En mi molesta opinión

Las comparaciones son odiosas pero necesarias

Sanchez y Biden en el G 20
Las comparaciones son odiosas pero necesarias.
Agencia EFE

Acabo de regresar de Roma, justo antes de que se celebra la cumbre del G-20, el pasado fin de semana. Mi cuerpo está ya en Madrid pero mi mente sigue vagando por Roma, por Campo dei Fiori, por Vía Corso, por Trastévere… Italia nunca defrauda y Roma mucho menos. Con el síndrome transalpino a flor de piel y los ‘cacio e pepe' a flor de estómago, me encuentro con la noticia de que Draghi nos ha dado el ‘sorpasso’: por primera vez desde 2011 la economía de Italia crece más que la de España. ¿Qué hemos hecho mal nosotros y que han hecho bien ellos? Traducido a la ruda realidad, aunque las comparaciones siempre sean odiosas: ¿Qué ha hecho mal Pedro Sánchez y qué ha hecho bien Mario Draghi?

Los datos son los que cantan y decantan: el crecimiento del PIB en Italia en el tercer trimestre es de 2,7%, en España del 2%, lo que supone para Draghi garantizarse una mejora anual por encima del 6%. Un crecimiento superior al de España tras el nuevo pinchazo en el tercer trimestre, que hace imposible cumplir la previsión del Gobierno de Sánchez para este año, situada en un 6,5%, y que la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, calificó en su momento de “absolutamente realista”, algo imposible de alcanzar ya que la economía española debería dispararse un 9% en el cuarto trimestre.

Las cosas suceden como respuesta a las circunstancias y a las decisiones que toman las personas. Draghi tiene un plan sólido, mientras que Sánchez tiene un plan no consensuado con los partidos de la oposición, y una serie de problemas que no acaba de resolver, empezando por la contrarreforma de la reforma laboral de la que nadie conoce la letra pequeña, es decir, nadie conoce aún los verdaderos cambios de la misma. Paradójicamente, el empleo es lo único que ha crecido algo en España, y ahora quieren reformarlo con la controvertida derogación de la actual Ley Laboral. Decíamos que Sánchez tenía problemas serios, y además uno gordo con Bruselas que es la que deberá aprobar esta nueva regulación -tiene que estar publicada en el BOE antes de final de año- para poder conceder el siguiente tramo de los fondos europeos.

Las palabras grandilocuentes es lo que mejor maneja este Ejecutivo. Luego estas se quedan en agua de borrajas. En abril de 2021 se aprobó el Plan de Recuperación diseñado por el Gobierno para la gestión y el desarrollo de los fondos europeos, que Sánchez definió como “el plan más ambicioso de la historia reciente de España”. Ayer, después de hablar el presidente durante el fin de semana de ajustes o retoques, se volvió a hablar de derogación de la reforma laboral de 2012. Muchos creen que este nuevo cambio es sólo un juego de palabras para complacer o engañar a Yolanda Díaz pero que a la hora de la verdad la contrarreforma no será tanta.

Veamos lo que hace y lo que dice Mario Draghi. En abril presentó en la Cámara de Diputados el Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia (PNRR) que hará crecer el PIB italiano 16 puntos en seis años, gracias a los 248.000 millones de euros que recibirán de Europa. Pero Draghi no se limitó a dar los fríos datos y objetivos del Plan, sino que realizó un llamamiento a la nación y a la unidad del país para superar esta grave crisis: “El trabajo de renovación fracasará, si en todas las categorías, en todos los centros, no se levantan hombres desinteresados dispuestos a trabajar y sacrificarse por el bien común”. Supo implicar a todo un pueblo y a todos los partidos políticos en la recuperación social y económica.

En las más de 300 páginas del proyecto no sólo están en juego las grandes reformas y transformaciones, sino que según Draghi también está en juego “la vida de los italianos, el destino del país y su propia credibilidad”. Palabras importantes y significativas que intentan reanimar un compromiso nacional, y que aquí en España no hemos oido nada parecido en los últimos años. Además, entre las 500 medidas concretas que el primer ministro italiano remitió a Bruselas se garantiza expresamente la intención de “reducir gradualmente la presión fiscal”. O sea, mejorar el país y sin subir impuestos.

Los jóvenes, los ancianos y las mujeres, se encuentran entre los más favorecidos y son los principales destinatarios de las medidas que se aprobarán en estos seis años. En el PNRR, señaló Draghi que está “la medida de cuál será el papel de Italia en la comunidad internacional, su credibilidad y reputación como fundador de la UE y protagonista del mundo occidental. No se trata solo de ingresos y bienestar, sino de valores y sentimientos cívicos que ningún número ni tabla puede representar jamás”. Quizá para implicar a toda una nación como hace Draghi primero hay que ganarse su confianza, como ha hecho Draghi. Es sólo una consideración, pero como suelen decir los italianos: “Se non è vero, è ben trovato”.

Cabe recordar que la pandemia afectó a Italia más que a España, pero la recuperación, como se ha visto en los últimos datos y en el “sorpasso”, está siendo mejor y mayor en el país transalpino. Insisto en que las comparaciones son odiosas, pero a veces es bueno fijarse en los demás para saber lo que uno debe hacer para recuperar el tiempo perdido y a un país hundido. Por último, permítanme recordar otra de las frases que pronunció Mario Draghi en la Cámara Italiana el día que presentó su Plan Nacional de Recuperación y que marcan una clara diferencia entre ambos líderes: “Estoy seguro de que lo haremos; podemos implementar este plan. Estoy seguro de que la honestidad, la inteligencia y el gusto por el futuro prevalecerán sobre la corrupción, la estupidez o los intereses creados. Esta certeza no es un optimismo imprudente, sino confianza en los italianos, en mi gente, en nuestra capacidad de trabajar juntos cuando la emergencia nos llama a la solidaridad y a la responsabilidad”. Nada me gustaría más que estas palabras fueran dirigidas a los españoles y las hubiera pronunciado Pedro Sánchez. 

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