Adivina, adivinanza: ¿Cuál es el desafío que amenazará a España tras la crisis?

    • El descenso de la población activa por la baja natalidad supone todo un desafío para la sostenbilidad del Estado del Bienestar y del sistema de pensiones especialmente.
    • Nuestro país tiene cada vez más jubilados, que viven más años y con pensiones medias más altas. Por contra, el número de cotizantes caerá por la disminución de la población en edad de trabajar.
España necesita impulsar la conciliación para facilitar la inserción profesional de la mujer y favorecer la natalidad si quiere frenar el constante envejecimiento de la población..
España necesita impulsar la conciliación para facilitar la inserción profesional de la mujer y favorecer la natalidad si quiere frenar el constante envejecimiento de la población..

Uno de los grandes retos de futuro de España, una de las grandes amenazas para la riqueza del país, uno de los gatos a los que nadie se atreve a poner un crudo cascabel, es el bajísimo índice de natalidad que mantiene nuestro país desde hace más de más de una década, uno de los menores de toda Europa y del mundo. Y sin visos de cambio en el horizonte.

Además, ahora las muertes han superado por primera vez a los nacimientos, algo lógico por la evolución demográfica del país, que tiende a un envejecimiento de la población cada vez mayor.

Las empresas españolas tendrán que afrontar en el futuro un nuevo desafío: la caída de la población activa, la escasez de profesionales en edad de trabajar. Todos los expertos en demografía y en mercado laboral advierten del inevitable y peligroso envejecimiento de la población en Europa, y en España especialmente.

La esperanza de vida aumenta como es lógico con el progreso de la ciencia, y cada vez hay más retirados, menos activos y menos cotizantes por tanto.

Que serán menos empleados, menos autónomos, menos emprendedores, menos inversores, menos empresarios, menos consumidores, menos clientes en el futuro.

Toda una amenaza para sostener el Estado del Bienestar en general y muy en particular el sistema de pensiones.

La presencia de la mujer es necesaria en el mercado laboral, aunque la profunda crisis de empleo que vivimos actualmente no deje a algunos ver el bosque, perdidos en los árboles del cortoplacismo.

En muchas pequeñas empresas españolas es un problema perder durante una temporada a una empleada por una baja de maternidad. Pero sólo en ese tipo de modestas firmas. Y, para facilitarlo, deberían impulsarse ayudas públicas para estas situaciones.

Tampoco me parecen disparatadas las propuestas de quienes abogan por intentar amoldar el estilo de vida español a los horarios europeos, con una entrada temprano al trabajo, una jornada intensa y productiva con menos pausas, un pequeño receso para comer y una salida del centro de trabajo a primera hora de la tarde. De esa forma, los padres podrían coincidir con los horaros escolares de sus hijos y conciliar mucho mejor que ahora.

Holanda, por ejemplo, consiguió incorporar masivamente a sus mujeres al mercado de trabajo impulsando un contrato a tiempo parcial, nada precario y con los mismos derechos y condiciones que el resto de contratos laborales. Las compañías aprendieron a trabajar con empleados con jornadas de 30 horas semanas, de 20, de 15...

A cambio, el trabajador también pone de su parte. Quien tiene una jornada semanal más reducida, lógicamente, también percibe un menor sueldo, proporcionalmente.

Y además se concedió a las empresas un mayor margen de maniobra en la toma de decisiones para la organización interna del trabajo. Es decir, más flexibilidad laboral. Una cosa por la otra, podríamos decir.

En cualquier caso, son urgentes nuevas políticas laborales y culturas empresariales que faciliten al máximo la participación de las madres en el mercado de trabajo. Y muchas veces su puesta en marcha es mucho más sencilla y menos costosa en términos económicos de lo que se piensa.

Sin duda los factores que explican la baja natalidad son de diversa índole, pero las dificultades para compaginar la vida familiar y la profesional no ayudan en absoluto a tomar una decisión tan importante como la de traer una nueva vida a este mundo.

El país necesita de jóvenes ocupados, de profesionales en activo, de cotizantes, de emprendedores, de consumidores. Si no, ¿a quién le serán necesarios los servicios y productos de las empresas? ¿Quiénes pagarán impuestos y cotizaciones sociales para mantener el gasto y los servicios públicos?

Quienes no lo vean y apuesten por un cambio de mentalidad empresarial, lo único que demuestran es falta de miras.

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