OPINION

El pijama de abrazos wifi

pijama1
pijama1

El pijama Huggy es una prenda de vestir/dormir destinada a promover la interacción física y la comunicación remota entre padres e hijos. Este sistema, desarrollado por el Laboratorio de Realidad Mixta de la Universidad Nacional de Singapur (NUS), permite a los padres dar abrazos a distancia, y a los niños recogerlos, a través de una interfaz que reproduce arrumacos a través de Internet.

El dispositivo de entrada es un pequeño muñeco que hay que abrazar con fuerza cuando se está en la distancia. Este peluche esconde un circuito de detección de presión capaz de medir con precisión el grado de fuerza humana producido.

Al estar el osito conectado a Internet, el pijama recibe la señal y la transforma en simulación háptica gracias a unas bolsas de aire incorporadas, unos elementos de calefacción y un sistema que cambia de color la tela.

Esta prenda es capaz de simular un abrazo, así como generar luz y temperatura para acompañar el achuchón, ya que la tela cambia de intensidad según la distancia de separación entre padres e hijos.

Cuando el niño recibe el abrazo del padre, éste también percibe la información del gustito del niño, mediante una pulsera neumática (como las de medir la tensión) que se infla en el brazo y se ilumina para cuadrar la reciprocidad del invento.

Mediante el pijama de la NUS, se reproduce la sensación de un abrazo de una manera más tranquila y relajada, al producirse a través del aire comprimido en lugar de mediante vibraciones u otros medios mecánicos. De hecho está dotado con ocho bolsas de aire para simular los diferentes abrazos y viene con un sistema de seguridad para no asfixiar al infante en un momento de extra-morriña.

Este sistema padre-niño, sin duda, bebe de las fuentes creativas que hicieron de la Hug Shirt uno de los inventos del año 2006, según la revista TIME. Aquella camiseta pensada para tórtolos separados reproducía también abrazos gracias a sensores que medían la fuerza del tacto, el calor de la piel y la tasa de latidos del corazón del remitente.

Lo hacía gracias a un accesorio Bluetooth para teléfonos móviles que era el que enviaba los datos del abrazo al teléfono de la pareja, para posteriormente transmitirlo a la camisa nueva.

En aquella ocasión no había osito que apretujar; había que abrazarse uno mismo para envíar la sensación, lo que puede hacer que a uno lo tomen por loco o por narcisista (o las dos cosas) si uno empieza a tocarse en público. La pinta de deportista olímpico que confería la prenda tampoco ayudó mucho a que se vendiera como rosquillas.

Nos quedamos, pues, con el concepto pijama padre-hijo, mucho más necesario psicológicamente en las edades tempranas que en los momentos donde las mariposas revolotean sin rumbo en el estómago.

Posibilidades de comercialización: 95%, si la camisa de mayores funcionó (algo), muy mal lo tiene que hacer el pijama para quedarse en el camino.

Fuente: NUS

Mostrar comentarios