En mi molesta opinión

El peligro de hacer el ridículo y que se note mucho

Sánchez y Bolaños
El peligro de hacer el ridículo y que se note mucho
Europa Press

Como decía el viejo president Josep Tarradellas: "En política se puede hacer todo, menos el ridículo". Pedro Sánchez y Félix Bolaños han cruzado este dos de mayo -fecha emblemática- la línea de lo grotesco, de lo peripatético si lo prefieren, y se han lanzado por la pendiente del trilerismo político para cambiar el estampado de las 'cortinas de humo' que olían demasiado a cartón piedra, y nos han dejado a todos con más dudas que certezas. Por decirlo suavemente, hay que ser muy chusco para presentarse en una rueda de prensa en la portavocía del Gobierno, en la que también acudía Isabel Rodríguez pero sólo en el papel de acompañante muda, y reconocer con cara de afligido que te han pinchado los teléfonos del móvil ni más ni menos que a la ministra de Defensa, Margarita Robles, responsable de la inteligencia nacional; y al mismísimo Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, irresponsable de que el país esté hecho unos zorros.

El problema de los espías no es de ahora, sino de hace un año, y el Gobierno no se ha enterado de este supuesto espionaje hasta hace dos días. Y lo que es mucho peor, los espiados agobiados lo reconocen sin rubor y sin tener aún una respuesta al problema, ni una solución, ni una explicación. ¿No sería más lógico buscar al culpable o responsables antes de denunciarlo sin tener una clara idea y poder aportar datos? Y si no puedes saber con certeza quién ha sido, porqué no haces lo mismo que han hecho los otros gobiernos cuando algún miembro del Ejecutivo ha sido espiado. El mismo Macron y el mismo Johnson tuvieron sus teléfonos pinchados, pero sus servicios de seguridad y su propio Gobierno reconocieron que se había intentando espiar la información de los presidentes, pero nunca admitieron que lo lograran para no ofrecer más información y no quedar ellos como incompetentes. ¿Y en España por qué no somos tan cautos y tan listos como nuestros vecinos, y preferimos dar pena en lugar de dar seguridad a la población? Pobre Sánchez, le han pinchado el teléfono con la de información confidencial que él tenía… esta actitud absurda y dudosa debilita a un presidente mucho más que lo habilita.

Los servicios de inteligencia españoles suelen ser más cautelosos a la hora de dar información que lo demostrado por Félix Bolaños, de ahí que haya un gran malestar en el CNI y no gusten esas explicaciones que parecen un argumentario trucado de disculpas del Gobierno para hacerse la víctima sufriente con los espiados independentistas del 'Catalangate'. Es absurdo ya que un espionaje no quita al otro, ni deja de señalar al Ejecutivo de Sánchez como promotor del Pegasus que ha controlado la información confidencial de los 60 separatistas. La puesta en escena de Sánchez y Bolaños con el truco de que a mí también me espiaron hace un año, resulta patética porque no aporta nada y debilita el control del Gobierno ante los sistemas de seguridad nacionales y del CNI. Si el Gobierno ha tardado un año en saber que era espiado mal vamos. Si los encargados de la labor no rastrean cada mes los móviles del presidente y los ministros, grave negligencia; y si son unos incompetentes por no detectar los servicios de contraespionaje, peor. Lo que no parece justo es que el presidente y el ministro se acaben pareciendo a Mortadelo y Filemón, y aquí no suceda nada, solo unos chascarrillos entre espías y pelillos a la mar.

Este pretendido victimismo apunta más a una gran cortina de humo que ha incendiado el propio Gobierno para distraernos de los múltiples fuegos y chapuzas ardientes que tienen montados desde Moncloa hace semanas. Por ejemplo: el mencionado 'Catalangate'; otro, la Comisión de Secretos Oficiales hasta ahora sólo apta para grandes partidos; el apoyo de Bildu como socio del Gobierno; la inflación que no cesa; la luz y la gasolina que tampoco descansan; los enfrentamientos en el propio Gobierno con sus aliados de Podemos, etc. Todo son duelos y quebrantos que agotan al más pintado. Y lo que es peor, te debilitan en las encuestas ante la opinión pública.

El problema de Pedro Sánchez es su nula credibilidad, principalmente, porque nunca ha sido transparente, ni claro, siempre ha jugado a los subterfugios y a esconder la realidad, y hacer movimientos políticos buscando una segunda intención, sin dar ni media explicación a sus virajes y cambios repentinos. Es el estilo inconfundible del que no tiene muchos escrúpulos a la hora de cambiar de criterio. Empezando por "no podría dormir tranquilo con Pablo Iglesias", siguiendo por el famoso "con Bildu no pactaremos nunca, se lo puedo decir cinco veces", o utilizando las navajas amenazantes de un pobre loco en la campaña electoral de Madrid para caldear el ambiente y beneficiar el victimismo. La lista de cambios repentinos es mucho más larga, pero no hay tiempo de explayarse.

De lo que sí hay tiempo es de insistir en que un Gobierno no puede funcionar como una ONG, ni lanzar mensajes alarmistas para tomar protagonismo y acaparar la información pero sin dar ni una respuesta. Según Bolaños se analizarán todos los móviles de los ministros, algo que parece que aún no ha empezado. ¿Estará también entre los elegidos el móvil de Pablo Iglesias? El propio ministro de la Presidencia ha clasificado estos hechos como muy graves con intrusiones "ilícitas y externas" que exigen aclarar totalmente lo sucedido, sin olvidar que el responsable de los errores y la falta de seguridad es el propio Gobierno y deberá responder por lo hechos. Veremos si esta vez contesta o nos vende a cambio otra cortina de humo.

Para terminar, la decisión de poner en la agenda política esta comprometida situación que tanto afecta a la nación, y con tanta desinformación turbia, puede a la postre perjudicar a Sánchez y a su Ejecutivo más que beneficiarle, que es lo que pretende. Todo depende de lo que los españoles perciban estos días, pero a estas horas estoy seguro de que la mayoría de ellos piensa que en Moncloa se han pegado un tiro en el pie… y que pueden acabar malheridos si siguen por ahí. 

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