Los aliados árabes de EEUU permanecen dominados por la incertidumbre por las revueltas de Egipto

  • El rey de Arabia Saudí permanece fiel al gobierno de Hosni Mubarak, pero su homólogo jordano ya ha tomado medidas para evitar que las revueltas de Egipto contagien más a sus súbditos. Los aliados de EEUU en la península arábiga siguen a la expectativa de los acontecimientos.
El rey saudí, dado de alta tras ser operado de una hernia discal en EEUU
El rey saudí, dado de alta tras ser operado de una hernia discal en EEUU
Caryle Murphy, Riad (Arabia Saudí) | GlobalPost

El rey de Arabia Saudí, Abdalá bin Abdul Aziz, que estaba en Marruecos recuperándose de una operación cuando saltaron los manifestantes egipcios a la calle, llamó en seguida al presidente egipcio, Hosni Mubarak, para expresarle su apoyo. Y después, hablando por teléfono con el presidente de EEUU, Barack Obama, declaró que no podía haber "ningún compromiso" sobre la estabilidad y la seguridad en Egipto, informó la agencia oficial de noticias saudí.

La agencia llegó a decir que "los trágicos sucesos" de Egipto estuvieron marcados por "el caos, saqueos intimidación de inocentes, explotación de las libertades de expresión e intentos de encender las llamas del caos para conseguir sus sospechosas metas… no aprobadas ni por la parte saudí ni por parte estadounidense". Eso fue antes de que hablara la Casa Blanca pidiendo a Mubarak reformas ya, sin esperar a las elecciones planificadas para septiembre.

La postura del rey saudí es muy diferente de la de sus súbditos, algunos de los cuales han dicho que están "felices" y "orgullosos" de los egipcios. Al igual que los árabes en toda la región, muchos dicen que están alentando a los manifestantes que han llenado la Plaza Tharir (de la Liberación) de El Cairo día tras día para exigir la expulsión de Mubarak.

El rey está "malinterpretando claramente a la opinión pública saudí", explica Gerd Nonneman, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Exeter. Pero no es nada sorprendente teniendo en cuenta que él y Mubarak "han tenido una larga historia juntos".

Los dos hombres –ambos de más de 80 años- han sido aliados para mantener un orden regional pro Estados Unidos durante décadas. Juntos, son los dos líderes más influyentes e importantes de lo que algunos llaman el bloque "moderado" de los estados árabes.

Estos estados, en los que también se incluyen Jordania y sus vecinos del Golfo quieren la paz en el conflicto israelí-egipcio. De hecho, tienen un tratado de paz con el estado judío. Ellos apoyan a la autoridad laica orientada hacia Palestina antes de que la religiosa basada en Hamás. E incluso cuando están en rotundo desacuerdo con las políticas de EEUU –como la invasión en 2003 de Irak- tampoco hacen nada para obstruirlas.

Este predominantemente bloque suní, que hasta hace no mucho también incluía a Túnez, es un recurso clave en la campaña diseñada por Washington para parar los aspiraciones hegemónicas de los chíitas de Irán, que tratan de expandir su influencia en la zona árabe. Pero ahora, la posibilidad de que se rediseñe la política interior de Egipto y se migre hacia un gobierno más democrático y popular eleva también la posibilidad de un cambio en el rol que cumplía El Cairo hasta ahora como ferviente portavoz de las políticas de Estados Unidos en la región, a menudo profundamente impopulares en el mundo árabe.

"Lo más cercano a ti son las políticas estadounidenses y los más tolerantes son las políticas israelíes en la región, las que tú estás considerando 'moderadas'", dice Fares Braizat del Centro Árabe para la Investigación y Estudios Políticos, con sede en Qatar, explicando lo que significa estar en el bloque de los países árabes "moderados".

"Estos regímenes son conscientes de que sirven a los intereses estadounidenses e israelíes más de lo que sirven a los intereses de su propio pueblo. Esto es por lo que los regímenes tienen miedo", añade Braizat. "Ellos [sin incluir Jordania que ya ha anunciado reformas] no han reconocido que han fracasado en la creación de trabajo, de oportunidades y, por encima de todo, de libertades políticas".

Si Egipto fuera a tener un gobierno que ponga "los intereses de su propio pueblo por encima de los intereses de Israel y de Estados Unidos, esto ayudaría a aquellos que quieren que sus países dejen de ser estados satélite de Israel y de EEUU", señala Braizat. Sin embargo, algunos analistas dicen que no prevén un cambio sustancial en las políticas internacionales de Egipto independientemente de cómo se resuelva la crisis actual o de quién acabe gobernando el país y todo ello por una simple razón: el Ejército de Egipto es, y seguirá siendo, el poder supremo en Egipto.

"Y los militares son claramente simpatizantes de Washington", explica el columnista saudí Hussein Shobokshi. "Tienes que diferenciar entre el régimen y el presidente", añade. "El Ejército tiene mucho que decir y mucho control… los militares sacrificarían al presidente para preservar el régimen".

Augustus R. Norton, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Boston, señala que "no creo que acabes viendo un gobierno egipcio emergente que sea tan diferente del pasado en el modo en que han gestionado sus relaciones con Occidente".

Nonneman, de la Universidad Exeter, está de acuerdo. "No es probable que Egipto dé un cambio radical en ningún sentido". Opina que las predicciones de que los islamistas Hermanos Musulmanes podrían dominar un nuevo gobierno en El Cairo son"ampliamente pretenciosas".

"La única cosa que puede empujar a una agenda más radical anti Occidente serían las políticas y directrices de Occidente apoyando [una continuación del] autoritarismo", añade Nonneman.

Aún queda mucho y es probable que asistamos a "un proceso de transición desordenado" y a "meses de negociaciones" en torno a un nuevo sistema político. "Esto no va a asegurar a los saudíes que sigan estando cómodos con el status quo".Es precisamente ese "desorden" del que desconfía el rey Abdalá y también algunos de sus súbditos.

"Hemos visto lo que ha sucedido en Irak", dice el periodista y comentarista de televisión saudí Dawood Al Shirian. "El cambio debería ser gradual a la luz de lo que está sucediendo en Túnez y en Egipto. Cambiar los regímenes en la calle es muy peligroso… El futuro no está claro".

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