EEUU teme que 5 millones de personas queden sepultadas bajo el agua por culpa del cambio climático

    • Desde la década de los 80 la intensidad, la frecuencia y la duración de huracanes procedentes del norte del Altántico han aumentado considerablemente.
    • El agua podría asolar ciudades al nivel del mar, como Miami.
Tamara Fariñas

El cambio climático no es algo de lo que se haya empezado a alertar ahora, sino que hace tiempo que los organismos internacionales y grupos en defensa del medio ambiente advierten de las trágicas consecuencias del calentamiento global. Después de numerosos informes, entre ellos el del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, dependiente de la ONU, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se ha comprometido, de nuevo, con la política climática después de haber dejado la cuestión en segundo plano desde su reelección a la Presidencia.

Ahora, Obama ha recuperado el espíritu ecologista que tenía cuando ejerció como senador en Illinois y lo hace de la mano del último informe sobre cambio climático supervisado por la propia Casa Blanca: la tercera Evaluación Nacional del Clima, un análisis que se realiza cada cuatro años elaborado por cientos de científicos bajo la supervisión del Gobierno estadounidense.

En el informe se detallan uno a uno los efectos del cambio climático en Estados Unidos, un país que se vería afectado por precipitaciones y sequías más intensas. En este sentido, el informe explica cómo la temperatura de Estados Unidos ha seguido una tendencia ascendente. Especialmente desde 1970, cuando más ha aumentado la temperatura en todas las regiones del país salvo en el sureste. De hecho, 2012 se ha convertido en el año más cálido para Estados Unidos. También la duración de la temporada de heladas tiene la misma tendencia, ya que desde los 80, esta temporada se ha ido alargando cada vez más.

Junto al aumento de la temperatura y la extensión de los períodos de helada, Estados Unidos ha visto cómo aumentaba hasta un 5% de media el nivel de las precipitaciones, pero hay que tener en cuenta las diferentes regiones. Desde 1991, por ejemplo, las precipitaciones han aumentado hasta un 8% en el norte, un 9% en el medio oeste y un 8% en las grandes llanuras del sur. En el resto del país, sobre todo en el sur y el este, no han sufrido este aumento. Lo que provoca esta tendencia es que cada vez existen más contrastes entre las zonas áridas y las zonas húmedas. Es decir, los últimos cambios en los niveles de precipitación han provocado que las zonas húmedas sean más húmedas todavía y las secas, más áridas. Estas modificaciones en los niveles de precipitaciones se deben, principalmente, al aumento de la temperatura y a los cambios de patrones climáticos, derivados sobre todo de la actividad humana.A mayor temperatura, más lluvias torrenciales

Otra de las consecuencias de las que alertan en esta tercera Evaluación Nacional del Clima es la del aumento de las fuertes tormentas y lluvias torrenciales. Según el informe, durante los últimos años ya se han convertido en un fenómeno frecuente. Desde 1991, la cantidad de agua que ha caído durante este tipo de lluvias torrenciales ha superado considerablemente la media, un incremento que ha sido mucho mayor en los estados del norte, del medio oeste y en el norte de las grandes llanuras, superando en más de un 30% la media de las cifras del período comprendido entre 1901 y 1960.

La razón principal vuelve a ser el aumento de la temperatura. El aire más cálido contiene más vapor de agua que el frío. El cambio climático altera, de hecho, las características dinámicas de la atmósfera.

Desde que comenzó la década del 2000, las temperaturas extremas también se han notado en Estados Unidos. Las olas de calor, que son normalmente períodos anormales de calor extremo que suelen durar de varios días a varias semanas, se han convertido en otro fenómeno reciente durante los últimos años. Los datos sugieren que los últimos diez años son la representación de las condiciones de sequía más graves de los últimos 800 años. La mayor parte de las regiones del país han vivido su mayor número de olas de calor cortas en la década de los treinta.

Además, las olas de calor extremas prolongadas, de varios meses, se han convertido en algo más habitual. Las recientes olas y sequías de Texas en 2011 y en el medio oeste, en 2012, supusieron nuevos récord de temperaturas en el país. El verano de 2012 se convirtió en el más cálido, con unas temperaturas un 10% superiores a las del último período contabilizado de 118 años, en al menos 28 de los 50 estados.Huracanes procedentes del Atlántico

La intensidad, la frecuencia y la duración de huracanes procedentes del norte del Altántico, así como la frecuencia de huracanes de gran potencia también ha aumentado considerablemente desde la década de los 80. El aumento en este tipo de fenómenos está relacionado parcialmente con el aumento de la temperatura de la superficie del mar, el lugar donde se generan los huracanes.

Algunos estudios sugieren que la causa de la tendencia al calentamiento del Atlántico desde los 70 corresponde a un proceso de variabilidad natural, mientras que otros creen que los gases que atrapan el calor son producidos por el hombre y por la contaminación, derivada del ser humano.

Al igual que las olas de calor han aumentado, también las tormentas de invierno son más frecuentes e intensas desde el último medio siglo. Sin embargo, las tendencias en este tipo de fenómenos no está claro si se puede relacionar directamente con el aumento de la temperatura. Los científicos todavía están investigando si existen alguna conexión entre el cambio climático y las fuertes tormentas, aunque ya hay alguna contribución de carácter social a este estudio, que achaca el aumento de las tormentas al aumento de la población y la riqueza.

El agua podría asolar ciudades al nivel del mar

El nivel global del mar ha aumentado ocho pulgadas, unos 20 centímetros, desde 1880 y podría aumentar de uno a cuatro pies, entre 30 y 120 centímetros hasta 2100. Desde 1992, la tasa de aumento del nivel del mar se ha casi duplicado en comparación con las cifras del pasado siglo. Si sigue aumentando, esto podría afectar a los cerca de cinco millones de personas que viven dentro de esos cuatro pies de altura, que son las ciudades conocidas como 'al nivel del mar', entre las que se encuentra Miami. En las próximas décadas, las tormentas y las mareas altas podrían combinarse con este fenómeno dando lugar al hundimiento del terreno, lo que provocaría inundaciones en muchas de las regiones en esta altura.

El aumento de las temperaturas vuelve a ser el causante de otro de los efectos de las que alerta el informe: la reducción de la capa de hielo, tanto en tierra como en los lagos o en las aguas. La zona de los Grandes Lagos, por ejemplo, ha perdido su cobertura de hielo en más de un 63% desde 1970. Los análisis recientes indican una reducción de la capa del 36% en otoño durante la última década.

La capa de hielo del Ártico alcanzó su mínimo en 2012, con más de 200.000 millas cuadradas de hielo desaparecido. Esto provoca que se aumente la temperatura en el Ártico mediante la sustitución de blanco y del hielo que absorbe menos energía, por agua oscura que absorbe más energía del sol. Esto afectaría a regiones como Alaska.

Además del aumento de la temperatura en el mar, los océanos están sufriendo acidificación debido a la absorción del dióxido de carbono emitido a la atmosfera. Las emisiones de carbono inducidas por el ser humano se disuelven en el mar reduciendo los niveles de pH del agua, es decir, acidificándola, y amenazando a muchos ecosistemas marinos. Actualmente el mar absorbe en torno a un cuarto del CO2 que se produce cada año. Los últimos 250 años los océanos han absorbido 560 millones de toneladas de CO2, aumentando la acidez de la superficie del mar cerca de un 30%. Esto provoca la supresión de la concentración de iones de carbonato, que calcifican animales como corales, zooplankton o comida marina. Además, supone un riesgo para los humanos ya que más de un billón de personas tienen en el océano su principal fuente de proteína.

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