Activista saharaui: "Para salir de allí tuvimos que desaparecer durante un tiempo"

  • Miedo y desconfianza. Eso es lo que han sentido durante la semana que han pasado escondidos en diferentes casas de El Aaiún, los activistas españoles Silvia García y Javier Sopeña. Decidieron salir de la región con la ayuda del Ministerio de Exteriores español para no poner en peligro la vida de los saharauis que les ayudaban. Ahora cuentan a lainformacion.com por qué han salido y cómo ha sido vivir ocultos durante este tiempo.
Santiago Zarraga

"Tuvimos que dejar de hablar por teléfono porque detectaban las llamadas" explica Javier Sopeña. El activista y su compañera, Silvia García, que ofreció una entrevista a lainformacion.com desde uno de sus escondites. Sopeña y García, activistas de la ONG Thawra, eran dos de los pocos extranjeros que estaban en el campamento de Gdeim Izik cuando las fuerzas marroquíes entraron el pasado 8 de noviembre. "Una vez el Ejército había tomado el campamento entero huimos a la ciudad" dice Sopeña, lo que no sabía era que iba a estar una semana escondido.

Tanto García como Sopeña sabían que el otro se encontraba oculto en alguna casa cercana, pero: ¿Cómo se comunicaban? "Los primeros días podíamos hablar por teléfono, pero tuvimos que dejar de hacerlo" cuenta García. La activista detalla que empezaron "a localizar todas las llamadas, teníamos que cortar conversaciones y hacerlas cortas".

"Tuvimos que dejar de usar los teléfonos, la cosa se puso complicada" y nos dejamos mover por nuestros compañeros desde España narra Javier Sopeña. "Sabíamos que tenían acceso a las conversaciones, pero tardamos más en darnos cuenta de que podían localizar [físicamente] la señal".

Consiguieron reunirles en una casa tres días antes de salir, desde allí planearon su escapada. Ya juntos se dieron cuenta de que si querían salir de El Aaiún tenían que "desaparecer durante un tiempo". Dejaron que sus compañeros de la ONG coordinasen su situación desde España. Durante su encierro, García explicaba en una entrevista, la generosidad del pueblo saharaui. De hecho, la gente que cuidaba de ellos es una de las razones por las que salieron.

"Podríamos habernos quedado pero decidimos salir para dejar de poner en peligro la vida de los saharauis que estaban echándonos una mano". Otra clave para comprender la escapada de los activistas era que "no podíamos trabajar, era imposible sacar mi cámara a tomar imágenes" dice Silvia García.

El secreto para moverse en la ciudad

Por seguridad y "por si la tienen que volver a usar otros compañeros en el futuro", ninguno de los activistas quiere revelar la manera en que salieron de El Aaiún. Sí han confirmado que era por la mañana y que se desplazaron en taxi desde sus escondites hasta el lugar donde habían quedado con Mariano Collado, el Depositario de los Bienes de España en El Aaiún.

Collado era la llave para salir sanos y salvos de la zona, pero hasta que no estuviesen con él, los activistas no contaban con ningún tipo de protección. García y  Sopeña llegaron el domingo 14 de noviembre desde la capital del Sáhara Occidental. No han querido inventarse nada. Estuvieron allí una semana completamente escondidos, y García explica: "sólo pude ver algo durante los traslados de casa a casa. Vi algunas calles principales llenas de piedras y la brutal presencia militar".

Sopeña reconoce que durante su semana escondido no pudo ver nada. "Solo vi algo cuando llegué desde el campamento, vi los enfrentamientos entre el Ejército marroquí y los resistentes saharauis". Sopeña explica que los saharauis utilizaban barricadas, ponían bombas en edificios oficiales marroquís y se enfrentaban como podían con los militares.

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