Obama o el irresistible encanto de la Puerta de Brandeburgo

  • El presidente de EEUU, Barack Obama, llegará el próximo miércoles a la Puerta de Brandeburgo, el emblema de Berlín ante el que no pudo llegar como candidato en 2008 por las reticencias de la canciller Angela Merkel.

Gemma Casadevall

Berlín, 16 jun.- El presidente de EEUU, Barack Obama, llegará el próximo miércoles a la Puerta de Brandeburgo, el emblema de Berlín ante el que no pudo llegar como candidato en 2008 por las reticencias de la canciller Angela Merkel.

El 24 de julio de 2008, unos 200.000 berlineses mayoritariamente jóvenes llenaron la avenida ante la Columna de la Victoria ansiosos de dejarse contagiar del entusiasmo del "Yes, we can", en el único mitin fuera de Estados Unidos del entonces aspirante a la Casa Blanca.

Merkel se había negado a dejarle hablar ante la Puerta, con el argumento de que implicaba injerir en su campaña -y el demócrata Obama no era el candidato "hermano" de la conservadora-, lo que obligó a su equipo a aceptar la Columna como alternativa.

En lugar de perjudicarle, el veto de la canciller tal vez incentivó más a los berlineses a apoyar al hombre lanzado a enterrar la era George W. Bush y a convertirse en el primer presidente negro del país más poderoso del planeta.

"¡Construyamos un mundo nuevo!", llamó entonces Obama bajo un sol radiante, como si hasta eso fuera parte de su escenografía perfecta y tras repasar los conflictos de este mundo que aspiraba a superar: Darfur, Irán, Irak, Afganistán y, por supuesto, Oriente Medio.

El rival del republicano John McCain habló, ante un auditorio entregado, de derribar los muros que seguían en pie, a unos 500 metros de la Puerta de Brandeburgo que durante décadas había quedado encerrada en la llamada Franja de la Muerte berlinesa.

Obama ha tardado siete años en hacer la que será su primera visita como presidente a Berlín: llegará tras una cumbre del G8 lastrada por Siria y con cierta inversión de papeles con Merkel, ya que ahora es ella la que está en precampaña para las generales del 22 de septiembre.

No hablará ante una multitud espontánea sino ante unos miles de invitados seleccionados -obvias razones de seguridad- y con el riesgo de ciertas comparaciones, ya que Obama no ha logrado trasladar en estos años a la realidad su mensaje del "¡Construyamos un mundo nuevo!".

A eso se une el escándalo de ciberespionaje, que en Berlín se ha comparado con las prácticas de la Stasi, la policía política con que la Alemania comunista espió masivamente a su población.

"El amigo perdido", titulaba "Der Spiegel" su portada, el pasado lunes, contraponiendo a Obama y John F. Kennedy.

La visita se había programado como evocadora del 50 aniversario del discurso que el 26 de junio de 1963 pronunció Kennedy en la entonces ciudad partida por el Muro, con la célebre frase "Ich bin ein Berliner" ("Soy un berlinés").

No fue ante la Puerta de Brandeburgo, sino desde el ayuntamiento del barrio de Schöneberg, en el sector oeste, y quedó en la memoria colectiva como expresión de solidaridad del gran aliado a la población de la ciudad mártir de la Guerra Fría.

Otros presidentes estadounidenses sí hablaron ante el monumento y estamparon, con más o menos fortuna, su frase para la historia.

El republicano Ronald Reagan lanzó el 12 de junio de 1987 un "Mr. Gorbachev, tear down this wall!" ("¡Señor Gorbachov, derribe este muro!") que la caída del Muro, el 9 de noviembre de 1989, convertiría en visionario.

Menos histórico resultó en 1994 Bill Clinton al intentar emular a Kennedy con una frase en alemán -"Berlin ist frei", "Berlín es libre"- ante la Puerta de Brandeburgo ya liberada del Muro.

Reagan tuvo de su lado la historia, mientras que ni el carisma de Clinton fue suficiente para ponerle a su nivel.

Obama tendrá que emplearse para hacerse perdonar el asunto del ciberespionaje en un país donde la preservación de la privacidad es algo sacrosanto y donde el ciudadano recelaba más que en otras partes de las redes sociales, antes incluso del caso PRISM.

Puede que el irresistible encanto de la Puerta le inspire. O puede que quede por debajo de su propio listón como candidato en 2008, cuando Merkel le "castigó" a ver el emblemático símbolo de Berlín desde la ventana del hotel donde se alojaba.

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