Brasil se queda hasta sin favelas

  • Brasil tiene al menos seis millones menos de casas de las que necesita. Y en Río de Janeiro ya no tienen sitio donde construir ni favelas. Ahora que la boyante economía del país está alimentando una burbuja inmobiliaria, son los más pobres los que salen peor parados.
Favela 'Rocinha' en Río de Janeiro
Favela 'Rocinha' en Río de Janeiro
Getty Images
Erik German, Río de Janeiro (Brasil)

Mientras los bloques de apartamentos improvisados en las favelas de Río van sumando nuevos pisos, los expertos en el sector inmobiliario dicen que la falta de viviendas a precios asequibles en Brasil ha llegado a su punto álgido.

Los compradores están sufriendo los efectos de dos golpes negativos: la inflación nacional y la especulación generada por la celebración en Brasil de los próximos Juegos Olímpicos y del Mundial de Fútbol. Los expertos del sector temen que los crecientes costes puedan acabar dejando la vivienda fuera del alcance del mayor y más prometedor mercado de Brasil: los compradores de ingresos medios y bajos.

Lo sabe bien Eleazar Rodrigues, de 64 años. Este enjuto agente inmobiliario lleva varias décadas vendiendo y gestionando apartamentos en la favela de Complexo do Alemao, un laberinto de calles estrechas y casas precarias en el norte de la ciudad donde viven más de 100.000 personas.

Encajada en el hueco de escalera de un apartamento, la oficina de Rodrigues es un continuo trasiego de clientes con caras de preocupación. "Ya no hay más sitio para construir", dice.

Los precios de las casas se han multiplicado por tres e incluso cuatro en los últimos años, dice. Cuenta que los solares vacíos que eran antes el reclamo de la zona, ahora ya no existen.

"Es una especie de crisis", dice el inversor en bienes inmuebles Rubén Selvanayagam. "Los precios han subido tanto que están totalmente fuera de la realidad y de lo que la gente puede pagar".

El problema es más agudo para los que están en los niveles inferiores de la escala económica. En Brasil se necesitan actualmente unos seis millones de viviendas. Y la gente que gana un sueldo mensual de 1.000 dólares (700 euros aproximadamente) o menos es la que sufre en torno al 90 por ciento de ese déficit.

Para pagar la gran mayoría de las viviendas que se ponen actualmente a la venta los compradores potenciales tienen que ser capaces de pagar hipotecas de 300 o 400 dólares (210 o 280 euros) al mes, explica Selvanayagam.

En un país en donde el Banco Mundial calcula que el sueldo mensual medio es de 670 dólares (470 euros), la escalada de las hipotecas puede acabar llevándose gran parte de los ingresos de una familia.

El Gobierno ha puesto en marcha un programa que en parte está destinado a atajar este problema, pero no ha logrado mucho éxito. Conocido como "Minha casa, minha vida" (Mi casa, mi vida), se supone que el programa concede subsidios a trabajadores de clase media y baja para que paguen la entrada de sus casas nuevas. El objetivo era impulsar la construcción de dos millones de casas nuevas hacia 2014, el 60 por ciento de ellas ocupadas por familias con ingresos de 1.000 dólares (700 euros) o menos al mes.

Pero desde su lanzamiento en 2009 la iniciativa no ha logrado cumplir sus objetivos de construcción, y en lo que va de añono se ha concedido aún ninguna ayuda. "El hecho de que ni siquiera se haya comenzado un proyecto es una muy buena señal de que las cosas están muy complicadas", afirma Selvanayagam.

Aunque el programa siga adelante, algunos veteranos observadores de las desigualdades de Río de Janeiro son escépticos en cuanto a su impacto en favelas como el Complexo do Alemao. Para poder aspirar a una de esas subvenciones, los compradores potenciales deben presentar documentos que demuestren que tienen ingresos suficientes como para cumplir con los pagos de la hipoteca. Eso significa que legiones de pobres que trabajan en el mercado negro no pueden beneficiarse de la iniciativa.

"Cualquiera que trabaje en el sector informal no tiene manera de poder calcular sus ingresos", afirma Janice Perlman, autora del libro "Favela", un estudio de cuatro décadas de pobreza en los barrios marginales de Río. "Así que en realidad se trata de un programa para funcionarios y para personas que no son en realidad las que más ayuda necesitan", dice.

La falta de opciones de vivienda para los más pobres de Brasil es otro ejemplo de lo que Perlman describe en su libro como una de las mayores enfermedades del país: el hecho de que "los pobres simplemente no existen en el mapa mental de los ricos". Costó casi 100 años que las favelas de Río fuesen incluidas al menos en los mapas de la ciudad, dice. En ese tiempo "el número de sus habitantes creció hasta convertirse en un tercio de la población de la ciudad".

En una reciente entrevista Perlman señalaba que el déficit de viviendas asequibles en la ciudad no es un hecho económico abstracto: las favelas construidas de manera improvisada cubren prácticamente todas las colinas disponibles, incluso en las zonas más ricas de Río. "Las evidencias están por todas partes", indica.

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