Brasil, la batalla de las favelas II

  • Un mes después de la intervención de los militares en las favelas de Río de Janeiro, los ciudadanos piden que se luche contra el segundo gran frente de la zona: la pobreza. El índice de desarrollo humano de la ONU sitúa el Complexo do Alemao por debajo de Gabón, mientras que otros barrios de la misma ciudad superan la puntuación de Noruega.
Un mes después de la intervención de los militares en las favelas de Río de Janeiro, los ciudadanos piden que se luche contra el segundo gran frente de la zona: la pobreza.
Un mes después de la intervención de los militares en las favelas de Río de Janeiro, los ciudadanos piden que se luche contra el segundo gran frente de la zona: la pobreza.
Getty
Solana Pyne and Erik German, Río de Janeiro (Brasil) | GlobalPost

Los paracaidistas del Ejército brasileño pasan las vacaciones navideñas en dos de las mayores favelas de Río de Janeiro, coincidiendo con la segunda fase de una operación sin precedentes del Gobierno brasileño para hacerse con el control de algunas de las partes más violentas de la ciudad.

Los soldados comenzaron a patrullar hace quince días por las calles de Complexo do Alemao y Vila Cruzeiro, prácticamente un mes después de que comenzasen a ayudar a la policía a recuperar las barriadas del control de bandas de delincuentes.

"Esta operación tiene una importancia histórica para todos nosotros", asegura el comandante Fabiano Lima de Carvalho, de la brigada de paracaidistas. "Esta zona ha estado muchos años sin presencia policial".

Durante el último mes los soldados han estado tan solo en puntos de control en el perímetro del Complexo do Alemao, mientras que los policías se han encargado de realizar las operaciones en el interior de la favela. Ahora el Ejército se está haciendo cargo de toda la operación, y 1.800 soldados trabajarán con unos 200 policías municipales para patrullar las calles.

Las autoridades dicen que se trata de una decisión puramente práctica: la policía no tiene personal suficiente y el gobernador de Río ha pedido a los militares que se ocupen de la operación mientras se forman nuevas unidades policiales para patrullar las favelas. El estado se ha comprometido a no repetir decisiones del pasado, cuando las fuerzas de seguridad irrumpieron en las favelas para atajar el crimen pero después las abandonaron rápidamente, permitiendo así el retorno de las bandas de traficantes de drogas.

Las nuevas patrullas conjuntas coinciden con un descenso de la euforia de muchos residentes tras la relativamente tranquila incursión de la policía y los militares en las favelas hace un mes. Cualquier conversación sobre la operación parece estar dominada ahora por acusaciones de robo a los policías que entraron en las casas buscando delincuentes o contrabando.

"Al principio fue terrible, porque entraban a registrar las casas", dice Alzira Pernambuco, de 54 años. "Tenías que salir a la calle con todo tu dinero, con todas tus joyas. Si lo dejabas dentro, lo perdías".

Los vecinos en general se muestran reacios a criticar delante de una grabadora tanto a los traficantes de droga como a la policía, por miedo a las represalias. Muchos dicen que no ven demasiadas diferencias entre unos y otros. "Son lo mismo. La policía nos protege. Los traficantes nos solían proteger", afirma José Altivo do Reis, de 72 años, un trabajador del metal retirado que vive cerca de la cima de la colina de favelas. "Ahora se está bien. Pero antes no estaba mal. Yo me dedico a vivir mi vida. Nunca me he metido en los asuntos de nadie".

La vida ha regresado más o menos a la normalidad, dicen los vecinos. Las autoridades se han llevado la mayor parte de los coches quemados que los traficantes utilizaban para bloquear el acceso a las barriadas. Vuelve a haber suministro eléctrico. Pero los vecinos dicen que ahora el gobierno debe de seguir adelante y aportarles algunos servicios muy necesitados.

"Queremos servicios sanitarios en el barrio. Lo que están haciendo ahora es simplemente un maquillaje", dice Eleazar Agusto Rodrigues, un vendedor de 64 años que lleva 43 viviendo en la favela. "La única diferencia ahora es que ya no se ven delincuentes, y que en su lugar hay policías. Por lo demás, no ha cambiado nada".

La vida en estas barriadas es difícil. El Complexo do Alemao figura por debajo de Gabón en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU, una encuesta mundial que evalúa los niveles de vida básicos como el acceso a la educación y los cuidados médicos. Por comparación, los barrios selectos de Gavea y Leblon, también en Río de Janeiro, tienen más puntuación en dicho índice que Noruega, el país mejor situado.

La ciudad se ha comprometido a invertir esos datos introduciendo servicios sociales en breve. Los vecinos se debaten entre la cautela y la esperanza.

Josemar Brito de Souza Rocha, de 21 años, sostiene a su hijo de un año en el regazo en una zona de recreo cercana a donde se dice que los traficantes de droga solían deshacerse de los cadáveres de sus víctimas.

Se queja de que la policía ha sido excesivamente violenta con los vecinos, pero también dice estar agradecido porque los traficantes hayan dejado el barrio sin enfrentamientos armados como en el pasado, que se cobraron muchas víctimas inocentes.

Aunque es imposible saber qué pasará ahora en esta enorme ciudad de chabolas, espera que el futuro traiga más trabajo y educación. "Dios está dando una oportunidad a todo el mundo", asegura el joven padre.

Mostrar comentarios