Los niños de la guerra, ciudadanos sin derechos en Uganda

    • Violaciones, explotación sexual o matrimonios forzados son algunos de los abusos que padecen las mujeres del país.
    • Cientos de niños nacieron fruto de los abusos a sus madres encaran ahora una vida sin identidad ni derechos.
Clínica Baviera suministrará vitamina A a 2.000 niños en Uganda para prevenir la ceguera
Clínica Baviera suministrará vitamina A a 2.000 niños en Uganda para prevenir la ceguera

Durante más de dos décadas, el norte de Uganda fue un polvorín en el que fuerzas oficiales y actores no estatales cometieron todo tipo de tropelías. Cientos de niños nacidos en el seno del conflicto, muchos de ellos fruto de las violaciones de sus madres, encaran una vida sin identidad ni derechos.

El conflicto afectó de forma especial a las mujeres, abocadas a años de esclavitud al servicio de grupos armados como el Ejército de Resistencia del Señor (LRA, por sus siglas en inglés), según informa Europa Press. Violaciones, explotación sexual o matrimonios forzados son sólo algunos de los abusos sufridos antes de la desmovilización.

La Ley de Amnistía aprobada en Uganda no establece ningún apartado especial que ayude a las mujeres que han vuelto con algún hijo al cargo, de tal forma que reciben la misma asistencia que cualquier otra persona sin descendencia. Esta falta de ayuda les somete a una "revictimización", tanto a ella como a los "niños nacidos de la guerra", según el Proyecto Justicia y Reconciliación (JRP).

Un estudio realizado por esta asociación a partir de grupos de mujeres ha tratado de establecer cuáles son las necesidades del colectivo, algo que comienza por aclarar su situación actual. El Proyecto ha contactado con 380 mujeres con 1.609 'niños de la guerra' a su cargo -ocho de cada diez dijeron que eran hijos biológicos-, unos cuatro por persona de media.

Las edades de estos hijos oscilan entre los uno y los 31 años, si bien el 51 por ciento correspondería a nacimientos producidos entre los años 2000 y 2008. La inclusión de hijos mayores de edad da cuenta de hasta qué punto las madres se sienten responsables incluso hacia personas ya adultas.

De los 1.609 casos documentados, 493 corresponderían a niños nacidos fruto de la violencia sexual contra su madre, 80 de ellos tras una violación. Al menos 131 de los nacimientos tras actos violentos tuvieron lugar durante situaciones de cautiverio, según el informe, que lleva por título 'Alone like a tree' ('Solo como un árbol).

Las mujeres entrevistadas han reconocido que 481 de los padres -el 30 por ciento- pertenecían a un grupo armado en el momento de la concepción. En el caso de los niños nacidos en situaciones de violencia, 330 tendrían como padres a miembros del LRA, mientras que otros 46 serían miembros de las fuerzas del Gobierno.Espiral de violencia

Estas madres y sus hijos se arriesgan a una "revictimización" que se presenta con todo tipo de retos en el día a día, hasta tal punto de que pueden llegar a caer en depresión u otras enfermedades mentales por el estigma que aún siguen arrastrando años después de que concluyese el conflicto.

Con su padre biológico desaparecido en la mayoría de los casos, los niños terminan en manos de parientes o cuidados por una madre que intenta rehacer su vida al lado de otro hombre. Las nuevas relaciones, sin embargo, tampoco sirven en muchos casos como punto de inicio de una vida mejor, ya que el pasado sigue pesando a ojos de los nuevos maridos y los hijos de la guerra pueden terminar relegados a un segundo nivel en caso de que nazcan más hermanos.

Se han dado casos en que los padrastros renuncian a pagar la educación de estos niños, lo que les deja fuera de un sistema clave para prosperar en la vida. Más de un 60 por ciento de las mujeres aseguran que el pago de las tasas es su principal preocupación.

Un líder local de Atiak ha resumido para JRP los efectos de este abandono: "Nuestra preocupación es que, si no reciben cuidados o van al colegio, se conviertan en bombas de relojería".

No en vano, los que logran ir a clase tampoco lo tienen fácil, ya que muchos de sus compañeros se niegan a sentarse a su lado y suelen recibir el apodo de 'Kony', en alusión al líder del LRA Joseph Kony. De esta forma, tanto en casa como en la escuela comienza una espiral de violencia que puede llevar a estos niños, ya mayores, a terminar insultando o agrediendo a sus propias madres o a embarcarse en todo tipo de adicciones.Sin identidad

Pero, ¿cómo explicar a un niño en esta situación cuál es su origen? "Mis hijos me preguntan por su padre. Siempre les hablo de su tío, pero saben la verdad", ha dicho una madre de Adjumani, que al igual que otras en su misma situación -una de cada cinco- consideran la identidad como el principal problema al que se enfrentan, especialmente cuando los niños llegan a la adolescencia.

La búsqueda del padre no es en Uganda sólo una cuestión de índole sentimental, ya que en la mayor parte de las comunidades del norte del país africano se rigen por unas tradiciones que vinculan directamente la identidad de la persona a la de su progenitor varón. Sin identidad, tampoco hay posibilidad de acceder a tierras, de heredar o de contraer matrimonio.

Un 51 por ciento de las mujeres consultadas han admitido que el acceso a las tierras será el principal reto para sus hijos una vez sean adultos.Propuestas

El Proyecto Justicia y Reconciliación ha instado a tomar medidas para mejorar la vida de estos niños de la guerra y de sus familias, sobre todo de sus madres. El reto implica no sólo a las autoridades, sino también a unas comunidades que deben aceptar a estos menores y hacerles partícipes de la sociedad.

La organización ha subrayado la necesidad de garantizar el acceso a la educación y a la atención sanitaria para estas víctimas, lo que pasaría por ejemplo por crear fondos específicos de ayuda. "Educar a estos niños es la única forma de mejorar sus vidas porque, cuando hayan estudiado, se valdrán por sí mismos y ayudarán a sus madres", ha explicado una de las mujeres citadas en el estudio.

Estas mujeres también han solicitado ayudas para que sus hijos puedan seguir la pista de su propio pasado y que los padres, en caso de estar vivos, se hagan cargo también de su manutención. Para los casos en que no exista padre o no se haya logrado localizar, el JRP plantea que sea el Gobierno quien asuma gastos.

Una de las víctimas ha subrayado que, con el perdón de las autoridades, no basta: "Nos concedieron la amnistía y algo de ayuda como colchones, cuens, etc. Lo agradecemos, pero no sirve para poner comida en los platos todos los días".

Mostrar comentarios