En las protestas de Egipto hay más ganadores que perdedores

  • Empieza a dibujarse una línea divisoria que deja a un lado los demócratas, los internautas, los Hermanos Musulmanes y El Baradei y al otro al Partido Nacional Democrático, la camarilla del Gobierno y los islamistas radicales de dentro y fuera del país.
La oposición egipcia califica de poco concluyente la reunión
La oposición egipcia califica de poco concluyente la reunión
Fernando de Luis-Orueta

GANADORES

Los internautas. Los usuarios de internet han sido los grandes protagonistas de las protestas. No es una cuestión de expertos tuiteros ni expertos digitales, sino de gente corriente que tiene un perfil en Facebook y se comunica con sus amigos por esa y otras redes sociales. Desde que la llama prendió en Túnez, volcaron ahí las esperanzas de un levantamiento en su país. Y al hacerlo se dieron cuenta de que no estaban solos, de que eran multitud y tan sólo tenían que ponerlo en marcha.Los demócratas. Pero no sólo se han echado a las calles los internautas. A ellos se les han unido padres y abuelos, familias enteras que han acampado en posiciones en la plaza Tahir de El Cairo, el epicentro de las protestas, y en otras tantas calles de todo Egipto. Su derecho a elegir quién ha de gobernarles ha resultado ensordecedor para el régimen, que ha tenido que aceptar por primera vez un diálogo con la oposición.Los Hermanos Musulmanes.La principal fuerza opositora nunca fue un secreto ni un grupo perseguido. Desde sus madrazas y hospitales, se mantenían en un segundo plano, sabiendo que estaban sembrando para recoger algún día. Esa fecha parece estar próxima. La reunión que han mantenido con el vicepresidente, Omar Suleiman, es la mejor prueba de ello. Mohamed El Baradei. Ex presidente del Organismo Internacional de la Energía Atómica y ganador del Premio Nobel de la Paz en 2005. Plantear una transición en un país sin tener en cuenta a alguien con esas credenciales sería un absurdo. Consciente de ello, El Baradei ha sido firme pero discreto. Al comienzo de las protestas exigió la salida de Mubarak, después dio un paso atrás para que se escuchara al pueblo. Se ha ofrecido como un "agente para el cambio", aunque descarta presentarse a unas hipotéticas elecciones. Ha decidido actuar como un hombre ejemplar y por ahora lo está consiguiendo.El Ejército. Desde el primer momento, la actitud de los soldados egipcios ha sido ejemplar. Cuando recibieron la orden de sacar los tanques a la calle y tomar posiciones en la plaza Tahir la acataron sin apretar un gatillo. Los manifestantes treparon sobre los acorazados, se tumbaron ante ellos para impedir si avance, pidieron a los militares que se pusieran de su lado. Y el Ejército hizo lo que tenía que hacer: nada. Al Jazeera. La cadena de televisión creada para contrarrestar el poder global de la CNN se ha convertido en una referencia informativa en todo el mundo. Su labor ya fue básica en la segunda Guerra del Golfo, pero ahora ha desarrollado un trabajo mucho más complejo y depurado. Las equivocaciones de plataformas rivales como Al Arabiya, que se lanzó a anunciar erróneamente la dimisión de Murbarak al frente del partido de Gobierno o que dio por bueno un bulo sobre un atentado contra un alto cargo, han abundado en el prestigio de Al Jazeera, consolidad ya como la mejor fuente informativa en esta crisis.

PERDEDORES

La camarilla de Mubarak y el Partido Nacional Democrático. La élite que gobernaba Egipto en torno al presidente fue la primera en caer. Cuando Mubarak comprendió que las protestas no se iban a disolver por sí solas, les ofreció como sacrificio a su Gobierno. La formación de uno nuevo, con Omar Suleiman como nuevo hombre fuerte y posible sucesor del 'rais', no fue suficiente. La siguiente en caer -y, hasta ahora la última- ha sido la organización política de Mubarak, el Partido Nacional Democrático. El duodécimo día de las protestas se tradujo en la renuncia en bloque de su cúpula, en la que figuraba entre otros el hijo del presidente, Gamal Mubarak, quien se perfiló en su día como su posible sucesor en la jefatura del Estado.Hosni Mubarak. Por ahora sigue en el poder, incluirle entre los derrotados puede ser prematuro e, incluso, posibilista. Pero lo cierto es que cuando comprobó que cesar a su Gobierno era una medida inocua, tuvo que anunciar que no se presentaría a las siguientes elecciones. Además, su papel en estos días está siendo discreto. No ha liderado la crisis, no se sabe si por temor al desgaste o para impulsar la figura de Suleiman. Sea como fuera, varios países se han ofrecido a organizarle una salida digna, como es el caso de Alemania, a donde viaja regularmente por razones médicas.Los partidarios del régimen. En el lado opuesto a quienes claman por la salida del 'rais', sus partidarios han quedado en una posición muy delicada. No sólo por apoyar un régimen autocrático sino por haber cometido el gravísimo error de desenvainar las espadas. Su provocadora entrada en la plaza Tahir acabó con dos muertos y no fue a más gracias a la intervención del Ejército. Si tenían razones, las han perdido.Los islamistas radicales. Desde que empezaron las manifestaciones, los islamistas han tratado de sacar tajada del descontento e impulsar su proyecto político-religioso en el país. Pero su intento ha sido un fracaso. Lo último que quieren los egipcios es ver a su país enfilar la senda por la que ha discurrido Irán, enfrascado en alimentar la rivalidad con Occidente. Tampoco les gusta el ejemplo de Turquía, donde un Gobierno democrático pero islamista ha complicado inevitablemente su encaje en Europa. A este respecto, Irán merece una mención especial. Alí Jamenei, líder supremo del país, interpretó las protestas egipcias como "un despertar islámico" y "resultado de la victoria de la gran revolución de Irán". Unas declaraciones que no sólo caen por su propio peso sino por la vía de los hechos. En cuanto han tenido ocasión, los Hermanos Musulmanes han dejado claro que esa visión del mundo no tiene nada que ver con ellos. Pero hay algo más en disputa: el liderazgo de la región. Con un Irak devastado, sólo Irán y Egipto pueden disputársela. Si hasta ahora un Egipto autárquico ha sido el interlocutor con Occidente, qué no será un país con un régimen democrático.La diplomacia de la conveniencia. El viejo pensamiento de "es mejor que haya un dictador pero que sea de los nuestros", tan manejado por las dos grandes superpotencias en la era de la Guerra Fría, queda definitivamente enterrada. Ningún país del mundo puede ya ni sugerir apoyo a un tirano. Estados Unidos, que mantiene una estrecha colaboración con el régimen de Mubarak, no le ha dado ni una botella de oxígeno. Más bien al contrario ha pedido que haya reformas democráticas y que se hagan cuanto antes. Los gobiernos autocráticos del norte de África y la península arábiga. Por ahora han sido Túnez y Egipto, pero muchos esperan que la ola no se detenga ahí. Jordania, Siria, Argelia y Yemen están en la mente de todos. Sus regímenes pueden tener las horas contadas y lo saben.

Mostrar comentarios