Qué gana y qué pierde la democracia tras el fallido golpe de Estado en Turquía

  • Los analistas concluyen que Erdogan sale reforzado y que seguirá avanzando en la islamización del país. No descartan una purga en todos los estamentos.

    El Gobierno anuncia una limpia en el Ejército e incluso sugiere recuperar la pena capital. La UE podría tomar medidas contundentes si se recurre a la violencia.

El presidente turco Recep Tayyip Erdogan.
El presidente turco Recep Tayyip Erdogan.

Turquía se encuentra ahora mismo en una encrucijada tras el fallido golpe de Estado de la noche de este viernes. La sublevación se ha producido por la escalada de islamización del país promovida desde el Gobierno legalmente establecido, más cercano en ocasiones a posturas autoritarias que a las democráticas. La pregunta que surge ahora es: "¿Y ahora qué?" Los analistas creen que el Ejecutivo sale reforzado.

Erdogan ha sido y es el vivo ejemplo de la conversión de un político democrático, porque así fue elegido, en una personal dotada del máximo poder en un país y que ha convertido de la corrupción su forma de vida, amparado o fomentado por su pensamiento egomaniaco que se basa en la represión para perpetuarse en el Palacio Presidencial.

No hay que olvidar sus coqueteos con Hamas, mostrando su oposición a Israel, así como la excesiva permisividad dada a los islamistas, principalmente del Frente al-Nusra (al-Qaeda) en sus idas y venidas a lo largo de la frontera con Siria. Ambos han sido varios de los factores que han propiciado que el golpe de estado se llevase a cabo.

Durante mucho tiempo, la relación entre el Ejército y Erdogan ha sido hipócritamente correcta. Las purgas llevadas a cabo por el presidente, que han sido repetidamente criticadas por los militares (incluso en el entierro de soldados muertos en enfrentamiento con el PKK – el problema kurdo), parecían no hacer mella en la lealtad de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, los últimos envites islamistas en el corazón financiero del país, Estambul, así como en la capital, Ankara, parecen haber colmado la paciencia de quienes sufren, además de las críticas, las bajas en los puestos fronterizos.

Ante todo ello, Erdogan y su partido, el AKP, no parecían preocuparse. Para un presidente que inicialmente iba a abogar por un Estado laico, era y es más importante mantener buenas relaciones con esos que le apoyan en la calle, aunque para eso tenga que sacrificar al país y a quienes los protegen. Las derivas más cercanas al islamismo que al aperturismo hacia Occidente han sido desde hace mucho tiempo motivo de tensión y, finalmente, la chispa de lo que ocurrió en la noche de ayer.Golpe contra Erdogan en el que gana Erdogan

Florentino Portero es contundente: "Es un triunfo de Recep Taiyip Erdogan". El profesor de Historia Contemporánea de la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia) considera que lo que ha sucedido es lo que buscaba el presidente turco: que hubiera una revuelta y que la población se posicionara en su favor. El propio presidente ha calificado los hechos como "un regalo de Dios".

Las posturas proislamistas de Erdogan y su Gobierno han salido, por tanto, reforzadas. Portero apunta que lo que ocurrirá ahora será una defenestración de los mandos militares que apostaban por la laicidad y que ahora las Fuerzas Armadas se van a quedar sin esos militares que apostaban por frenar la islamizaciónCon la detención de casi 3.000 militares es de suponer que Erdogan tenga a partir de ahora bajo su control a los militares.

Se espera que, a partir de ahora, Erdogan avance en esa temida islamización de Turquía, aprovechando la intentona golpista como un motivo más para sentirse respaldado por la población que ya le votó de manera mayoritaria en la elecciones y que en la noche de los sucesos gritaba "Al·lahu-àkbar" en las calles. 

Objetivamente, el futuro es incierto y plagado de incógnitas. Por un lado, el presidente pide, quiere y busca venganza. Como cualquier político asentado en el poder, una acción como la que se vivió en Estambul en la noche del viernes 15, es un acto de traición que, ya siendo de por sí grave, lo es mucho más cuando coarta sus presuntas libertades de hacer lo que quiera por ser presidente. Por ello se espera que la reacción contra los máximos exponentes militares sea dura, sino durísima.

Por otro lado, su imagen ha salido reforzada, por lo menos a corto y medio plazo. Además, cuenta con el apoyo de Estados Unidos.

Se espera, no obstante, una radicalización y unas posturas más ortodoxas. Eduard Soler, investigador principal del Centro de Relaciones Internacionales CIDOB, asegura que el sector del Gobierno que pide medidas más duras sale reforzado de lo ocurrido este viernes.

De hecho, el primer ministro turco, Binali Yildirim, ya ha anunciado la posibilidad de recuperar la pena capital. Un intento de golpe de Estado contra Erdogan en el que, en definitiva, gana Erdogan.

El discurso oficial del Gobierno, alejado de la moderación y más cercano al belicismo, tomará protagonismo en el país. Así lo considera Soler, que añade que no hay que descartar que la purga vaya más allá del Ejército y alcance a otros estamentos como la judicatura. De hecho, el Alto Tribunal de Jueces y Fiscales ha tomado la decisión de destituir ya a 2.745 magistrados

El profesor catalán, que es uno de los mayores expertos sobre Turquía, añade que el país también podría dividirse en dos y que el sentimiento antimusulmán puede crecer en algunos sectores a partir de ahora. No habría que descartar futuras revueltas.

En este sentido, Eduard Soler apunta que en los siguientes comicios se disparen los votos hacia la extrema derecha espoleados por ese rechazo 'ad hoc' hacia quienes profesan el Islam.¿Qué futuro le espera a Turquía?

La baza que tiene Erdogan para presionar tanto a Estados Unidos como a Europa es importante y se llama Estado Islámico. Que Turquía se haya convertido en el freno que tiene el viejo continente para que los islamistas de al-Baghdadi entren y salgan de Siria con más facilidad de la actual, le da fuerza moral para reclamar apoyo en su purga a nivel político y en que occidente mire a otro lado cuando 'sanee' al estamento militar.

Como pudo verse en la negociación llevada a cabo con el asunto de los refugiados, Turquía, o mejor dicho Erdogan, son maestros en hacer ver lo que no es tan grande como algo inmenso. Si durante mucho tiempo fue capaz de mantenerse al margen de lo que estaba ocurriendo en Siria, y cuando finalmente tuvo que implicarse realmente lo hizo contra el PKK, su enemigo natural en el Kurdistán, no se puede esperar que ahora no use esos tiempos y ese entorno favorable para que Europa mire a otro lado y Estados Unidos acceda a darle en bandeja de plata la cabeza de su mayor enemigo político.

En el fondo, Turquía seguirá por el camino emprendido por su presidente le pese a quien le pese. El apoyo que ayer se demostró en la calle demuestra que la población mayoritariamente está feliz con tener a alguien que, más allá de buscar la prosperidad de Europa, prefiere mantenerse en los preceptos del Islam y seguir una revolución que poco a poco le aproxime más a lo que sería un Estado islamista más que islámico.

Mientras tanto, aquellos que buscan la renovación, la vuelta a los valores laicos y al giro de ciento ochenta grados y perseguir la integración en la Unión Europea seguirán viviendo en el ostracismo político y social, y quién sabe si la represión encubierta o no del régimen.El papel de Estados Unidos, la OTAN y la UE

Estados Unidos ha marcado la pauta a seguir en esta crisis. Hasta que Barack Obama y el secretario de Estado, John Kerry, no se han pronunciado no había una postura del resto de actores, algunos de ellos considerados socios de Ankara. El mandatario norteamericano ha dicho que ayudarán al país en la investigación sobre el golpe de Estado fallido.

También ha invitado a las autoridades turcas a presentar cargos contra el opositor Fethüllah Gülen, acusado de haberlo fomentado, según Erdogan. Gülen, un predicador musulmán acusado regularmente de intervenir entre bastidores en la política turca, vive en una pequeña ciudad en las montañas de Pocono, en el estado de Pennsylvania.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha pedido, por su parte, "calma y moderación" y "total respeto" a las instituciones democráticas y a la Constitución de Turquía. "Turquía es un valioso aliado de la OTAN", ha asegurado.

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha añadido que "los retos de Turquía no pueden solucionarse con las armas. Los golpes militares ya no tienen lugar en una Turquía moderna. No hay alternativa a la democracia y el estado de derecho". La UE no quiere violencia: "Nuestra esperanza e intención es mantener a Turquía como un socio clave en todas sus dimensiones".

Desde Bruselas ya se ha advertido que tomar medidas extremistas alejará a Turquía de las posiciones comunitarias. Por ejemplo, ya han destacado que recuperar la pena capital no sería bien visto en la capital de la UE y que se tomarían las medidas oportunas.

En cualquier caso, tanto a Estados Unidos, como a la OTAN y a la UE les compensa disponer de un socio en la zona, puerta de entrada a Europa desde Asia. Las negociaciones de ingreso en el mercado único se encuentran en punto muerto, sin avances significativos en los últimos meses. Los expertos apuntan que el futuro de las conversaciones dependerán de la deriva del Gobierno turco.El papel del EjércitoEl ejército turco moderno hereda la tradición de un imperio, el Otomano, que duró más de medio milenio. Ahora es una fuerza de más de un millón de efectivos contando a los reservistas, la segunda mayor de la OTAN, organización en la cual está integrada desde 1952. La Gendarmería y los guardacostas también están subordinados al ejército en tiempos de guerra.En términos prácticos, los turcos se consideran en una guerra permanente en los territorios orientales, donde mantienen un enfrentamiento permanente con los kurdos del PKK, y recientemente con los yihadistas del Estado Islámico.( Te interesa leer: Intento de golpe de Estado en Turquía)Tal y como lo conocemos ahora, el ejército turco moderno se fundó tras la caída del imperio otomano tras Primera Guerra Mundial y la aparición de la actual Turquía. Además de la defensa del país y de las actividades inherentes a las fuerzas armadas, las fuerzas armadas se consideran guardianes de los principios del nuevo Estado turco y del legado del fundador de la República, Mustafá Kemal Atattürk.Las Fuerzas Armadas han intervenido en política mediante golpes de Estado en 1960, 1971 y 1980. Al contrario de lo que ocurre en otros países, la ciudadanía turca tiene un alto concepto de sus militares. Entienden que ellos actúan como freno a distintas ansias dictatoriales del poder político. Por otro lado, garantizan el principio de laicidad con que Mustafá Kemal Atatürk fundó la nueva República. Constituyen, por tanto, una institución respetada y admirada entre la población, precisamente por su papel de garantes de la democracia.

En el comunicado leído ante las cámaras de televisión este viernes para justificar el golpe, los militares han aludido a su voluntad de frenar "la agresión al imperio de la ley y a la democracia secular por parte del actual gobierno". El motivo de la intentona golpista hay que buscarlo en la creciente islamización del país.Aunque en un primer momento, la aparición de Erdogan fue vista con benevolencia por buena parte de la población, sus actuaciones autoritarias posteriores han causado una fuerte contestación en importantes sectores de la opinión pública, que sin ha sido respondida con recortes a la libertad de expresión. Además, ha impuesto una mayor presencia policial y militar en la sociedad, lo que se ha interpretado como un expresión clara de los ribetes autoritarios del presidente.En este sentido, resulta complicado juzgar este movimiento militar desde los parámetros occidentales. Golpe de Estado son palabras familiares en TurquíaFlorentino Portero ha realizado un repaso la historia reciente de Turquía, desde que cayó "el califato, cuando se viene abajo el imperio turco". Desde entonces es el Ejército quien "en torno a uno de sus generales más exitosos, Ataturk, rediseña el Estado y trata de modernizarlo acercándose más a Occidente y limitando el contenido islámico".

Desde ese momento, recuerda Florentino, "ha habido una tensión muy fuerte entre los que defienden una Turquía moderna y laica, respaldados por el Ejército, y los que -sobre todo desde la península de Anatolia- tratan de recuperar la tradición islamista". Esa tensión se ha traducido en varias intentonas golpistas en los últimos años.

El primer golpe se produjo en 1960, seguido de otro en 1971 y en 1980. En 1997 se produjo la última sublevación militar contra, precisamente, el mentor de Erdogan, Necmettin Erbakan.

El propio Erdogan perteneció a la organización de jóvenes del partido islamista que dio el golpe militar en 1980. Su partido fue proscrito, pero el actual presidente volvió a la primera línea en Partido de la Prosperidad, muy cercano a posturas radicales islamistas.

Erdogan ingresó en la cárcel en 1998 y dijo que "era necesario encontrar una vía para el islamismo turco que fuera compatible, por lo menos durante un tiempo, con la democracia y la economía de mercado". Ahora, como decimos, su postura es aún más radical.

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