Los talibanes se financian gracias a la ayuda internacional

  • Los insurgentes cobran un 'impuesto' de hasta el 20 por ciento a los contratistas locales en los proyectos de reconstrucción del país. Les sirve para compensar la caída de la producción de opio.
     
Estados Unidos teme que los insurgentes hayan cambiado de modo de financiación, una vez que las cosechas de opio han disminuido. | Reuters
Estados Unidos teme que los insurgentes hayan cambiado de modo de financiación, una vez que las cosechas de opio han disminuido. | Reuters
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Jean MacKenzie | GlobalPost para lainformacion.com
Jean MacKenzie | GlobalPost para lainformacion.com

KABUL – La Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional (USAID) ha abierto una investigación ante las acusaciones de que los fondos asignados a la construcción de caminos y puentes en Afganistán van a parar a manos de los talibanes debido a chantajes a los contratistas.

El representante Bill Delahunt (demócrata por Massachusetts), miembro de la Comisión de Asuntos Exteriores, prometió convocar audiencias sobre la materia en el otoño. "La idea de que el dinero de los contribuyentes acabe en manos de los talibanes es un tema de enorme preocupación", señaló.

Un informe anterior indicaba que los talibanes recibían un porcentaje de los miles de millones de dólares que EEUU y los miembros de la coalición internacional asignan a grandes organizaciones y contratistas para proyectos de desarrollo. Los talibanes recibirían dinero a cambio de protección [para los contratistas] en áreas remotas aún controladas por los insurgentes.

"Estamos analizando el tema. Nos interesa descubrir fraudes, pérdidas y abusos", declara Dona Dinkler, jefa de gabinete de la Inspectoría General de USAID en Washington, responsable de asuntos con el Congreso.

"Difícil de probar"

Sin embargo, añade: "Es algo muy difícil de probar. ¿Quién se va a atrever a testificar? Ese es nuestro desafío, pero no quiere decir que no vayamos a intentarlo. Queremos llegar al fondo de todo esto".

La investigación de USAID se realiza en conjunto con otra similar por parte de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes. Los miembros de ésta última han expresado su preocupación por el posible fraude y abuso en la gestión de 7.500 millones de dólares (más de 5.000 millones de euros) en fondos destinados a Afganistán entre 2002 y 2009.

"Nuestro propósito este otoño es convocar audiencias sobre el tema. Seguiremos este asunto con vigor", declara Delahunt. El legislador señala que hay una falta de supervisión de los gastos de EEUU en Afganistán, algo que describe como un legado del anterior gobierno. Delahunt indica que se necesitan más recursos para acabar con este tipo de corrupción.

El inspector general de USAID sólo cuenta con un investigador y dos auditores en Afganistán que supervisan miles de millones de dólares de los contribuyentes. El dinero va a las ONG en ese atribulado país. "Quieren saber qué haremos al respecto", declara un funcionario de la embajada de EEUU en Kabul, y añade que el objetivo de la investigación en este momento es determinar la envergadura del problema y la forma de hacer un seguimiento.

Una fuente con conocimiento directo de estos pagos, calculaba que los talibanes podían recibir hasta el 20% del valor de los contratos adjudicados en áreas inestables, lo que correspondería prácticamente a la mitad del país.

Cuando no se pagaba el dinero, se dinamitaban los puentes, se secuestraba a ingenieros y los proyectos tendían a quedar parados, afirmaban las fuentes citadas en el artículo.  "Se trata de crimen organizado, es insidioso", afirma un funcionario de la embajada que habló anónimamente.

Será algo muy difícil de probar y aún más de controlar. La mayoría de las transacciones se produce a nivel de subcontratistas, que no aparecen en los balances ni son supervisados por las comisiones del Congreso. Cualquier documento que exista probablemente no llega hasta las autoridades contables del gobierno de EEUU.

Según la información de GlobalPost, los talibanes presuntamente recibirían comisiones ilegales de prácticamente todos los contratistas importantes que trabajan en el país. Los acuerdos serían una especie de contrato formal y los talibanes tendrían una oficina en Kabul para revisar las operaciones importantes, decidir los porcentajes y realizar las negociaciones.

Los tratos serían más personales cuando, por ejemplo, un proveedor local paga a un comandante talibán de menor rango para permitir el paso de materiales a través de territorio controlado por insurgentes.

Es imposible determinar las cantidades exactas, pero según las fuentes familiarizadas con el proceso, una estimación conservadora habla de que los talibanes recibirían unas decenas de millones de dólares cada año.

Si se confirma la acusación de que los talibanes cobran hasta el 20 por ciento de los grandes contratos, entonces es posible que los insurgentes efectivamente reciban una cantidad similar a su principal fuente de ingresos: el tráfico de drogas.

Los funcionarios de inteligencia de EEUU creen que los talibanes buscan otras formas de financiación ya que este año habría bajado el cultivo de amapola en el país. Además, las autoridades afganas y norteamericanas destacan el éxito de la prohibición de cultivarla. Según Naciones Unidas, el negocio de la heroína mueve 4.000 millones de dólares anuales en Afganistán.

El enviado especial Richard Holbrooke solicitó recientemente al Tesoro de EEUU investigar la financiación de los talibanes y ha declarado públicamente que el opio y la heroína probablemente aportan muchos menos recursos de lo que se creía hasta ahora.

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