Osuna se encuentra a medio camino entre las grandes extensiones de cultivo de la campiña sevillana, un paisaje de riqueza impactante y las estribaciones de los últimos retales de la Sierra Sur. Estratégicamente situada, desde lo alto del promontorio sobre el que destaca la mayor parte de sus monumentos la vista alcanza a adivinar las tierras de Estepa, famosa por sus dulces; La Puebla de Cazalla, cuna del flamenco; Morón de la Frontera, la base aérea americana más importante en Europa. Tierra de olivar y monte bajo, de las canteras de Osuna han salido los sillares con los que se ha construido en la comarca.
La Ermita de la Vía Sacra, al borde del precipicio que se formó de forma artificial por los canteros del lugar es un testimonio singular del pasado de esta industria. Osuna tierra de silencios y oración, se hizo en clave religiosa, albergando hasta media docena de conventos de fachadas sencillas, pero de torres y campanarios que se elevan por encima de un urbanismo brillante de casas bajas, portalones de maderas con remaches, fachadas blancas inmaculadas muchos con ribetes barrocos que adornan la entrada y ventanas de enrejado desde la que escudriñar la vida de la calle. San Pedro, arquitectónicamente monumental, ha sido declarada por la Unesco la calle más bella de España y segunda de Europa.
De sillares extraídos de las canteras próximas se alzan dos grandes edificios monumentales dedicados a la oración y al saber. Por un lado la colegiata, de exterior severo y recio, sin apenas adornos, por tanto nada hace adivinar que tras unas tímidas entradas, se esconda tal riqueza en su interior: De capillas, altares y panteón. La gran Universidad que aunque nunca logró el reconocimiento real, si obtuvo al menos el pontificio, lo que le habilitó para impartir hasta una docena de cátedras, entre las que destacaba la de Literatura, Teología y Medicina, entre otras tantas.
Desde la Plaza de Abastos, antiguo edifico conventual en la que a diario se instalan los puestos en los que adquirir los productos que se cosechan en la vega fértil del Guadalquivir a la belleza serena de la plaza de toros, construida a primeros del siglo XX para trasladar la fiesta desde la Plaza Mayor a un edificio propio. Una de los cosos taurinos con la arena más amplia de toda la Península, muestra orgullosa la piedra de las canteras de Osuna diseñada en dos círculos concéntricos de belleza singular. Apoyado sobre un costado un ‘chigre’ El Litronazo, en el que los parroquianos toman chorizo y patatas, gambas cocidas y chocos con cerveza fría.
Mayo de clima benigno, de feria y sevillanas, de fiesta de toros, de gastronomía popular pero extraordinaria para disfrutar en las terrazas sobre la misma calle. Recetas que se anclan en la tradición del lugar con platos de cuchara como el cocido local, sustancioso y potente, las repapalillas (buñuelos) de bacalao, y el guiso de tagarninas, salmorejos y gazpachos, así como las papas de cerdo; conforman un recetario único y original. Hasta su propio AOVE, 1881 de extraordinaria calidad y extraído de los olivares que rodean Osuna. Bares auténticos como Casa Curro y Jicales dan de beber y de comer a base de tapas y raciones
Para sentarse a la mesa, Doña Guadalupe un establecimiento escondido a media calle Quijada, lleva dando de comer a los propios y turistas desde finales de los setenta. Famosas sus repapalillas de bacalao, una suerte de buñuelos ricos y bien hechos. Buena ensaladilla y contundente el revuelto de papas e ibérico. De entre sus guisos como el rabo de toro o el arroz caldoso de perdiz, con un sabor potente y profundo. Para dormir, el acogedor Hotel Palacio Marqués de la Gomera, que se ubica en la calle más bonita de la ciudad y tras cuyo portalón, en uno de los laterales del patio, adornado por una gran fuente de mármol, se guarda una interesante capilla.
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