Era la quinta vez que daba positivo en un control de alcoholemia y por la última ya había pasado un tiempecito en prisión. Por eso, el jurado no lo dudó: solo deliberó durante cuatro minutos antes de condenar a 45 años de cárcel a Stephen Andrew Hall. Ha ocurrido en Fort Worth, Texas.
Hall tiene 59 años y podría morir en prisión, a pesar de que en su ficha delictiva solo figura conducir bajo los efectos del alcohol, sin haber siquiera herido a nadie. Solo podrá optar a la libertad condicional dentro de 11 años, cuando tenga 70. Entonces se revisará su caso. Esa década más un año en la cárcel ya no se la quita nadie.
Cuando fue parado en un control de carretera, Hall reconoció que había bebido dos cervezas. Una temeridad para alguien que había dado positivo cuatro veces antes e incluso había pisado la cárcel como advertencia. Pero lo cierto es que dio 0,18 gramos por litro de sangre, cuando en España se permite hasta 0,5. En Texas, como máximo puedes dar 0,08. Si eres menor de 21 años, cualquier cantidad de alcohol detectada es delito.
El asistente del fiscal del distrito, Erin Cofer, declaraba al final del juicio: "La sentencia de 45 años es adecuada considerando su historial de positivos. Así nos aseguramos de que no vuelve a conducir por nuestras carreteras por un buen tiempo".
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