Los jóvenes de Uganda vuelan con el skate

  • Jack Mubiru es un joven ugandés de 28 años que renunció a construirse una casa en el terreno que le habían dado sus padres. En vez de eso, decidió construir una pista de skate y fundar una ONG para dar un entretenimiento sano a los demás jóvenes de Kampala y alejarlos así de las peligrosas calles de la capital ugandesa.
La ONG Uganda Skateboard Union fomenta las acrobacias del patinete en las peligrosas calles de Kampala
La ONG Uganda Skateboard Union fomenta las acrobacias del patinete en las peligrosas calles de Kampala
Uganda Skateboard Union
Tristan McConnell | GlobalPost

(Kampala, Uganda). Kampala no se presta para el skate (acrobacias con patinetes). Los caminos están llenos de baches, congestionados y sucios. Las aceras tienen grietas, las tapas del alcantarillado están abiertas y los bordillos destrozados. A través de un camino –lleno de lodo- que conduce al corazón de Kitintale, un barrio de clase obrera en la capital de Uganda, se llega a la única pista de skate de África Oriental.

La estructura de cemento rodeada por una malla de alambre y bananeros es obra de Jackson 'Jack' Mubiru, un joven de 28 años conocido como el pionero del skate ugandés.Mientras miraba un programa de deportes extremos en la cadena de televisión ESPN, Mubiru descubrió el arte del skateboard. "Les vi volar y pensé que era algo mágico", explica. Él también quería aprender a volar.

Mubiru comenzó a patinar con un patinete prestado. Se unió a un grupo de jóvenes ugandeses que se daban cita en un aparcamiento cerca del estadio nacional. Es una de las escasas zonas de la ciudad con una superficie relativamente suave y donde no hay tráfico.

Allí conoció a un par de patinadores extranjeros que le enseñaron algunas acrobacias y los elementos básicos de una pista de skate. Trabajó mucho, ahorró dinero y junto con algunos amigos se puso a trabajar en la pista de Kitintale.

Mubiru tenía una pequeña porción de terreno que le había regalado su padre, como manda la tradición. Se suponía que allí construiría su casa, pero al final fue el lugar escogido para la pista de skate.

Hoy, más de una cincuentena de jóvenes frecuentan la pista, la mayoría son chicos, pero ya hay cinco chicas fanáticas del skate. El mejor del grupo es Douglas, un joven delgado y tímido de 18 años, cuyo rostro deja ver su determinación y alegría mientras vuela por los aires. "Me encanta este deporte, me encanta volar", afirma, con la cara sudada y la respiración acelerada por el esfuerzo.

Los más pequeños miran atentos desde el otro lado de la malla de alambre mientras en la distancia, las madres de los jóvenes patinadores lavan la loza o escurren la ropa. Cuando les preguntan qué les parecen las acrobacias con los patinetes, una responde: "Es bueno, así hacen ejercicio y están ocupados".

Mubiru lo suscribe, porque el skate permite a los adolescentes y veinteañeros dedicarse a algo en lugar de holgazanear o meterse en problemas. El joven Mubiru también trabaja y explica que la mayoría de los que vienen a utilizar la pista va a la escuela.

"Si es hora de ir a la escuela, vamos a la escuela. Si es hora de ir al trabajo, vamos allí y si es hora de practicar, practicamos", afirma."Por la mañana no hay nadie hasta a eso de las cinco cuando salen de la escuela o del trabajo", añade.

Este espíritu de superación hace que Mubiru tenga muy poco que ver con las pandillas marginales de California que crearon el skateboarding moderno en los años 70. Pero el amor por este deporte demuestra que los chicos de las peligrosas calles de Kampala comparten la misma pasión fundamental que los pioneros de este deporte-espectáculo en EEUU.

La iniciativa de Mubiru ha captado la atención internacional y también donaciones, que son muy importantes ya que prácticamente nadie puede comprar equipamiento en África Oriental. La Fundación Tony Hawk, una organización creada por el famoso campeón de skate, es uno de los principales patrocinadores.

"Nos alegró muchísimo que esta gente hubiera creado algo así, es una historia increíble de unión de una comunidad", afirma Miki Vuckovich, director ejecutivo de la Fundación y un veterano del skate."Vimos a un grupo de jóvenes ugandeses que compartían los patinetes y practicaban descalzos. Acababan de empezar, pero ya dominaban las técnicas básicas y comenzaban a desarrollar el instinto y las destrezas del skate. Esa historia nos sirvió de inspiración", afirma Vuckovich.

La fundación Hawk les ha enviado decenas de zapatillas especiales."Viven la emoción de desafiar la gravedad que es lo que nos hizo interesarnos por el skate hace años. Un niño de California y uno de Uganda comparten la misma sensación", afirma Vuckovich.

Para recibir las donaciones de zapatillas, patinetes y otros equipamientos, Mubiru tuvo que crear una ONG, Uganda Skateboard Union, cuyo objetivo es "combatir la holgazanería y el aburrimiento entre los jóvenes".Mubiru es el director, tiene sus tarjetas de visita y también una página web. Lo que no tiene es su propio hogar. Como construyó una pista de skate en su trozo de tierra, tiene que vivir con sus padres.

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