El hub español del gas depende del suministro de Biden... y Putin

España deja en manos de EEUU y Rusia dos tercios del suministro del gas licuado (GNL), la garantía de la seguridad energética con la que ha defendido la ventaja ibérica frente a Europa.

En 2010, Vladimir Putin provocó la carcajada generalizada de los empresarios y políticos alemanes en un foro en Berlín tirando de ironía y sarcasmo sobre la política energética de la cancillería que entonces dirigía Angela Merkel. Doce años después, aquella suerte de chiste se ha convertido en una profecía autocumplida a base del uso de la fuerza y la guerra. “Al público alemán no le gusta la industria de la energía nuclear por alguna razón. No entiendo nada. Tampoco les gusta el gas…No puedo entender que van a calentarse. ¿Con leña? Bueno, tendrán que ir a Siberia para comprar leña también, ¿entendéis”. Aquella ironía ha perdido toda su gracia en 2022 para convertirse en una pesadilla para Europa por la extrema dependencia de las importaciones desde Rusia.

Como parte de las políticas de transición energética y electrificación, el gas natural se ha ido convirtiendo durante las dos últimas décadas en la piedra angular del sistema energético, en general, y el eléctrico, en particular. Su uso para generar luz como respaldo de fuentes menos estables en su producción como la eólica, solar o hidroeléctrica ha desplazado a la nuclear y otras térmicas como el carbón. A cambio, Europa ha quedado en una posición de vulnerabilidad que la Rusia de Putin está usando como arma de guerra, como admitió en fechas recientes la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen.

Los precios del gas se han vuelto a disparar esta semana por encima de los 200 euros por MWh, un nivel que alcanzaron de forma puntual en marzo en el inicio de la guerra. Sin embargo, ahora parece que se quedarán porque Rusia está dispuesta a cortar el grifo a Europa con vistas al próximo invierno. El Kremlin, pese a las sanciones occidentales, se está aprovechando de que vende el gas a precio de oro. La cotización en los mercados de este fluido se sitúa un 1.000% por encima de los niveles del año pasado por estas fechas. Si hasta mediados de 2021 era difícil ver el gas por encima de los 25 euros en el mercado TTF de Róterdam, ahora lo complicado es que baje de los tres dígitos. El problema en 2022 es que ni siquiera pagar un alto precio será suficiente para garantizar el suministro.

De las renovables al protagonismo del gas

Con este telón de fondo, la Unión Europea se prepara para un invierno sin gas ruso con medidas encaminadas al ahorro energético y desincentivar su consumo. También a maximizar la entrada de gas procedente de otras geografías mundiales pero todavía no se ha planteado siquiera reactivar su industria para extraer gas del subsuelo europeo pese a que este existe. En este contexto, la unidad comunitaria ha comenzado a flexibilizarse. España se ha convertido en la excepción a la regla de la carestía después de años en los que sobredimensionó su capacidad de gas en aras a su seguridad energética. Lo que se vio como un sobrecoste continuo para el sistema eléctrico ahora es una virtud. La ministra Teresa Ribera se encargó de defenderlo ante el resto de socios europeos en Bruselas no sin cierta ironía. “A diferencia de otros países, no hemos vivido por encima de nuestras posibilidades desde el punto de vista energético. España ha hecho los deberes, gastando más que otros países, para garantizar la seguridad del suministro”, defendió.

Pese a la falta de interconexión, el Gobierno mantiene que España es la puerta de entrada del más del 30% del gas natural licuado (GNL) que llega a Europa con su infraestructura de almacenes y regasificadoras. A las seis instalaciones (Barcelona, Sagunto, Cartagena, Huelva, Mugardos y Bilbao) se les unirá otra en Gijón para descargando este fluido que se transporta a ultra-bajas temperaturas en barco, pero que debe ‘calentarse’ para volver a estado gaseoso y viajar en los gasoductos terrestres para su consumo. Además de las plantas enfocadas a recibir el GNL de los metaneros, la virtud energética española se asentaba en los dos gasoductos argelinos que cruzaban el estrecho. Pero en 2021, Argelia cortó el flujo del más antiguo, el Magreb Europa (Durán Farrell), porque pasa por Marruecos y las tensiones con este país se exacerbaron con España como víctima de la crisis. Tras el cambio de posición sobre el Sáhara, Argel también ha reducido los envíos a través de Medgaz y el tráfico de metaneros entre ambos países no parece el esperado.

Desde 2018, cuando el grueso del actual Gobierno de Pedro Sánchez llegó a Moncloa, el peso de EEUU, sobre todo, y Rusia, en menor medida, no ha dejado de crecer. Hace cuatro años, las importaciones de gas ruso apenas suponían el 2,5% del total y el 5,8% del GNL, mientras que el americano tenía un peso marginal del 0,8% y del 2%, respectivamente. En conjunto, las dos superpotencias apenas suministraban el 3,3% del conjunto del gas que corría por la red de gasoductos españoles, según los datos de Cores y Enagás. En 2019, el peso conjunto se multiplicó hasta el 19% del total, llegó al 26% en 2020, 23% en 2021 y ya en el primer semestre de 2022 hasta el 45%. La pérdida de las entradas vía gasoducto Magreb ha catapultado la presencia de gas rusoamericano en las tuberías españolas. De todo el GNL que llega a España, casi dos tercios (61%) provinieron de Rusia y EEUU.

En diciembre de 2021, por primera vez, la suma del suministro de gas natural procedente de EEUU (24,7%) y Rusia (10,9%) superó con holgura al que llegó desde tierras argelinas (26,9%), según datos de Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores). El vuelco en las fuentes de suministro contexto de precios récords históricos en Europa debido a las restricciones con el suministro ruso a Alemania durante el pasado invierno y antes de la guerra. En el caso español, el giro hacia EEUU se aceleró tras el cierre del gasoducto marroquí Magreb-Europa cerrado a cal y canto después de 25 años en funcionamiento trasvasando gas desde Argelia a España, que ha dejado a la infraestructura Medgaz como única vía de aprovisionamiento terrestre.

El corte del gas que pone contra las cuerdas a Europa

Los ciclos combinados han sido durante muchos meses la principal fuente de generación eléctrica en España y lo son también en Europa. Sin embargo, la península ibérica apenas tiene interconexiones con el resto de Europa más allá de dos puntos de regasificación con Francia en los Pirineos occidentales y Portugal en Extremadura. España exporta actualmente alrededor del 20% de sus importaciones pese a que no cuenta con producción propia, más allá de algunos yacimientos de pequeño tamaño en la zona norte. Pese a los mensajes que pregonan el blindaje español, si Rusia cumple su amenaza de cerrar el grifo, el impacto también se sentiría de forma indirecta por el aumento de precios en los mercados y de la competencia en la demanda por los cargamentos de los países exportadores.

La recesión reduce la demanda europea

Pese al pacto de racionamiento que han firmado esta semana en Bruselas los estados miembros, la demanda general de gas en Europa se ha reducido de forma visible este año. Hasta marzo, antes de la guerra, las importaciones bajaron un 5% en comparación con el promedio de 2017-21, en parte debido a un invierno suave en 2021. El aumento de los precios y la reactivación de la generación eléctrica con carbón aceleró esta caída en el segundo trimestre. Alemania, por ejemplo, ya ha bajado un 10-15 % en comparación con el promedio de 10 años en el segundo trimestre, y los Países Bajos lo han reducido hasta la fecha un 30 % en comparación con el promedio de 2019-21, según estimaciones de ING.

“Muestra que muchos países ya han recorrido un largo camino para reducir la demanda de gas. Lo mismo ocurre con la búsqueda de sustitutos. El flujo de gas ruso a Europa se ha reducido considerablemente durante los dos primeros trimestres de este año. La disminución de los flujos rusos es equivalente a alrededor del 15 % (trimestre uno) y alrededor del 25 % (trimestre dos) del gas total utilizado históricamente en Europa, ya que el gas ruso representa alrededor del 40-45 % del gas total utilizado”, aseguran en un informe sobre la situación del gas ante la amenaza del corte total del suministro ruso.

Según la estimación de la Comisión Europea, alrededor del 60% del gas ruso puede ser reemplazado por otras fuentes de energía en menos de un año. Se están construyendo más terminales de regasificación de GNL pero también se está instalando más renovables. “La reapertura de centrales eléctricas de carbón ahora es aceptable, y extender la vida útil de las centrales nucleares ya no es un tabú en Alemania. La reapertura del yacimiento de Groningen todavía es imposible en los Países Bajos, y la Comisión no lo menciona, pero el impacto económico de los altos precios del gas para los hogares y la necesidad de compensar a las empresas por la falta de gas o de estabilizadores automáticos, que está empeorando el presupuesto del gobierno”, apuntan en la firma holandesa.

Algunos estudios en Alemania (Bundesbank, Consejo de Expertos Económicos) calculan que el impacto negativo del embargo de gas ruso en los países europeos será muy diferente y van desde el 0,03% del PIB para España hasta el 2,2% para Italia y hasta el 6% para Alemania en los escenarios más extremos. Para ING, el rango del golpe económico para la zona euro si cristaliza el escenario de pesadilla puede situarse entre el 1% y 3% del PIB, es decir, entre 120.000 y 360.000 millones de euros. “Esto significa que después de que ya hayamos visto un impacto sustancial, y dado que ya estamos esperando una recesión leve, esto sería suficiente para llegar a una recesión en toda regla. Está muy claro que un corte total al gas ruso perjudica a Europa. Es crucial tratar de evitarlo elaborando conjuntamente planes creíbles de reducción de la demanda”.