"Todo era posible en la pequeña ciudad de Sol"

  • Cientos de personas pasaron ayer por Sol para ayudar a levantar el campamento. Dos Asambleas, performance y actividades lúdicas se desarrollaron en una jornada de carácter optimista. El día terminó con un emocionante grito mudo a las doce de la noche.

La última noche de los indignados en Sol
La última noche de los indignados en Sol

"No nos vamos, nos expandimos", era el lema que se repetía ayer hasta la saciedad mientras decenas de personas ayudaban a desmantelar la pequeña ciudad que se había ido desarrollando en estos últimos 28 días.

"Voy a echarla mucho de menos" nos dice Rafa, uno de los cocineros de la acampada, o como él se define "el que daba vueltas a la comida". Visiblemente emocionado, este hombre regordete, canoso y de aspecto amigable, nos cuenta su paso por el campamento y como "la solidaridad de las personas hizo de la acampada algo grande".

Mientras Rafa pasea por el campamento y se para a hablar con "compañeros" una hilera de personas se pasa de mano en mano los palés que sirvieron para construir las distintas comisiones, el destino es un camión de limpieza del Ayuntamiento.

El espíritu de sol se mantiene hasta el final: un chico pasa con un difuminador de agua para refrescar a los que trabajan, otro reparte crema solar y mientras, desde la comisión de coordinación interna agradecen la ayuda a toda la gente que se ha acercado a la acampada.

"Gracias a todos, también a los inflitrados que hoy nos están ayudando a levantar el campamento". Y es que, si algo se respiraba ayer era el sabor de la victoria: "Esto no se acaba aquí, seguiremos en los barrios", asegura Endika, de legal, mientras barre el lugar donde se encontraba su comisión.

"Si ha servido para algo este movimiento es para ilustrar el malestar de la sociedad" asegura, "tengo total confianza en que continuaremos". En ese momento dos chicos atraviesan la plaza con un gran cartel: "Mudanzas 15 M" se lee.

Detrás varias personas van pidiendo que la gente deposite sus deseos, dentro de la caja, aparte de minúsculos papelitos se encuentra un ramo de flores. "Yo he deseado que esto continúe, tiene que hacerlo", nos dice una chica.

Lejos queda el 15 de mayo y la manifestación que contó con el respaldo de más de 20.000 personas. "Aquel día fue uno de los más emocionantes", asegura Sara, "aunque esta acampada me ha regalado un montón de momentos. El último ayer, cuando hicimos un cordón alrededor de Cibeles y conseguimos parar el tráfico. Si conseguimos eso en una ciudad como Madrid, ¿que no podremos hacer?".

Sara se instaló en la micrópolis el 17 de mayo y desde ese día su vida ha girado en torno a la plaza. "Me quedo con la gente, con como nos apoyaba. Tenía la sensación de que todo era posible en la pequeña ciudad de Sol" afirma con la voz quebrada, "ahora nos teníamos que ir pero lo hacemos porque queremos, no porque nos echen y eso ya es una victoria".

Una victoria que pasa por mantener vivo el espíritu de reunión. De hecho, si algo quedó claro ayer, es que el trabajo continúa. La Asamblea General informativa sirvió para que tanto grupos de trabajo como comisiones subrayaran que su labor seguiría principalmente con Asambleas semanales que se celebrarán en calles o plazas cercanas al lugar que les vio nacer: la Puerta del Sol.

La Asamblea Informativa también sirvió para recordar a los agredidos en sábado por la policía en Madrid así como a los detenidos en otras ciudades cuando protagonizaban actos de protesta durante la constitución de los Ayuntamientos.

Precisamente ese momento fue el más emocionante para Sarai. Nos la encontramos limpiando una de las cabinas de la plaza: "hay que frotar bien, tenemos que dejarlo mejor de lo que estaba antes", nos dice.

Esta joven llegó de Pamplona el viernes con el único objetivo de ayudar a levantar el campamento. "Es alucinante, esto era como lo que había en Pamplona pero a lo grande. Ten en cuenta que Madrid para nosotros era de alguna manera la que marcaba el camino", sonríe.

De hecho, fue Madrid la que puso la semilla para que las acampadas se difundiesen por 46 ciudades de España y llegase a más de 200 urbes europeas como París, Lisboa, Londres, Bruselas o Atenas, entre otras muchas.

"Cada vez que pienso lo que hemos conseguido me parece alucinante" comenta Maitane mientras limpia la bóveda de entrada al metro. "Lo voy a echar mucho de menos, llevo un mes que salía de trabajar y venía a las Asambleas, a participar en grupos de trabajo... Me imagino que ahora lo que haré será participar en los grupos de trabajo de mi barrio que todavía no lo he hecho".

Y a medida que pasan las horas la plaza de Sol va recobrando el aspecto de hace un mes. Van desapareciendo lonas, palés, estanterías, colchones... Empieza a oler a lejía mientras varios voluntarios frotan el suelo con escobas.

Al lado de ellos, un grupo de chicos edifica una construcción abovedada, miran un plano mientras otros tratan de enderezar clavos para reutilizarlos. Están haciendo el punto de información que servirá para mantener un enlace con los barrios. "No sabemos cuándo acabaremos, depende de la gente que nos ayude" nos comenta uno de los chicos que participa de la construcción de este punto que pretende conseguir que Sol no desaparezca del mapa.

Va anocheciendo y cientos de personas inundan la plaza, han acudido a la Asamblea de barrios, ahora son ellos los que recogen el testigo de la acampada. Poco a poco se va acercando la hora bruja. A las 12 de la noche un grito silencioso se extiende por la plaza, cientos de manos se alzan con mensajes de indignación y esperanza.

Ya no hay lonas azules, ni pasillos, ni comisiones. Por un momento, parece que la ciudad de Sol nunca existió, excepto por un pequeño detalle, bajo la estatua de Carlos III una placa reza: "Dormíamos, despertamos. Firmado: plazatomada".

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