Donald Trump, un zafio maleducado al que le pierden las formas y es impredecible

  • Tiene la capacidad de hablar con un lenguaje que resulta inteligible y cómodo para buena parte del electorado republicano.

    Su incontinencia verbal, que incluye expresiones ofensivas para oponentes políticos y minorías sociales, le resta votos en los sectores moderados.

¿Cómo sería una campaña entre Hillary y Trump?
¿Cómo sería una campaña entre Hillary y Trump?

El lenguaje políticamente correcto no existe para Donald Trump, salvo para saltárselo a la torera. O cabría decir “a lo cow-boy”, como le gusta aparecer ante quienes, según las primeras encuesta, aparecen como votantes potenciales: los habitantes del viejo oeste americano.

Su fama se disparó en la precampaña electoral por una declaraciones despectivas sobre los inmigrantes mexicanos. Calificó a sus vecinos como “corruptos, delincuentes y violadores” y prometió la construcción de un muro para evitar la inmigración ilegal, y financiarlo con las remesas de los mexicanos.

Estas palabras no le salieron gratis. Causaron un enojo descomunal entre la cada vez más potente comunidad latina de EEUU. El influyente canal hispano Univisión canceló su contrato de la retransmisión de Miss Universo, cuyos derechos son propiedad de Trump. Cantantes y artistas de América Latina le dedicaron severos reproches.

Y no solo los latinoamericanos: también poderosos estadounidenses como el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, le tuvo que recordar que el país que Trump aspiraba a presidir era una nación creada por inmigrantes. Pero a Trump nada de esto parecía importarle. Más bien lo contrario: perseveró en su misma línea provocativa, convencido de que estaba ganando muchos votos con esa imagen de Berlusconi del medio oeste. Las encuestas les eran cada vez más favorables.Chinos y mujeres

Decidido a crear más polémica, se sumó a los negacionistas del cambio climático, diciendo que era “un engaño” y “un concepto creado por y para los chinos, y para que el sector manufacturero estadounidense pierda competitividad”.

Por si se había granjeado pocos enemigos en la opinión pública, decidió irritar al feminismo más radical apoyando algún tipo de castigo para las mujeres que abortan. Bien es cierto que días después rectificó indicando que debería ser “legalmente responsable” el médico que lo practica y no la mujer.

Trump sabe cuál es su rival, Hillary Clinton, a la que no ahorra sus críticas por la condición que, en apariencia, podría resultarle más desfavorable políticamente: que ella es mujer. Lejos de cualquier reparo, el magnate aprovecha el sexo de su oponente para resaltarlo como principal debilidad. “Si Hillary fuera un hombre, no ganaría ni el 5% de los votos”, declaró tras ganar las primarias republicanas en cinco estados.

¿Por qué Trump se muestra tan zafio y tan maleducado? Muy sencillo: porque su estrategia funciona. “Todos y cada uno de los que me han atacado brutalmente están cayendo. Empezamos siendo 17 precandidatos republicanos y quedamos cuatro”, dijo hace unas semanas.

(Te interesa leer: Así sería EEUU con las políticas de Trump)

Ahora solo queda él. Los hechos le han dado la razón. Ser el “chico malo” de la campaña se ha resultado rentable. Importa menos su indefinición programática o el sentido hacia el que va a oriental aspectos importantes de un Gobierno, como la política exterior. En muchos aspectos esenciales, Donald Trump es un perfecto desconocido, pero eso poco importa en una larga campaña que requiere de muchos titulares. Y para esto último, Trump se ha revelado como un maestro.

Sigue @martinalgarra//

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