Los afganos no quieren una revolución como la egipcia

  • Durante semanas hemos vivido enchufados a la televisión, a la BBC y a Al Jazeera. Las imágenes o informaciones que llegaban de El Cairo se reproducían en todos los medios. Pero en Afganistán no ha ocurrido lo mismo. Pese a estar a pocos países de distancia, la crisis egipcia se ha minimizado para los ojos de los afganos, que no están en buen momento para revolucionarse.
Las imágenes o informaciones que llegaban de El Cairo se reproducían en todos los medios, pero en Afganistán no ha ocurrido lo mismo.
Las imágenes o informaciones que llegaban de El Cairo se reproducían en todos los medios, pero en Afganistán no ha ocurrido lo mismo.
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Jean MacKenzie, Kabul (Afganistán) | GlobalPost

La crisis de Egipto es minimizada en Kabul, donde los levantamientos populares generan nerviosismo.

Mirando al infinito, en la situación enquistada de crisis que vive Afganistán, es difícil no sentir una punzada de celos ante la tormenta de orgullo nacional y de energía que sacudió a Egipto la semana pasada.

Como la mayoría del universo, estuve la semana pasada pegado a la televisión. Me he preocupado y regocijado con los informes puntuales que iban dando la CNN, la BBC y Al Jazeera, informando desde El Cairo, Alejandría y otros puntos de interés.

Pero los medios afganos han sido parcos en sus imágenes de los últimos acontecimientos que se han ido desarrollando sólo a unos pocos países de distancia. Los programas de noticias de la noche han dedicado un pequeño espacio de tiempo a la revolución  pero nada comparable a los aplausos efusivos que emanan desde los mercados occidentales.

Por una buena razón

La visión de al menos un millón de personas saliendo a las calles para exigir el fin de un régimen odiado es probable que cause un poco de entusiasmo entre la población y más de un ardor de estómago en el palacio presidencial.

Me pasé el miércoles intentando convencer a algunos colegas de medios afganos que dedicaran una pieza sobre la reacción en Kabul ante la revuelta de El Cairo. Fue sorprendente lo difícil que fue.

"Sólo pido que la gente exprese su opinión sobre los acontecimientos que se han sucedido en Egipto", les animé. "Hacer entrevistas a la gente por la calle".

El editor de una agencia local de noticias me miró de modo incrédulo.

"Esa no es una buena historia", afirmó rotundamente. "Si pregunto a la gente si quieren que haya un cambio obviamente me dirán que si. Todo el mundo quiere cambios aquí. Nosotros no deberíamos darles ideas".

Me quedé pasmado por su actitud. En mi otra vida como formador de periodistas, pasé años intentando inculcar la idea de que dar ideas a la gente, o al menos inducirles a pensar, es uno de los principales roles de un profesional de los medios de comunicación.

El peso de una larga guerra

Pero luego comprendí que él, aunque de mala gana –después de tres década de guerra, las perspectivas de una demostración de paz que implique a la mayoría de los afganos son prácticamente nulas. El país es como un barril a presión de tensiones étnicas, políticas y sociales- tenía razón. Una pequeña chispa podría desencadenar una deflagración que desterraría cualquier esperanza de que el país se adentre por fin en la senda de la estabilidad, la democracia y la prosperidad.

Ha sido una semana particularmente difícil en Afganistán, desinformadae inadvertida a la sombra de los acontecimientos más espectaculares y edificantes de Egipto.

La semana pasada una explosión en un supermercado frecuentado por extranjeros provocó la muerte de 14 personas y truncó de raíz las ilusiones de seguridad de la comunidad internacional. La mayoría de mis amigos de las embajadas y de las principales organizaciones internacionales siguen bloqueados y tengo que confesar que estuve un poco nervioso ayer cuando fui a comprar queso y pasta de dientes a una tienda similar a la que fue destruida.

Y un gobierno en crisis

El gobierno afgano vuelve a vivir tiempos de agitación, algo que sin duda no sorprenderá a nadie. El senado está en rebelión contra el presidente, Hamid Karzai, ya que todavía no ha aprobado el nombramiento de un tercio de la cámara cuando se supone que está obligado a hacerlo por ley. Los senadores continuaron sin los compañeros ausentes y eligieron a un portavoz, algo que según entiende un comité de supervisión constitucional va en contra de la ley.

Los últimos rumores que sobrevuelan apuntan a que los propios vicepresidentes de Karzai han estado alimentando las llamas del resentimiento de los senadores, aunque el cuerpo augusto niega que haya ninguna tensión entre él y el ejecutivo.

La cámara baja se ha involucrado en una parodia de la democracia cuando los parlamentarios han elegido a su propio portavoz. Hay informes de fuentes de alta credibilidad que señalan que la gente de Karzai ha estado repartiendo dinero y despilfarrándolo para apoyar al candidato preferido por el presidente, Abdul Rassul Sayyaf.

Realmente Sayyaf sería una extraña elección –él ha estado implicado en algunas de las peores atrocidades que se han cometido en el período de guerra civil y ha sido definido como criminal de guerra por algunos organismos internacionales como Human Rights Watch.

Pero él es de la etnia pastún, con influencia para meter en el redil a sus colegas díscolos. Su principal rival era Tajik, Younus Qanuni, que ejerció como portavoz del anterior parlamento.

Cuatro rondas de votaciones y varios días de debate no han servido para poder declarar a un vencedor, el sábado la crisis entró en su segunda semana.

Otras bombas informativas recientes incluyen revelaciones como que las pérdidas del Banco de Kabul, la entidad que enriqueció a algunas de las mejores familias de Afganistán, podrían llegar a mil millones de dólares. Rescatar los bancos podría hacer mella en el PIB de Afganistán a menos que se convenza al "Tío Sam" para amortiguar el golpe.

Las empresas de seguridad privada se están disolviendo a un ritmo sorprendente, por razones que distan mucho de ser claras. Algunas compañías están cerrando por no informar sobre el número de vehículos que tienen en propiedad, mientras que otras, acusadas de asesinatos y de otros delitos se mantienen intactas.

Quizás lo más preocupante de todo es que el Inspector General para la Reconstrucción de Afganistán, del gobierno de EEUU ha elaborado un informe en el que dice que los esfuerzos por ayudar en el país son caóticos.

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