Un escenario "español" para negociar la solución a la guerra más cruel del mundo

Una imagen tomada desde territorio turco muestra humo saliendo de objetivos dentro de Siria durante el bombardeo de las fuerzas turcas en la ciudad de Ras al-Ein. /EFE/EPA/ERDEM SAHIN
Una imagen tomada desde territorio turco muestra humo saliendo de objetivos dentro de Siria durante el bombardeo de las fuerzas turcas en la ciudad de Ras al-Ein. /EFE/EPA/ERDEM SAHIN

La histórica reunión entre el Gobierno y la oposición de Siria que se ha producido este miércoles en Ginebra para iniciar los trabajos de una nueva Constitución que ponga fin a ocho años de guerra tiene un escenario muy especial y con toques notablemente españoles: la Sala del Consejo del Palacio de Naciones.

Decorada entre 1935 y 1936 por el muralista barcelonés Josep María Sert (1874-1945), se trata de una de las salas con más personalidad del edificio que hoy es sede europea de la ONU.

Entre sus paredes se reúne cada vez la Conferencia de Desarme, un foro de negociación multilateral creado en 1979 para frenar la carrera armamentística durante la Guerra Fría, por lo que fue vista como un lugar ideal para intentar dar pasos hacia el fin de la guerra civil en Siria.

Pintura, arquitectura y filosofía española

La Comisión Constitucional de Siria, formada por 150 miembros (50 del régimen de Bachar al Asad, 50 de la oposición y 50 de la sociedad civil), deliberará sobre el contenido de una nueva carta magna rodeada de los murales de Sert, alegóricos de los perniciosos efectos de la guerra y de la necesidad de paz.

Sert, quien durante su carrera también decoró el Congreso de los Diputados de España o el Palacio de la Magdalena, residencia de los reyes en Santander, usó el color negro sobre fondo dorado para pintar estos murales, en los que hay varios guiños a España, pues se muestra entre otras cosas el campanario de la Catedral de Salamanca. Bajo esa torre se presenta al filósofo renacentista Francisco de Vitoria impartiendo una lección en la prestigiosa universidad salmantina, como metáfora de la creación del derecho internacional.

Sert, pintor y salvador de pinturas

El artista catalán recibió el encargo de pintar este mural cuando el edificio de Ginebra era la sede de la Sociedad de Naciones, antecesora de las Naciones Unidas, y poco después ayudaría a guardar en este mismo edificio las obras del Museo del Prado que fueron sacadas de España durante la Guerra Civil.

En el interior de la sala hay una placa conmemorativa ofrecida por el Gobierno español en 1986, con ocasión del 50 aniversario de una habitación en la que se discuten con escaso éxito planes de desarme global. La sala ha sido probablemente elegida como escenario de las negociaciones por tener un carácter más neutral que otras conocidas habitaciones del Palacio de Naciones, como la Sala de la Alianza de las Civilizaciones, decorada entre 2007 y 2008 por otro artista español: Miquel Barceló.

Esta última es la sede habitual del Consejo de Derechos Humanos, desde cuyo púlpito se ha denunciado repetidamente en los últimos ocho años los crímenes y abusos perpetrados por el régimen de Al Asad y, en menor medida, por los grupos rebeldes armados que le han combatido.

Ideal para políticos, no para la prensa

La disposición de asientos en la Sala del Consejo le da un aspecto más asambleario, como se mostró en la reunión inaugural de hoy, en la que la delegación del régimen se sentó a la izquierda de la presidencia y mirando frente a frente a la oposición, a la derecha, con los representantes de la sociedad civil al fondo.

Un inconveniente del recinto es su menor tamaño en comparación con otros del Palacio de Naciones, lo que afecta especialmente a la numerosa prensa internacional que ha llegado a Ginebra para cubrir estas reuniones, en particular de Siria y de Oriente Medio. Los periodistas han tenido que enfrentar mayores limitaciones de seguridad que las normales en la sede de la ONU y tenido que hacer colas de hasta media hora sólo para acceder a los recintos tras pasar estrictos controles de metales.

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