OPINION

Amaia Romero y el olvidado valor que atesora el género del documental

Amaia Romero
Amaia Romero
EFE

"Hola @tinetr! Yo nunca he querido distanciarme de OT, actué tres veces en OT18 y visité la academia en las dos últimas ediciones. Os tengo mucho cariño. ¡Ojalá el 'docutriunfo' hubiera salido cuando tenía sentido!". Amaia Romero no tuitea casi nunca, pero esta semana ha lanzado esta directa a Tinet Rubira, productor de 'Operación Triunfo', tras asegurar este en una entrevista que el documental que se grabó en los meses posteriores al fin de 'OT 2017' no se va a ver nunca porque ya Amaia no quiere ceder sus derechos de imagen.

En su momento, la productora Gestmusic no logró vender a ninguna cadena el documental que produjo sobre Amaia, Alfred, Aitana y compañía tras su salida del talent show. Dos años después, parece que ya tampoco podrá venderlo al supuesto canal o plataforma que Rubira ha dicho tener, ni siquiera colgarlo en su canal de Youtube, como ha realizado con otros proyectos que se han quedado por el camino, como el docushow 'Burradas', de Àngel Llácer y sus entrevistados en burro.

Pero el 'tuit' de Amaia deja una coletilla final que es muy cuestionable e invita a la reflexión. "Ojalá que el docutriunfo hubiera salido cuando tenía sentido", remata. Pero... ¿cuándo un documental tiene sentido? ¿Caduca acaso un documental cuando precisamente su función es documentar una época o una realidad concreta y dejarla para la posteridad? Es por eso que, justamente, con el paso de los años, un documental suele tener incluso más sentido. Si no, por esta regla, todos los documentales del mundo serían inútiles: todos hablan del pasado. Inmediato o lejano. Pero pasado. Esa es, de hecho, su finalidad: documentar el pasado para aprender en el futuro.

De haberse estrenado cuando en teoría debía, en verano de 2018, el 'docutriunfo" se seguiría viendo actualmente, igual que se podría seguir viendo dentro de diez años. Y, tanto hoy como el futuro, se vería tal y como lo que es: el retrato y el reflejo de unos meses concretos, desde el final de 'OT 2017' hasta 'Eurovisión', en los que la vida de unos jóvenes cambió de pronto por participar en un programa, con la vorágine mediática que eso conllevó. Porque eso pretendía: retratar el fenómeno televisivo que rebrotó en 2017. Porque el valor del género documental está en eso, en documentar un personaje, una época o una realidad y dejar una huella en el tiempo, independientemente de lo que ocurra después.

Y, si está bien hecho y contado, el resultado del 'docutriunfo' era valioso en 2018, lo es ahora y lo será siempre. No hay un momento en el que tenga sentido o no, por más que sus protagonistas hayan cambiado y madurado dos años después. Lo interesante va a ser siempre contemplar cómo vivieron este cambio entonces, cuando todo les pilló inocentes y desprevenidos. Pero ahora Amaia no es tan inocente ni está tan desprevenida. Es normal, ha aprendido y evolucionado mucho, pero lo que sí carece de sentido es negar que aquella chica de 2018 también era ella.

Y todo es aún más llamativo porque la propia Amaia, en agosto de 2018, tuiteó a favor del documental: "Vengo a deciros que me han enseñado el documental de 'OT' y he llorado, es increíble", escribió. Ese comentario ha desaparecido de su perfil de Twitter... casualmente. Está en su derecho de borrarlo, claro. Incluso se puede cambiar de opinión. De hecho, es bueno hacerlo, avanzar, evolucionar.

Pero, probablemente, Amaia dentro de unos años se percatará de que el sentido de los documentales los da el tiempo, no cuando creen sus protagonistas que les vienen interesadamente bien. Porque si un documental se hace para venir bien exclusivamente a los protagonistas no es un documental, es sólo propaganda de márketing, como cierto otro "documental" que Amaia sí aprueba y que puede verse ahora mismo en Amazon Prime Video. Pero 'Una vuelta al sol', que así se titula, no es más que algo más parecido a un medido publirreportaje, como un extra que te viene con el CD de tu ídolo. 

Y el talento de Amaia no necesita esa prefabricación. Su autenticidad fue lo que nos cautivó, dentro y fuera de 'OT', y siempre será la mejor aliada de su brillante talento. Aunque crezca, aunque se haga mayor, aunque ya no se reconozca en la Amaia de hace dos años. A todos nos pasa cuando vemos fotos antiguas en Instagram.

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