La estadounidense Holly Emms pesaba 118 kilos cuando sus médicos le recomendaron que se sometiera a un bypass gástrico por motivos de salud. Sin embargo, cometieron un error: no se realizaron los análisis pertinentes para saber si estaba embarazada, como así era. Emms, embarazada de 4 semanas sin saberlo, no pudo alimentar al feto correctamente.
Además, la debilidad y el estado de salud de la madre por el embarazo impidieron que se hiciera otra intervención para revertir el bypass. Como consecuencia, Emms perdió cerca de la mitad de su peso durante el embarazo y apenas podía alimentar a la niña, que nació muy prematura, pesaba menos de un kilogramo y falleció pocos días después.
Normalmente, cuando una mujer se somete a una operación de este tipo, debe firmar varios consentimientos, entre los que se establece que no se quedará embarazada durante un mínimo de dos años por motivos de salud. Sin embargo, en este caso, el problema fue que no se comprobó previamente el estado de la joven, como informó The Daily Mail.
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