OPINION

El dildo de Braun o el fetichismo de la funcionalidad

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Hace un par de años, y para alegría de muchas féminas, la alemana Braun anunció el lanzamiento de un accesorio para acoplar al cepillo de dientes Braun Oral-B y convertirlo en un consolador en toda regla.

El tingletip, que así se llama, es un recambio parecido al cepillo pero que sustituye las duras cerdas por un suave recubrimiento de silicona, conformando un pequeño, potente y discreto estimulador de clítoris, desarrollado específicamente para las mujeres que tienen dificultades para alcanzar el orgasmo. Y para todas aquellas que quieran gritar de alegría, claro.

Otros vibradores adosados al cepillo de dientes están hechos de una sola pieza de plástico y apenas se mueven de lado a lado, siendo ineficaces o desagradables debido a la forma de la cabeza. En contraste, el cabezal tingletip y su movimiento "contra-rotación" ofrece "poca vibración en el centro del asunto y el máximo en los bordes, proporcionando un control total para el máximo placer", aseguran en su página web.

A su vez el tingletip es pequeño y discreto, ideal para viajar si necesidad de que nadie sepa que una va en compañía del placer. Considerando que algunos vibradores parecen instrumentos de tortura, el tingletip está diseñado simplemente para satisfacer privadamente dentro y fuera de la caja.

Pero aunque las críticas de las usuarias son del todo positivas, el tingletip tiene un soberano problema: se puede confundir con el cepillo de dientes Oral-B, con el consiguiente mal gusto para personas despistadas o usuarios ocasionales del cepillo en cuestión.

El diseñador Bastian Koch, recién graduado en la Escuela Internacional de Diseño de Colonia, tiene sin duda la solución para evitar usos indebidos y accidentales del vibrador dental: que Braun se atreva de una vez a fabricar un consolador de verdad y se deje de medias tintas.

Diseñado como parte de su tesis de final de carrera, el consolador que Bastian sueña para Braun es un modelo funcional y estético que vuelve a los orígenes de la marca alemana, uno de los iconos del electrodoméstico del siglo XX.

El aparato se presenta en una bonita caja de cristal, para honrar a una marca que durante tantos años ha sabido hacer feliz al ama de casa y porque Bastian piensa que no hace falta avergonzarse de algo tan gratificante como el auto-sexo.

Incluso para las más discretas, el diseñador ha pensado que esta mezcla de funcionalidad y fetichismo puede simular también un masajeador corporal de última generación y así jugar al despiste si alguien decide echar un vistazo al cajón de los cachivaches privados

Posibilidades de comercialización: 90%, porque no nos negarán que es mejor pasarse el vibrador por el cuello que metérselo en la boca, como el anterior concepto...

La web de Bastian y sus cosas

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