OPINION

El desafío de la conciliación...¿Cuántas horas son reuniones o cafecitos improductivos?

El 94% de las amas de casa españolas cree que las empresas no apoyan la conciliación laboral, según un estudio
El 94% de las amas de casa españolas cree que las empresas no apoyan la conciliación laboral, según un estudio

En cualquier foro formal o informal en el que se pregunte por un reto de la sociedad actual surge sin duda la conciliación. Una democracia avanzada tiene en cuenta este aspecto porque el nivel de conciliación laboral, familiar y personal marca hoy el grado de bienestar de una sociedad.

Porque conciliación significa y materializa la idea de que el ocio es tan importante como el trabajo y que a más satisfacción fuera de las tareas productivas, más rentabilidad. Sin embargo, los usos y las costumbres se resisten, frenando con ello la productividad y el valor añadido global.

Hagámonos la pregunta ¿dónde está entonces la desconfianza hacia las políticas de conciliación? ¿Es una resistencia que será corregida con el tiempo? Lamentablemente, y no debemos obviarlo, existe un prejuicio según el cual el ocio es haraganería y la atención y la preocupación por la empresa está vinculada directamente con la presencia física, del mismo modo que hay una tendencia a considerar como un asunto trivial las responsabilidades de educación de los padres trabajadores para con los hijos. Y si ahí se fundamentan las bajas por maternidad o paternidad.

Aun hoy, aunque cada vez menos, hay mujeres y hombres que no se atreven a plantear la posibilidad de acogerse al plan de jornada reducida por temor a que su petición sea mal recibida; directivos que son recelosos de sugerir a sus compañeros cambiar la hora de una reunión para que no se alargue más allá de lo razonable; o profesionales que se sienten culpables si abandonan la oficina por haber terminado el trabajo antes del horario.

El 94% de las amas de casa españolas cree que las empresas no apoyan la conciliación laboral, según un estudio
   

Por eso son necesarios cambios que promuevan la conquista social de la conciliación. Nuevas leyes que reconozcan y defiendan de forma activa el derecho de los trabajadores y profesionales a una vida familiar, a la paternidad o a la maternidad, a horarios que permitan dedicarse a la lectura, a ir de compras, a pasear o a la simple holganza. Las empresas tienen que ofrecer un cuadro amplio de horarios flexibles para que el trabajo se alinee o coordine con la vida personal, hay que superar los modelos obsoletos de horarios rígidos, servidos en un centro de trabajo inapelable y con productividades tasadas a fuerza de disciplina. Habrá excepciones a tener en cuenta, pero es evidente que en casi todos los trabajos el modelo dominante es el de la flexibilidad de horarios y localizaciones; además la tecnología que permite el teletrabajo es la que justifica la conciliación y supera los prejuicios que se oponen a ella.

Estamos ante una revolución en materia de compaginación de vida personal y trabajo que debe pasar obligatoriamente por un mejor aprendizaje personal de la gestión del tiempo y por no confundir la presencia con la eficiencia.

Racionalización de los horarios, uno de los factores que más va a favorecer la conciliación es tener una buena organización: saber cuándo entras y cuándo sales, unido a un nuevo modelo social en el que haya un tiempo para trabajar y un tiempo para descansar.

Y es que en ese esquema los horarios ocupan una posición destacada, hasta el punto de que hay quien apunta ya a la posibilidad de crearlos a la carta. ¿Y por qué no? Se trata de coordinar los diferentes intereses en juego en vez de adaptarnos todos a un mismo modelo que genera tantas disfunciones.

Pero hay más mitos en España cuando hablamos de conciliación: a más horas en la oficina más productividad. Error. Somos el tercer país con menor productividad por hora trabajada. ¿Cuántas de esas horas responden a reuniones improductivas o cafecitos? Es un aspecto cultural y tenemos en nuestra mano el cambio de hábitos.

Está el debate abierto en todos los ámbitos, en el público y en el privado. Y cuando debates así se inician, no hay marcha atrás porque estamos ante nuevas conquistas en nuestro estado del bienestar y porque las nuevas generaciones, los milenials y los Z, que vienen pisando fuerte, no lo cuestionan. Ellos manejan esta cultura y vienen dispuestos a promover estos nuevos hábitos que serán buenos para todos. Fuera prejuicios y avancemos.

Mostrar comentarios