Erdogan se reinventa tras las revueltas árabes

  • Turquía se está viendo obligada a abandonar su política de 'cero problemas' y dejar de ser tan permisiva con los regímenes autoritarios del mundo árabe. Mientras que los intereses económicos turcos en Libia se tambalean, Ankara analiza las revueltas en la vecina Siria. Si la crisis no se estabiliza, muchos sirios pedirán ayuda a Turquía.
Desde hace años Turquía ha mantenido una política de "cero problemas" con sus vecinos de Oriente Medio.
Desde hace años Turquía ha mantenido una política de "cero problemas" con sus vecinos de Oriente Medio.
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Nichole Sobecki, Estambul (Turquía) | GlobalPost

Turquía se ha ido consolidando como un peso pesado regional, expandiendo su red de influencia a lo largo del mundo árabe. Pero mientras el viejo orden regional se tambalea bajo la oleada de revoluciones, el gobierno del primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan se está comenzando a replantear su política exterior (que en los últimos años ha consistido en ser correcto con todo el mundo) y adoptar una postura más valiente frente a los regímenes autoritarios.

"Han estado tratando de adoptar un camino realista en medio de todo este laberinto", asegura Hugh Pope, director del proyecto turco-chipriota del International Crisis Group con sede en Bruselas. "Pero esto está suponiendo una verdadera llamada de atención para Turquía".

Turquía mantiene viejas alianzas con gobiernos ahora acosados por las revueltas populares; unos lazos que han cultivado de forma meticulosa a través de su política de "cero problemas con los vecinos". Siguiendo esa política, ha fomentado una mayor integración económica y diplomática con los países de Oriente Medio.

Antes de que comenzase el levantamiento en Libia, por ejemplo, Turquía había tratado de estrechar las relaciones con su líder, Muammar el Gadafi. Las exportaciones turcas a Libia suman 1.400 millones de euros al año, y 25.000 de sus ciudadanos trabajan allí en grandes proyectos de construcción, fundamentalmente en cooperación con el gobierno de Gadafi.

Pero tras dos meses de enfrentamientos violentos entre los rebeldes y las fuerzas leales a Gadafi, en los que se cree que ya han muerto unas 30.000 personas, Erdogan ha decidido finalmente dar un paso adelante: ha ordenado el cierre de la embajada de Turquía en Trípoli (una de las últimas que permanecía abierta) y ha pedido a Gadafi que deje el poder de inmediato.

"Muamar al Gadafi, en lugar de tomar en cuenta nuestras sugerencias, evitando el derramamiento de sangre o buscando formas para mantener la unidad territorial de Libia, escogió la sangre, las lágrimas, la opresión y los ataques a su propia gente", dijo Erdogan la semana pasada en una conferencia de prensa televisada.

Ese ha sido el primer paso de Turquía en contra de un antiguo socio, pero probablemente no será el último, según apuntan los analistas. Envuelto en el llamamiento de Erdogan a Gadafi para que deje el gobierno parecía haber también un mensaje para el presidente de Siria, Bashar al Asad. "Creo necesario repetir mi advertencia a los países de la región", señaló el presidente. "La igualdad, la justicia y la democracia no son el derecho de algunos países, sino de todas las naciones".

Siria, un país con el que Turquía había acordado recientemente abolir el requisito de visado y desarrollaba ejercicios militares a pequeña escala, ha respondido con brutal violencia a un movimiento de protesta popular que va en aumento, matando a cientos de personas.

"Aunque no estaba dirigiéndose directamente hacia Siria, dejó claro que el apoyo de Turquía a Al Asad no es incondicional", asegura Joshua Walker, profesor de la Universidad de Richmond y experto en Turquía.

Si Libia era un problema para la política exterior turca, Siria lo es aún mucho mayor. Por muchos motivos, Siria es la puerta de Turquía con el mundo árabe, y es un lugar en el que ha estado invirtiendo fuertemente durante años.

Las imágenes de Siria publicadas por la prensa turca ofrecen un retrato atroz de las fuerzas de seguridad disparando a manifestantes desarmados. En torno a 200 miembros del partido Baaz han dimitido en protesta, y por lo que parece la violencia no terminará de un día para otro.

Turquía, que no parece dispuesta a enfrentarse directamente con Al Asad, ha adoptado la misma estrategia que con Gadafi: una mezcla de presión en el ámbito privado y una velada crítica en público. El mes pasado el ministro de Asuntos Exteriores de Turquía visitó a Al Asad y el jefe de la inteligencia turca viajó como enviado a Damasco.

Pero con Siria tan cerca de casa, Turquía tiene más que perder que en Libia si la gravedad de la situación continúa aumentando.

Siendo un país profundamente sectario, con una minoría alauita controlando todos los niveles del poder en un país de mayoría suní, la situación en Siria puede volverse mucho más dramática de lo que ya es en la actualidad. El comercio entre los dos países podría paralizarse y decenas de miles de refugiados podrían terminar a las puertas de Ankara.

Durante toda la oleada de cambios que se están sucediendo en su entorno, Turquía ha estado manteniendo en general un perfil cauteloso, midiendo sus respuestas. "Han puesto mucho énfasis en la política de cero-problemas, aunque les cueste su relación con Occidente", dice Pope. "Pero, durante algún tiempo, Oriente Medio va a ser menos estable, menos rico y menos atractivo".

Durante años Erdogan ha defendido a los palestinos, lo que le ha enfrentado a Israel y dado popularidad en las calles del mundo árabe. Pero ignorando la violencia contra los civiles en las ciudades libias durante tanto tiempo, y haciendo ahora lo mismo con Siria, los expertos creen que el primer ministro turco corre el riesgo de perder la credibilidad que se ha ido labrando con tanto cuidado.

Hasta que la semana pasada Erdogan tomó la decisión de romper diplomáticamente con Libia, en las calles de Bengasi, la capital rebelde, se estaban quemando banderas turcas y su consulado estuvo a punto de ser asaltado.

"La visión de Turquía de Oriente Medio se basaba en la cooperación con el status quo", asegura Semih Idiz, columnista del diario turco Hurriyet. Pero "Ankara tendrá que establecer ahora unos nuevos puentes", añade.

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