Cuba metida hasta las trancas en el Gobierno de Chávez

  • Docenas de hombres y mujeres de la isla controlan ministerios estratégicos, aeropuertos y  aduanas. La protección del Presidente de la República se halla en sus manos, y en las instalaciones militares, con proselitismo marxista, conforman las milicias que promueven la violencia contra la oposición.
Rafael del Naranco, Caracas

El primer encuentro de Hugo Chávez con Fidel Castro fue el comienzo de una admiración del teniente coronel  al calor  de un   deseo que arde sin consumirse hasta el día de hoy.

El venezolano llega a La Habana  en diciembre de 1994, diez meses después de que el presidente Rafael Caldera firmara el sobreseimiento de  su condena por rebelión militar  en el golpe de Estado fallido contra Carlos Andrés Pérez dos años antes.

Lo que nunca pudo imaginarse el inquieto visitante al bajar por la escalerilla del avión, es que al  final de la misma estaba Fidel esperándolo, ídolo, con Simón Bolívar, más reverenciado por él.

Ese gesto del hombre de la barba bermeja frente al asombrado discípulo fue un cálculo convertido en la mayor inversión de Castro desde los acuerdos con Moscú en plena "guerra fría".

El recibimiento en el aeropuerto  "José Martí" de aquel hombre macilento dentro de un holgado liquiliqui  color gris, llegado en clase turística en un avión de Viasa, que meses después  sería el dueño del tercer país productor de petróleo, iba a representarle a  la isla el  "maná-nafta" necesario ante la gravísima crisis económica que le dejó el derrumbe de la Unión Soviética.

Fidel hizo variadas jugadas de supervivencia en su larga lucha, y ninguna llegó a la altura de hacerse dueño de ideas, acciones  y movimientos políticos del novato presidente venezolano. Los dos formaron una dupla sin fisuras bajo la égida del dictador habanero.

El alevín de gobernante se embriagó desde el primer instante  ante su sacrosanto mentor. Al poco tiempo lo expresó de manera vehemente: "Fidel: asumo el compromiso de seguir  tu lucha, de continuar tu batalla. Cuba es el mar de la felicidad, y hacia allá va Venezuela".

Meses después, en octubre de 2000,   se firmó el estratégico Convenio Integral de Cooperación, que ha sido ahora  prorrogado  por diez años más.

Venezuela es el pilar fundamental de la economía de Cuba. La Habana recibe cada día 90.000 barriles en condiciones excepcionales y los "abona" con el trabajo de miles de técnicos en educación, salud y deporte a los que el gobierno de la isla tiene como materia de canje pagándoles un sueldo mísero.

60.000 cubanos

La oposición ha criticado esas avenencias estrechísimas: Venezuela entrega más de lo que recibe. Cuba envió  unas  60.000 personas: la mitad actúan como médicos en la Misión "Barrio Adentro" –en estos años 100.000 doctores venezolanos se fueron al exterior al no valorárseles   sus experiencias sanitarias -, en planes agrícolas, pesqueros, deportivos y de asesoramiento en empresas estatales.

El resto ocupa cargos reservados en la Constitución a venezolanos de nacimiento. Eso son los "siboneyes" privilegiados por la nomenclatura marxista.

En este apartado están los ministerios de Justicia e Interior, Educación, Información, Secretaria de la Presidencia y Defensa.

Fiscalizan aeropuertos, notarias, aduanas; se han hecho cargo de la  entrega de pasaportes, células de identidad, y realizan inspección estricta de las comunicaciones.

Con su asesoramiento,  la Asamblea Nacional prepara la ley de control sobre Internet, con las mismas características leguleyas que ya existen en Cuba.

Otro de los renglones son las exportaciones. Empresas cubanas manejan esos rubros como una extensión de las existentes en la isla. Hay empresas de pesca, aviación, acero, aluminio, leche y  cereales mancomunadas.

Realizan controles puntuales  en los estamentos castrenses. La protección del Presidente de la República se halla   en sus manos bajo  estrechos círculos impenetrables.

La famosa frase de Hugo Chávez: "Yo no necesito policías, a mi me protege el pueblo", ha quedado en los anales de las viejas evocaciones en desuso.

Comandante Valdés, alias "El Chivo"

Un personaje funesto a razón de su oscura historia de opresión y control férreo contra el pueblo cubano, vicepresidente del Consejo de Estado, del Consejo de Ministros, miembro del Buró Político del Partido Comunista  y con los títulos grandilocuentes de Comandante de la Revolución y Héroe de la República, es la mano que mueve la cuna del control fidelista en Venezuela.

A este general,  Ramiro Valdés Menéndez, alias "El Chivo",  - Ramirito, un mulato "ruso",  al decir de Cabrera Infante -  al permanecer largas temporadas en Caracas – despacha directamente con Chávez -   le cubre la extraña "tapadera" de encabezar una permanente  "comisión técnica  sobre electricidad", cuando en su país, tras 50 años de revolución, han sido incapaces de electrificar ni el 40 por ciento de la isla.

Actualmente, en la tierra de Francisco de Miranda sus pilares se sostienen con el latiguillo de "bolivariano". En ese cronograma, la Fuerza Armada Nacional, universidades, alcaldías, liceos, policía, comunas, bancos, institutos científicos, equipos deportivos y culturales, forma esa entelequia denominada Socialismo del Siglo XXI.

 En los cuarteles, espacio donde  con más ahínco trabajan ideológicamente los comisarios  del malecón antillano en la construcción del binomio "pueblo - ejército", el malestar se hace sentir.  Panfletos en los pasillos, pintadas en baños y dormitorios, dejan claro  que no todos los oficiales se han plegado al lema cubano-chavista: "Patria, Socialismo o muerte. ¡Venceremos!".

Las acusaciones del general

Un general de Brigada, Antonio Rivero, ex director  de Protección Civil durante casi cinco años, solicitó su baja con la intención de expresarle al país la realidad en los cuarteles.

Chávez lo despellejó con sus hirientes palabras, señal inequívoca de que su viejo compañero de armas desnudaba una verdad incuestionable: los cubanos  están en las instalaciones armadas haciendo proselitismo marxista y conformando las  milicias que promueven la violencia contra la sociedad civil que solamente tiene como arma la protesta, "y eso – reafirmó el militar - es traición  a la patria de  los altos mandos que lo están permitiendo".

En una rueda de prensa,  Rivero fue conciso y sincero: "Por los momentos no puedo revelar todo lo que conozco, y es mucho, pero si confirmo que la presencia de los cubanos  en las Fuerzas Armadas va más allá de lo que debiera ser permitido, al estar manejando áreas estratégicas como  los servicios de inteligencia y el control estricto del personal".

Esto lo confirman semanas después  los documentos liberados por "Wikileaks", en cuyos cables había uno  demoledor que avalaba las palabras del general Rivero: "La inteligencia de los hermanos Castro tiene acceso directo a Hugo Chávez sin la presencia de agentes venezolanos", algo normal cuando  la Dirección de Inteligencia Militar (DIM) y el Servicio de Inteligencia Bolivariano (SEBIN), reciben y obedecen órdenes de altos funcionarios de la "tierra del cocodrilo verde"  en palabras de Nicolás Guillén.

La politóloga venezolana residente en Francia,  Elizabeth Burgos,   ha marcado en su último análisis un punto crucial: "Gracias a Hugo Chávez, al fin se realiza el sueño castrista  de imponerse en Venezuela. Más que nunca el paralelismo aparece como el signo que une a ambos países. Unidos en una relación  simbiótica, los dos practican la corrupción en la desmesura".

Esa asociación debe  ser el "mar de la felicidad" del que habla el Caudillo venezolano.

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