integración, como el anunciado para Solarpack. Analizado con perspectiva, se ve con claridad el vaivén que sufren los valores refleja claramente la ebullición de un sector en cambio constante. Tras el rally de 2020, en el que las acciones de las renovables alcanzaron precios máximos, en lo que va de 2021 lideran las caídas anuales. Solaria registra el mayor retroceso, superior al 33%, del Ibex 35.

Más allá del selectivo español, la fotovoltaica Soltec suma un desplome mayor, con el precio devaluado un 44% desde el inicio del año, después de su exitosa salida a bolsa del año pasado. Por su parte, Solarpack, la gran protagonista de la semana, también era hasta ahora una de las principales afectadas por la tendencia bajista del sector, pero el repunte del 43% este miércoles le permitió reducir su caída anual al 9%. Sin embargo, esta tendencia bajista no es generalizada y Acciona y Repsol, con negocios más allá de la energía 'verde', logran un repunte destacado desde enero, mientras que Iberdrola ha perdido peso. En clave positiva, la catalana Audax es la única de las que generan únicamente energía renovable que avanza en positivo.

La evolución en los mercados servirá para pulir el pódium de las renovables a medio plazo y aclarar el papel que unos y otros deben jugar de aquí a 2030 en un proceso de electrificación energética que decidirá quienes acompañarán a las más grandes del sector en la cabeza de carrera hasta las cero emisiones de 2050.