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La guerra que no se ve ¿Estamos preparados para una ‘guerra híbrida’?

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El presidente de Rusia, Vladimir Putin.
DPA vía Europa Press

El jueves 24 de febrero quedará escrito en la Historia como el día en que estalló la guerra entre Rusia y Ucrania o, más bien, el ataque de tropas Rusia a Ucrania, tras un ‘mensaje a la nación’ de Vladímir Putin, a las 6 am hora local, en el que anunciaba la puesta en marcha de una ‘operación militar especial’. Poco después comenzaban los bombardeos en la capital, Kiev, y en otras zonas del país.

Pero, en realidad, la guerra o los ataques de Rusia contra Ucrania comenzaron mucho antes, porque no fueron bombardeos con aviones, sino ‘ciberataques’ en una ‘ciberguerra’ no declarada formalmente y negada por las autoridades rusas. Dos días antes del ataque físico, el martes 22, Ucrania denunció un ciberataque ruso a las páginas web de varias instituciones oficiales y entidades financieras.

No era la primera vez. Como cuenta Ingrid Gutiérrez en su magnífico podcast ‘Una moneda al aire’: “Alrededor de 70 páginas web oficiales del Gobierno de Ucrania se vieron afectadas a mediados de enero por varios ciberataques coordinados desde Rusia”. E, incluso, ya en junio de 2017: se produjo un ataque ‘sin precedentes’ a las webs de algunos bancos y empresas públicas y privadas.

Guerra híbrida

Tanto el discurso televisado de Putin como la propaganda política de todo tipo, (incluidas, por supuesto, las noticias falsas), para ganar la “guerra del relato”, como los ciberataques a infraestructuras críticas, para paralizar la economía y las principales instituciones del país, forman parte de la nueva ‘guerra híbrida’, al lado de los bombardeos con aviones o la invasión y ocupación del territorio.

No es la primera vez que lo hace Rusia, porque, como dice el editorial de este periódico digital: “Putin ya venía hostigando a Europa y Estados Unidos con su ‘guerra híbrida’, a caballo entre los ciberataques y las campañas de propaganda y desinformación”, como ocurrió durante las elecciones en EEUU, en el referéndum del Brexit o en los incidentes del secesionismo catalán.

Podemos decir, sin exagerar, que, en la guerra del siglo XXI, la desinformación y los ciberataques son tan o más importantes que los bombardeos y la invasión y ocupación física del territorio. Se puede paralizar un país sin lanzar una sola bomba ni enviar un solo soldado ni derramar una sola gota de sangre. Y, por eso, todas las Estrategias Nacionales de Seguridad contemplan la ‘guerra híbrida’.

Estrategia de Seguridad Nacional

En la Estrategia de Seguridad Nacional española de 2021 se contemplan como objetivos prioritarios para los próximos años: “avanzar en la gestión de crisis, favorecer la dimensión de seguridad de las capacidades tecnológicas y de sectores estratégicos y desarrollar la capacidad de prevención, disuasión, detección y respuesta de España frente a estrategias híbridas”.

“El tercer capítulo recoge los riesgos y las amenazas a la Seguridad Nacional, cuyas principales características son su interrelación y dinamismo. La principal actualización es la inclusión de las campañas de desinformación. Además, la tecnología y las estrategias híbridas son elementos transversales al conjunto de riesgos y amenazas a la Seguridad Nacional”.

Dice que: “En condiciones normales, la revisión de la Estrategia de Seguridad Nacional 2017 se hubiese llevado a cabo pasados cinco años. Sin embargo, el impacto de la pandemia de la Covid-19 y el incremento en el empleo de estrategias híbridas han aconsejado una revisión estratégica que permita enfrentar los riesgos y las amenazas en un renovado contexto de globalización”.

Sin nombrar expresamente a Rusia, hace una referencia a los ciberataques y campañas de desinformación: “Por otra parte, como muestra la realidad de los últimos años, el uso de estrategias híbridas por parte de actores estatales y no estatales como herramienta para presionar a los gobiernos democráticos es cada vez más frecuente”.

Analiza sus características y tipología: “Estas estrategias se caracterizan por la dificultad de atribuir su autoría y por emplear medios que pueden incluir, además de acciones convencionales, otras como campañas de desinformación, ciberataques, espionaje, subversión social, sabotaje, coacción económica o el uso asimétrico de medios militares”.

Conclusiones

“La Unión Europea debe seguir avanzando en el desarrollo de su Política Exterior y de Seguridad Común, en especial de su Política Común de Seguridad y Defensa, frente a desafíos derivados del empleo de estrategias híbridas y de posturas adversas de actores como Rusia y China o de fenómenos como el terrorismo, así como en la coordinación y cooperación con la OTAN y la ONU”.

“En el flanco oriental, la posición cada vez más asertiva de Rusia ha tensionado sus relaciones con la Unión Europea, que además ha constatado el desafío que suponen algunas de las acciones procedentes de ese país, tanto militares como híbridas”. Y añadía a continuación: “España seguirá apostando por mantener el diálogo con Rusia, a pesar de las dificultades”. ¿Qué pasará a partir de ahora?

“En este clima de creciente tensión internacional, donde determinados actores se rearman para fortalecer sus aspiraciones estratégicas, España requiere una capacidad de disuasión creíble y efectiva y una capacidad de defensa autónoma, frente a diferentes formas de agresión: desde las estrategias híbridas hasta el conflicto convencional”. ¿Estamos preparados para la nueva guerra híbrida?

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