OPINION

Del coronavirus del doctor Cavadas al ‘rectificavirus’ del doctor Sánchez

Pedro Sánchez visita las zonas afectadas por 'Gloria'
Pedro Sánchez visita las zonas afectadas por 'Gloria'
Moncloa

Todo es muy extraño. La actualidad que vivimos (y sufrimos) en estos tiempos convulsos es tan poco habitual que lo que vemos y oímos nos parece desconcertante. Tan insólito es todo que nos cuesta reconocer los hechos y, sobre todo, comprenderlos. Ya está aquí, por ejemplo, el temido Brexit. Llega con los recelos que toda separación trae consigo. Leemos y oímos declaraciones de todos los colores aunque seguimos sin entender las razones reales de este distanciamiento geopolítico de corte inglés pero con mucha trascendencia europea. Las decisiones políticas, a veces, afectan a todos pero solo benefician a unos pocos.

Y qué decir del “coronavirus” y toda su fanfarria infecciosa y endémica. En principio era algo que sonaba a chino, y por tanto a problema lejano. Pero desde que el doctor Cavadas -el de los transplantes milagrosos- se ha quitado la mascarilla y se ha puesto a hablar de la “otra” realidad china, nos ha entrado en el cuerpo el virus del miedo a la verdad. Dice Pedro Cavadas: “El coronavirus se contagia muy fácilmente y es muy agresivo. Y cuando en China, que no es el país más transparente del mundo -mis dos hijas son chinas y me puedo permitir hablar de ello-, aparentan transparencia desde el minuto uno a mi me da qué pensar, me preocupa. Reconocen un número de muertos y contagiados, pero no hace falta ser muy listo para pensar que hay como diez o cien veces más de lo que dicen. Esta epidemia no parece una broma, un truco para vender mascarillas, parece algo muy serio”.

Tiempos serios y extraños. Se desconfía de la aparente realidad y se desconfía de la autoridad. De lo que dicen y de lo que ocultan los “amos” del poder político. En España no hay afectados por el coronavirus -al menos por ahora-, pero el Gobierno de Sánchez sí está infectado -desde mucho antes de su nacimiento- por el virus de la poca transparencia, las contradicciones y las rectificaciones.

Primero llegaron las negociaciones nada transparentes entre PSOE, UP y ERC. Luego vino el contradictorio nombramiento de la Fiscal General, Dolores Delgado, que nadie es capaz de entender dentro de una lógica separación de poderes. Esta semana surgió el lío monumental del ministro Ábalos y su nocturno encuentro con la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, en Barajas. Cinco versiones distintas ha ofrecido el ministro en una semana, y este viernes aún seguían apareciendo nuevas informaciones. Todo tipo de contradicciones para 'aclarar' un hecho que nadie comprende. ¿Qué hay de cierto en todo este enredo con la líder venezolana? ¿Tienen algo que ver las excelentes relaciones de Podemos con Maduro? ¿Dará Ábalos las explicaciones verdaderas en sede parlamentaria? Otra de las características de este nuevo Gobierno es ignorar el derecho a la información que tienen los periodistas y la sociedad. Si esto lo hace un gobierno de derechas, se monta un gran escándalo y el plante de los medios.

Por si los problemas para el Gobierno fueran pocos, este jueves se montó un nuevo lío con ERC, que además de una rectificación fue un inmenso trágala. Sánchez quería aprovecharse del malestar y las luchas de poder entre Puigdemont y Junqueras para sacar su beneficio particular. Y ya que Torra anunciaba como vendetta un falso adelanto electoral, el Gobierno de Pedro Sánchez daba a conocer -unilateralmente, sin consultar con su socio de Lledoners- un aplazamiento de la mesa de negociaciones hasta después de las elecciones catalanas. Dicen que cuando el líder de ERC, ahora en prisión, se enteró de las intenciones de Sánchez soltó el mismo exabrupto que le espetó al periodista de 'El País' cuando este le preguntó en una entrevista si creía que habían engañado a los ciudadanos de Cataluña con la falsa independencia: "¡Y una mierda!".

Pues eso es lo que se tuvieron que comer en Moncloa tras la visita urgente de Gabriel Rufián para advertir que el futuro de los Presupuestos, que tanto ansía aprobar Sánchez, estaba en peligro si no había una rectificación de intenciones y de declaraciones. El presidente tuvo, una vez más, que rectificar, con todo su orgullo herido, que no es escaso, y admitir que donde dijo Diego quería decir hasta luego. Lo malo es que esta rectificación tiene muchas sombras. Sobre todo las que incluye la propia negociación con ERC, que no es que sea oscura, sino opaca. Existen dudas razonables para creer que Sánchez está mercadeando con los intereses nacionales, en lugar de dialogar, con la Constitución sobre la mesa, acerca del futuro de Cataluña.

Sabemos que el apoyo de Esquerra al Gobierno de Sánchez no es barato y lleva adosado el claro objetivo de la autodeterminación, pero ignoramos hasta dónde es capaz de llegar el presidente para mantenerse en el poder. ¿Habrá referéndum especial para Cataluña? ¿Habrá indulto o amnistía para los políticos catalanes presos? En sólo un par de semanas de gobierno socialista-comunista hemos sufrido demasiados conflictos políticos y demasiadas rectificaciones.

El actual líder del PSOE ha conseguido llegar al poder destrozando el valor de sus palabras, que pueden cambiar de significado en menos que canta un gallo. Lo saben incluso los que le defienden a capa y espada. Sin embargo, la esperanza de muchos españoles está en que Sánchez acabe engañando a los separatistas como engañó a todos los ciudadanos con las famosas declaraciones del “insomnio que provocaba Iglesias”, hechas antes del 10-N, y los actos totalmente opuestos a sus palabras que llevó acabo después de las elecciones. Más que una rectificación, un giro de 180 grados, fue una demolición de todos sus principios políticos y morales. Allí empezó el ‘rectificavirus’ de Sánchez, que sigue avanzando sin temor ni escrúpulos hacia una situación que nadie es capaz de presagiar.

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