En mi molesta opinión

Rafa Nadal, ¿un mal ejemplo para los jóvenes?

Rafael Nadal
Rafael Nadal
DPA vía Europa Press

Vivimos tiempos en los que sólo Rafael Nadal concita cierta felicidad humana y cierto orgullo patrio, al menos a los que no tienen ningún prejuicio en sacar a relucir la patria, o en su defecto la “matria" como pidió Yolanda Díaz en un arrebato de igualdad y creatividad. Seguramente que en esta España de charanga y pandereta también habrá unos cuantos ciudadanos que incluso estén dispuestos a cuestionar o criticar el esfuerzo y los triunfos de Nadal porque son una clara evidencia de lo que se llama la meritocracia -el ejercicio de los mejores-, algo mal visto por este Gobierno de izquierda que presume de no suspender a los alumnos para que estos no se frustren y puedan pasar de curso y luego irse de vacaciones con sus amigos, que eso también es cultura. No sea que deban estudiar un poco más, aprender algo nuevo y se mareen por una excesiva dosis de sabiduría.

Según el estándar académico español, lo de Rafa Nadal es un ejemplo de excesivo esfuerzo, excesivo trabajo, excesiva disciplina para promocionar el sacrificio y el conocimiento de unos niños que ya están muy ajetreados con las redes sociales. Esa actitud, además, perpetúa la diferencia “fascista" entre la promoción y la lucha académica por un objetivo, y el dulce no hacer nada de la vagancia, y los divide entre cultos e ignorantes. Esa también es una desigualdad que hay que erradicar, principalmente el Ministerio de Igualdad de Irene Montero que intenta equiparar a todos los niños, niñas y “niñes" del mundo para que sean algo más tontos y menos inteligentes, y no puedan ofenderse, al menos por culpa de la obligación de adquirir unos datos que al final serán útiles y necesarios. Los que quieran estudiar que lo hagan a escondidas y sin molestar ni hacer ruido.

En definitiva, hay que convertir la educación en claro ejemplo de una juventud que va a clase no para aprender sino para emocionarse o empatizar con colegas y profesores, y estudiar matemáticas con perspectiva de género. Aristóteles, ese filósofo machista, según los libros de texto bendecidos por el Ejecutivo del PSOE y de UP, no admite que la felicidad dependa de la fortuna: “No es en la fortuna donde se encuentra la felicidad, sino que son los actos de la virtud aquellos que deciden soberanamente la felicidad”. Cuidado con lo que piensas, querido estudiante, porque puedes acabar descubriendo que la inteligencia y el conocimiento son más útiles de lo que pensabas y puedes acabar indagando qué es eso de la satisfacción personal y el esfuerzo.

De tarde en tarde, aparece en medios de comunicación alguna noticia de alguna madre o profesor desorientado que en un alarde de simpatía por sus hijos o sus alumnos deciden aparcar los valores de la pedagogía y elevar a la categoría de símbolos el sin esfuerzo académico, o el 'low cost' del sacrificio, o la falta de querer ser un poco mejores, y aplauden en sus artículos que los jóvenes no trabajen demasiado o no quieran ser los más capacitados, o los mejor preparados, que eso son cosas de gente empollona y frustrada por el exceso de trabajo. Sirva de ejemplo, la madre que defiende orgullosa que su hija quiera ser segundo violín: "No primero ni solista, ella lo que quiere es tocar tranquila en un segundo plano, porque eso la hace feliz”, comenta doña Carolina, que así se llama la madre.

Cuidado con lo que piensas, querido estudiante, porque puedes acabar descubriendo que la inteligencia y el conocimiento son más útiles de lo que pensabas

Imaginemos por unos segundos que Rafa Nadal quisiera ser subcampeón en lugar de campeón; ¿porque sudar tanto, porque sacrificar más horas de entrenamiento para poder ganar?; el segundo también existe y también cobra un buen pellizco de dinero y se lleva algunos buenos honores e incluso le dejan hablar como ilustre perdedor de la final, qué más se puede pedir. Tan absurdo es que Nadal no luche por ganar el Roland Garros como hundirte en la miseria si juegas honestamente y con todo esfuerzo y no lo consigues. La victoria es la meta pero no el único objetivo. Competir en buena lid siempre es sano aunque no se llegue el primero, ni el segundo, ni el tercero… si cada uno pone realmente sus ganas de mejorar y su mérito tendrá ya de por sí su mayor y mejor victoria.

Hace unos meses Toni Nadal, tío y exentrenador de Rafa, escribió un artículo muy distinto al antes mencionado, en el que se preguntaba cuál era la motivación de su sobrino y “si con el modelo actual estamos formando correctamente a nuestros jóvenes y si les ayudamos a afrontar con garantías su futuro”. Y hablaba de que hemos llegado desde hace una década a un proceso de declive que se ha agudizado con el mundo tecnológico actual y “con el empeño que en ello ponen ciertos dirigentes necesitados del favor popular y de pensar que están contribuyendo a crear un mundo ideal (…) y así hemos logrado desdeñar todo lo que exige esfuerzo o nos incomoda mínimamente”.

Rafa Nadal aunque parezca una montaña imposible de escalar, es sólo un camino firme y seguro para garantizar y alcanzar el éxito

Toni Nadal tiene claro que Rafa se preparó durante muchos años, prácticamente toda su vida, para afrontar la dificultad: “Mí sobrino tenía la obligación, inculcada por mí y asumida por él después, de no quejarse, de entrar en la pista con buen ánimo, de aceptar que las cosas no salen bien de inmediato y de asumir la dificultad tanto física como mental. El creció escuchando toda una serie de frases: Hacer todo lo que te toca no nos garantiza el éxito; no hacerlo, casi seguro nos garantiza el fracaso”. Otro gran consejo que se convirtió en todo un 'leit motiv' para su aprendizaje fue el de: “Es muy difícil dominar la pelota si tú no eres capaz de dominar tu voluntad”.

Más allá del sacrificio y los grandes esfuerzos de Rafael Nadal, está claro que el de Manacor tiene algo especial, una disciplina y un talento inusual y una habilidad innata que la mayoría de jugadores no posee; pero él ha sabido cultivarla día a día, éxito a éxito, sin rendirse, con dolor o con sudor, con espíritu de lucha y con fe inquebrantable en la victoria, y todo ello le ha llevado a lo más alto, como dice su tío Toni, a ser una leyenda junto a unos cuantos mitos como Björn Borg, Wilander, Steffi Graf, Federer, etc., seres que han creído en una pasión y se han entregado a ella.

Ojalá la mayoría de los jóvenes españoles descubrieran también su pasión, sea en el tenis o más allá de la red, en el cine, en la cocina, o donde sea; pero siempre con el objetivo de intentarlo y de poner toda la lucha “en el asador”. Rafa Nadal aunque parezca una montaña imposible de escalar, es sólo un camino firme y seguro para garantizar y alcanzar el éxito de cualquier niño o niña que sueñe con ser un poco especial.

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