La Cofradía de San Antón reparte titos en Burgos como hace quinientos años

  • Pedro Sedano.

Pedro Sedano.

Burgos, 17 ene.- La Cofradía de San Antón, vinculada a la iglesia de Santa María la Real y Antigua de Gamonal, un templo gótico, del siglo XIV, construido sobre otro románico del silo XI, mantiene viva la tradición de guisar y repartir titos entre todos los que se acerquen hoy a las grandes perolas que usan para cocinar.

El tito es una leguminosa de grano autóctona, un alimento que lo mismo servía para complementar la dieta cerealista de los animales que para preparar un cocido o un puré, o para consumirlo en verde sobre la marcha para recuperar fuerzas en la misma tierra de cultivo.

"Correr los titos", comerlos a media maduración en el titar ajeno, era una de las tradiciones rurales, aunque esta legumbre, que también ayudó a quitar el hambre durante los tiempos duros de la Guerra Civil y la postguerra apenas se cultiva en estos momentos.

De hecho, la cofradía encarga su plantación cada año a un agricultor de la provincia, concretamente de Villasidro, para poder contar con las más de dos toneladas que utilizan para el reparto del día de San Antón.

La tradición del reparto de titos se remonta al año 1502, la primera vez que aparece documentada, aunque puede ser anterior.

La Cofradía de San Antón cocía, igual que ahora, los titos y se los daba a los peregrinos del Camino de Santiago en lo que entonces era el pueblo de Gamonal, hoy convertido en barrio de Burgos.

El prior de la Cofradía de San Antón, Vicente Ribas, reconoce que lo único que queda de la tradición son los titos y la bendición de los pucheros, que realiza el párroco de Santa María la Real y Antigua al término de la misa de doce, en la que se bendicen también los animales.

El reparto de los titos es, en todo caso, el final de todo el proceso iniciado tres días antes, cuando los cofrades trabajan por turnos en la planta superior de la sede de la Cofradía para picar 250 kilos de ajos, una cantidad similar de cebolla, cien kilos de pimentón picante y cien kilos de dulce, 2.000 guindillas y 2.000 pimientos.

La tradición va ganando adeptos en los últimos años y, desde primera hora de la mañana, hay decenas de personas haciendo cola con todo tipo de recipientes en la mano para recoger los titos.

Ribas explica a Efe que la cola se mantendrá hasta la hora de comer, cuando se habrán repartido 20.000 raciones de titos.

Hace unos años se utilizaban ocho calderas, pero se ha ido aumentando la cantidad que se reparte hasta llegar a las diecisiete calderas que se pueden ver hoy a las puertas de la sede de al cofradía, con las más de dos toneladas de titos cocinadas y listas para repartir.

Entre los primeros de la cada vez más larga cola se puede apreciar perfectamente los diferentes perfiles de los que acuden al reparto de los titos.

Algunos los van a degustar en familia como plato fuerte del día, otros los compartirán con grupos de amigos y peñas y tampoco faltan curiosos que acuden por primera vez a la fiesta y que han decidido que van a probar a qué saben los titos. EFE

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