En mi molesta opinión

Nunca falla, los políticos sectarios crean tiempos duros

Pedro Sánchez Pablo Iglesias presupuestos
Nunca falla, los políticos sectarios crean tiempos duros.
EFE

Hay una vieja frase de paternidad dudosa pero de contenido irrefutable que describe en buena medida el porqué de los tiempos que vivimos. Dice así: "Los tiempos duros crean hombres fuertes; los hombres fuertes crean buenos tiempos; los buenos tiempos crean hombres débiles; los hombres débiles crean tiempos duros". No hace falta estudiar en Harvard para darse cuenta de que hoy vivimos en medio de uno de esos tiempos malos que acaban convirtiéndose en duros, y no solo por causa y efecto del coronavirus, que ha sido la puntilla gótica para una sociedad floja y fofa. También toda esta sociedad que en los buenos tiempos pasados solo se ha visto motivada por el hedonismo y por la conquista material: tanto tienes, tanto vales, es responsable de dejar de lado las esencias del humanismo y de no saber fomentar seres humanos con firmes principios y capaces de no huir del esfuerzo y el sacrificio.

Si la sentencia del arranque de este artículo la aplicamos al mundo de la política, comprobaremos que los grandes líderes que surgieron en esos tiempos de dificultades pasadas -léase Transición- han ido transformándose y a la vez desapareciendo, y junto al bienestar que llegó con ellos se fue creando otra clase política más estratégica pero menos 'sabia' y menos buena en el sentido noble de la palabra. Es decir, una clase política aficionada a mirarse el ombligo y más preocupada por sus éxitos y bienestar personal que por el interés de las sociedades a las que, en teoría, sirve y representa. Que la vida es cíclica basta con sentarse a la puerta de casa para comprobarlo todas las primaveras. Pero los tiempos duros no dependen de los equinoccios ni los solsticios sino de los políticos que lideran las sociedades, y más cuando estas están tan politizadas, y su parte de sociedad civil queda aletargada por el excesivo poder político de los partidos que en teoría las representan.

Ayer martes, diez de noviembre, se celebró el primer aniversario de las elecciones que ganó Pedro Sánchez y que dieron paso a su pacto con la extrema izquierda de Unidas Podemos. Ha pasado ya un año, y aunque casi todo desde entonces ha estado marcado por la Covid-19, se intuye bastante bien por dónde van los 'tiros' de este nuevo Gobierno que nació semanas después con la etiqueta y la peculiaridad de ser el primero de coalición. Esta unión forzosa sigue funcionando por necesidad vital, el amor entre los socialistas sanchistas y los comunistas podemitas es imposible, pero se soportan y se toleran por un bien mayor: controlar el poder y mantenerse ellos en el poder.

Estos tiempos duros que vivimos no son patrimonio y responsabilidad exclusiva del Ejecutivo actual, aunque ellos bien pueden minimizarlos o acrecentarlos; ya en su momento Mariano Rajoy no hizo casi nada por activar una serie de reformas y mejoras sociales pendientes que bien pudieron llevar a España a una situación menos dramática y menos dependiente que la actual. Muchos creen que se han dilapidado estos últimos quince años dejando que todo fuera a peor sin tomar medidas decisivas y que ahora se ven como imprescindibles, aunque ahora tampoco nadie se atreve a afrontarlas.

Los tiempos duros que se han acelerado con el coronavirus traen de lleno y sin duda alguna mucho vértigo social y mucho dolor económico, sin olvidar la desgracia sanitaria que no cesa; pero está por ver, aunque casi nadie dé un euro por ello, si este Gobierno autodefinido de "muy progresista" es capaz de enderezar la situación y hacer que ese futuro que todos tememos sea menos negro de lo que predicen los indicadores internacionales y nacionales, incluido el presidente del Banco de España, Pablo Hernández de Cos. Repitámoslo aunque se haya dicho hasta la saciedad, incluso por los propios afectados, tenemos los peores políticos para hacer frente al peor momento de nuestra vida en lo que va de siglo XXI.

A pesar de ello, una parte de la izquierda -incluida la izquierda mediática- se muestra feliz por el balance de este primer año. Olvidando quizá demasiadas cosas que han sucedido, entre ellas lo más grave y más atribuible al Gobierno de Sánchez e Iglesias: no saber liderar ni unir un país -polarizándolo- en una situación tan dramática como la actual, y haber convertido a España en el país más perjudicado por el coronavirus, sanitaria y económicamente, de toda Europa.

La Covid-19 no es responsabilidad del Gobierno actual, evidentemente, pero la manera de gestionar esta pandemia y los múltiples problemas sociales creados por la 'estrategia Frankenstein' propiciada por Sánchez, Redondo e Iglesias -renovación partidista del CGPJ, estado de alarma sin control parlamentario, el castellano aniquilado en las escuelas catalanas, cambio de sexo a los 16 años sin control paterno, ley Celaá de destrucción de la educación, intento de control político de los medios, y un largo etcétera.- sí son responsabilidad de unos políticos que solo se preocupan de conservar el cargo -a toda costa y a cualquier precio político- pero no les preocupa tanto la supervivencia económica ni sanitaria de los españoles. Estos políticos 'ciegos' de sectarismo solo saben crear negros futuros llenos de fanatismo. Pero tranquilos, solo quedan tres años más de Gobierno de coalición.

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