Fisterra recordará la visita de Hawking con una plaza que gustó al científico

  • Fisterra espera inaugurar pronto de manera oficial la plaza que llevará el nombre del físico Stephen Hawking, un científico que se mantiene vivo en el recuerdo de esta localidad coruñesa tras su visita en 2008, cuando insistió en fotografiarse en cada rincón de este bello pueblo de A Costa da Morte.

Miguel Álvarez

A Coruña, 11 oct.- Fisterra espera inaugurar pronto de manera oficial la plaza que llevará el nombre del físico Stephen Hawking, un científico que se mantiene vivo en el recuerdo de esta localidad coruñesa tras su visita en 2008, cuando insistió en fotografiarse en cada rincón de este bello pueblo de A Costa da Morte.

El popular científico británico quiso ver con sus propios ojos el punto que los romanos consideraban el fin del mundo, la zona que pensaban que era la más occidental de toda Europa, su universo conocido.

José Manuel Traba, alcalde de Fisterra, explica, en declaraciones a EFE, que cuando estuvo en la localidad en septiembre de 2008 "pidió dar un paseo por el puerto y después, por iniciativa suya, quiso ver el faro, donde pidió hacerse una fotografía".

Tiempo después surgió la iniciativa de que una calla llevase el nombre de Hawking y, tras reflexionar, en el Ayuntamiento decidieron que lo idóneo era inmortalizar su visita en la plaza que está más al oeste del término municipal.

"Cuando estábamos elaborando el callejero, decidimos ponerle una plaza justo donde se sacó la foto, delante del faro. Lo comentamos y nos dijeron que a él le gustaba mucho la iniciativa, y nosotros también estamos muy satisfechos. Ahora estamos pendientes de la embajada para hacer el acto de inauguración", añade.

Uno de los primeros en saber que Hawking iba a visitar Fisterra fue Juanjo Rey, responsable del popular restaurante O Centolo, a raíz de una conversación que tuvo con el también físico Jorge Mira, profesor en la Universidad de Santiago y oriundo de Baio, a escasos kilómetros.

Recuerda perfectamente que Mira hablaba sobre "un cliente especial con necesidades especiales", pero no decía quién y, al final, salió el nombre de Hawking con la petición de que se mantuviese el secreto para evitar aglomeraciones.

"Mandamos nuestra carta en inglés a su gabinete y nos dejaron total libertad. Solo nos dijeron que era imprescindible té inglés y un tipo de queso, aunque no tocó ninguna de las dos cosas. Todo lo que servimos fueron productos locales, el menú fue cien por cien gallego y la mayoría de A Costa da Morte", señala.

Para empezar sirvieron percebes, camarones y longueirones, todos "abiertos para facilitar la labor del asistente que le daba de comer y con una explicación de qué era cada cosa", acompañado de vinos Albariño y Ribeiro.

"Después le servimos varios pescados a la plancha y a la brasa, según cómo era mejor cada uno, entre ellos la lubina y la castañeta roja, todos pescados aquí. Hawking estaba atento a todo", continúa.

En el restaurante quedaron encantados con la visita del científico, que no supuso nada especial, pues "solo pidieron tener una sala de curas por si acaso y ni siquiera querían cerrar un comedor solo para ellos", aunque le dejaron un reservado "para que estuviera más cómodo".

"Es impresionante saber que estás con una de las eminencias más brillantes que hay en el mundo de la física. Todo fue genial, muy bien. Que te responda a través de un sintetizador de voz cuando hablas con él es impactante. Luego pidió despedirse de todos porque le gustó mucho, es el mayor subidón que puedes tener", agrega.

Como anécdota preguntó dónde se había comprado "el papel pintado" de la decoración, pues le gustaba, y cuando le dijeron que venía de Londres, opinó que era imposible, por lo que le dieron la referencia para que lo pudiese adquirir en la capital inglesa.

Al salir no fueron pocos los que no dejaron escapar la oportunidad de fotografiarse junto al científico y todavía guardan las imágenes, aunque el recuerdo es imborrable en una localidad que ya tiene su nombre en el callejero.

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