Los creyentes británicos no confiesan su fe en público porque temen las burlas

    • Según un estudio realizado en Reino Unido por los observadores de igualdad, la Comisión de Derechos Humanos e Igualdad, un gran porcentaje de británicos no considera que confesar su fe en público esté bien visto.
    • El estudio refleja que muchos no confiesan su fe por temor a que se burlen de ellos y que los califiquen como 'intolerantes'.
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Raffaella M. Breeze

Los creyentes británicos no quieren confesar su fe. Según un estudio por la Comisión de Derechos Humanos e Igualdad, el mayor de este tipo realizado nunca, gran parte de los 2.500 ciudadanos británicos preguntados creía que su fe estaba perdiendo su lugar en el mundo laboral, algo especialmente recalcado entre los cristianos, pero también reflejado por judíos y musulmanes.El estudio ha sido realizado para comprobar la comprensión por parte del público de las leyes que defienden sus creencias o su fe. Así, refleja enorme confusión y malinterpretación de dichas leyes. Entre los encuestados estaban humanistas, secularistas, ateos, judíos, musulmanes y cristianos. Y lo que refleja es que muchos de los trabajadores, tanto del sector público como del privado, sienten presión para esconder su fe y se sienten discriminados a la hora de mostar símbolos religiosos o expresar sus opiniones.Los cristianos sentían, por ejemplo, que si decían en qué creían sus compañeros de trabajo asumían que eran intolerantes y que se iban a burlar de ellos. Los judíos y musulmanes creían por su parte que no conseguían días libres para celebrar sus fiestas religiosas. Otros creían que se les excluía de reuniones, o no se les ascendía, por sus creencias. Temían no poder quejarse por posibles consecuencias.En las escuelas, el miedo a la burla

Dado que la mayoría de personas de la encuesta aseguró ser de confesión cristiana, unos 2.000 de los 2.500, el estudio refleja muchas de las respuestas de este colectivo. Así, refleja que muchos padres cristianos aseguraron que sus hijos habían sido objeto de burlas por sus creencias, como creer que Dios creó el mundo, ya en la escuela.

Pero no son sólo los cristianos los ridiculizados: los padres humanistas aseguraron que sus hijos eran objeto de burla. Por ejemplo, a un niño pequeño se le dijo que no se merecía regalos de Navidad porque no creía en Dios. Los humanistas y ateos también se sentían objeto de proselitismo religioso no deseado por parte de sus empresas o compañeros, y se quejan además de que no tienen figuras de apoyo como las de los capellanes en lugares como hospitales, por ejemplo.

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