Israel no sabe si alegrarse por la revolución en Siria

  • Jerusalén, mira con respeto a Damasco. Mientras los ciudadanos sirios salen a la calle para pedir el fin del régimen, los israelíes intentan saber hacia dónde se mueven sus vecinos. Lo único que tienen claro es que Siria es una pieza clave en la zona, un cambio podría ayudar o perjudicar a la estabilidad de la región.
Mientras los ciudadanos sirios salen a la calle para pedir el fin del régimen, los israelíes intentan saber hacia dónde se moverían sus vecinos.
Mientras los ciudadanos sirios salen a la calle para pedir el fin del régimen, los israelíes intentan saber hacia dónde se moverían sus vecinos.
Getty
Matthew Kalman, Jerusalén | GlobalPost

Los líderes y analistas israelíes no pueden dejar de regodearse al ver al presidente sirio Bashar al Asad retorciéndose bajo la presión de la última revuelta popular en el mundo árabe. A diferencia de Egipto, cuyos líderes estaban comprometidos con la paz al norte de su frontera, o Túnez y Libia, que hace mucho tiempo se convirtieron en actores menores de la coalición anti israelí, la Siria de Asad es considerada uno de los enemigos mortales de Israel.

"Incluso en nuestro mundo coloreado con grises, y no sólo negro y blanco, la caída del régimen de Assad en Damasco sería una gran bendición para Oriente Medio y el planeta", asegura Mordechai Nisan, un ex profesor de estudios sobre Oriente Medio en la Universidad Hebrea de Jerusalén.

"La lista de faltas y crímenes de Siria es ingente. Desde beligerante aliado soviético hasta padrino y patrón del terrorismo palestino, Hafez el padre y Bashar el hijo han articulado una estrategia política que ha demonizado a Israel, traicionado al mundo árabe, consolidado la hegemonía regional de Irán y perpetuado un régimen sectario alauita, en detrimento de la mayoría musulmana suní del país", ha escrito Nisan en el periódico israelí Yedioth Ahronoth.

"Con los Asad fuera, Oriente Medio como conjunto podrá avanzar para superar el estado de terror y tensión con el que el régimen sirio ha envenenado la atmósfera política durante más de cuatro décadas", concluye.

Los analistas israelíes también están perplejos con los pasos desconcertantes de los grupos radicales palestinos (entre ellos Hamás, la Yihad Islámica y el Frente Popular de Liberación de Palestina), cuyos cuarteles generales están en Damasco y que han disfrutado largamente de apoyo financiero y político de la dictadura siria.

El Meir Amit Terrorism and Intelligence Information Center, un centro de información sobre análisis del Mosad y el Shin Bet, ha comentado que el liderazgo de Hamás en Damasco "intentaba jugar a ambos lados de la cancha... diciendo que apoyaba tanto al liderazgo sirio como al pueblo sirio".

Hamás se vio particularmente expuesto cuando uno de sus héroes, el mentor espiritual de los Hermanos Musulmanes, el jeque Yusef al-Qaradawi, respaldó a los manifestantes sirios en un sermón difundido por Al Jazeera el 25 de marzo. Llamando a la revolución total en Siria, el jeque arremetió contra Asad y advirtió que "quienes no cambien serán pisoteados".

"Hamás se encuentra en una encrucijada por el conflicto entre su solidaridad con los elementos de los Hermanos Musulmanes en Siria (interesados en derrocar al régimen); el ataque de al-Qaradawi a Bashar al Asad y por su dependencia de la ayuda del régimen de Asad a su infraestructura y actividad terrorista", señalan desde el centro.

Pero el israelí Itamar Rabinovich, antiguo negociador de paz con Siria, advierte que la imagen real puede ser no obstante más compleja. A principios de abril, en un artículo publicado en Foreign Affairs, Rabinovich decía que si bien Asad es un adversario implacable, "Israel es ambivalente sobre el futuro de su gobierno".

"Los líderes israelíes creen que Siria y el eje iraní están debilitados por la revueltas domésticas que asaltan al régimen de Asad. Pero al igual que otros en la región, se preguntan cuál puede ser la alternativa a Asad. Aunque son conscientes de que hay grupos activos pro democráticos y defensores de los derechos humanos, en Siria y en el extranjero, temen naturalmente el poder de los Hermanos Musulmanes", apuntaba.

La semana pasada Rabinovich sugería a Israel abrir un canal de diálogo con Asad, ofreciéndole ayuda para sobrevivir a cambio de un giro en el diálogo diplomático entre ambos países. "A las personas en la situación de Asad le preocupan su supervivencia física, e Israel tiene algo que ofrecerles en este sentido", declaraba Rabinovich a Radio Israel. "Podríamos cambiar nuestra agenda con Siria. La agenda no tiene que ser tan sólo sobre un acuerdo de paz y concesiones territoriales".

Pero para la mayor parte de los israelíes, la probabilidad de ver caer a Assad no pasa por alto.

"Es difícil apoyar cualquier postura que permita continuar gobernando al régimen de Asad", escribe el ex ministro de Justicia  Tzachi Hanegbi en el Jerusalem Post. "Siria, a través de sus agentes, ha derramado sangre de las fuerzas de defensa israelíes en el Líbano durante tres décadas".

"Asad ofreció un refugio seguro en Damasco a los altos cargos de organizaciones terroristas y les permitió seguir sus actividades criminales, con total libertad desde su capital. La alianza Siria - Irán ha aportado a Hamás y sus satélites ayuda financiera, campos de entrenamiento, armas modernas y respaldo político... El apoyo entusiasta de Siria a Hezbolá ha permitido que sea la organización más fuerte del Líbano", recuerda Hanegbi.

Cualquiera que sea el resultado que Israel quiera ver en Siria, los intentos pasados de interferir en los asuntos de los vecinos no son alentadores. Los intentos de Israel para fomentar un cambio de régimen en el Líbano en 1982 respaldando al movimiento de la Falange Cristiana terminaron con el asesinato de su líder, Bachir Gemayel, y el impulso de Hamás. Y el apoyo de Israel a grupos islámicos en Gaza en la década de 1980 para contrarrestar la influencia de la Organización para la Liberación de Palestina condujo directamente a la creación de Hamás.

Joshua Teitelbaum, del centro Gloria en Herzilya, asegura que Israel no puede hacer mucho más ahora que observar y esperar. "Bien mirado, es algo bueno. Israel no puede influir en el resultado de ningún modo. No creo que podamos sostenerle, y tampoco creo que podamos derrocarle", asegura Teitelbaum.

Mostrar comentarios