Pintando tartas

  • Paul Ferney es un artista afincando en San Francisco al que un día se le ocurrió elegir para sus cuadros unas modelos muy especiales: las tartas. Y exponerlas bajo la dirección artística de su mujer en el proyecto Let Them Eat Cake.
Tarta
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Agencias
Alessia Cisternino

Hubo un tiempo en el que los artistas competían para pintar de la forma más realista posible la piel de un limón despegándose del resto del fruto. Su valor y su maestría se medían en los centímetros de tela ocupados por algo que se podía comer y también disfrutar con casi todos los sentidos. El arte elegía la gastronomía como compañera ideal y medida de sí misma. Entonces era 'normal' pero ahora que un artista elija una tarta como modelo es como mínimo original. Las tartas suelen ser las protagonistas absolutas de meriendas en el campo y fiestas de cumpleaños pero no de obras de arte.

Sin embargo esto es lo que se le ocurrió hacer a Paul Ferney, un joven artista afincando en San Francisco, hace algunas semanas. "Un día pregunté a mi mujer Jordan, que es una estilista con mucho talento" explica Ferney "qué tipo de cosas hubiese pintado si hubiese ido a una escuela de arte y hubiese aprendido a pintar. Ella dijo que flores y tartas. Así decidimos empezar una colaboración en la que ella fuera la directora de arte y yo el artista".

Esta colaboración desembocó el pasado 3 de septiembre en una exposición en la que, como era de prever, los espectadores además de disfrutar de este encuentro entre la pintura y la gastronomía han disfrutado de la gastronomía y punto. "Comimos tarta de chocolate, de zanahoria y red velvet (un clásico todo americano a base de chocolate y vainilla)" cuenta Ferney. Ahora la exposición Let Them Eat Cake (sí, la frase es la que, con escasa precisión y mucha fantasía, se dice que pronunció la reina María Antonieta cuando alguien le dijo que el pueblo no tenía pan para comer) "sigue" en Internet.

"Generalmente pinto paisajes" afirma Paul Ferney "empecé a pintar tartas para este proyecto en concreto. Sin embargo, ¡me gusta mucho pintarlas! Las tartas me dejan mucho espacio para soltarme con pinceladas gruesas y espesas, para utilizar colores cálidos y vivos, colores fríos y alegres, y para pasar de los contornos. Al mismo tiempo, mi mujer ha buscado para cada cuadro una frase, una pequeña historia relacionada con lo mejor de vivir y el ser feliz. Cada una es una pequeña celebración de la vida".

Acerca de su proceso creativo, Paul Ferney cuenta que su esposa es la que hace las tartas y se ocupa de su estilismo o que le consigue un modelo de poliestireno para que lo utilice como referencia.

"Principalmente trato de utilizar para cada tarta una paleta de colores limitada al igual que decido de antemano si la pieza va a ser en su mayoría clara u oscura, o rosa, o amarilla, o cálida o fría. Luego decido si el color de la tarta va contrastar esta paleta principal o a casarse con ella. También trato de hacer que cada centímetro de pintura esté lleno de energía y suelo hacerlo juntando colores fríos y colores cálidos. O preocupándome de la dirección de mis pinceladas. O incluso prestando atención al espesor o a la rigidez de la pintura, pero teniendo siempre cuidado de no sobrecargar las pinceladas más enérgicas y frescas. Y al final asegurándome de que cada borde de la pieza sea tan suave o duro como debe ser".

Efectivamente, mirando una cualquiera de estas pequeñas obras de arte tan indudablemente contemporáneas como tan indudablemente impresionistas (Paul admite estar utilizando el impresionismo como guía para este proyecto) es fácil darse cuenta de que los colores y las pinceladas espesas como nata son los principales responsables de su éxito. ¿Por qué? Porque dan ganas de comérselas. Algo que si estuviésemos hablando de fotografía sería bastante normal, pero que para la pintura es todo un reto. Por eso merecía la pena hablar de este (otro) afortunado encuentro entre el arte y la gastronomía.

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