¿Lección de historia?: Del "Maura NO" al "Rajoy NO"

  • En el final de la Restauración que trajo la Dictadura de Primo de Rivera (1923) se observan algunas características que invitan a la reflexión.

    La pregunta es: ¿Estamos ante una situación límite como la de los años veinte del siglo XX? ¿Estamos ante el final del régimen instaurado en la Transición?

J. R. Pin Arboledas

En el final de la Restauración que trajo la Dictadura de Primo de Rivera (1923) se observan algunas características que invitan a la reflexión. La opinión pública española de esa época no confiaba en los políticos del régimen, que se desacreditaron. Las organizaciones extrarégimen, lideradas por anarquistas, se mostraban muy activas capitalizando las consecuencias de una crisis económica. Crisis antecedida por un crecimiento de la riqueza derivado de la neutralidad en la Primera Guerra Mundial. Se acentuaron las tensiones separatistas, entonces más bien autonomistas pero con tendencia a radicalizarse. Tres notas que coinciden con las de la situación actual.

Otras circunstancias distinguen claramente aquella época histórica de la que vivimos. Una: la guerra de África que castigaba tanto el honor patrio como el presupuesto y la importancia del ejército en la vida española; hora España no tiene aventuras coloniales, el ejército está profesionalizado y pertenece a la UE. Otra: el nivel económico y cultural del país, claramente diferente y muy superior en estos momentos. Además, las leyes electorales son distintas, el caciquismo territorial de entonces ha sido sustituido por el poder del aparato de los partidos de ahora. Dos formas de concentración de las decisiones con consecuencias distintas. En la primera los políticos se perpetúan por el dominio de sus territorios electorales; en la segunda por el poder generado en la confección centralizada de las listas electorales. También varía el papel de la Corona que en la Restauración decidía el encargo de Gobierno, mientras ahora sólo propone el candidato, que las elecciones y luego el Congreso eligen.

La pregunta es: ¿Estamos ante una situación límite como la de los años veinte del siglo XX? ¿Estamos ante el final del régimen instaurado en la Transición? ¿Las similitudes pueden más que las diferencias para llegar a finales similares o no? 

Si hay algo que no se puede trasladar directamente es la sucesión de acontecimientos políticos. No hay un automatismo histórico. Principalmente porque son las decisiones de cada persona las que acaban conformando la realidad.

En los antecedentes del proceso de destrucción del régimen de la Restauración monárquica alfonsina se encuentra el grito de: "Maura NO". Todos los políticos contrarios a éste líder conservador y, a la vez, reformador, decidieron aislarlo. Acabaron con ello con la única persona capaz de sustituir con gestión eficaz al asesinado Cánovas del Castillo, verdadero sustento del régimen desde el siglo XIX. Alfonso XIII recurrió a su figura años después, cerca del final del Régimen, pero ya era tarde; el mismo Maura se lo diría al monarca porque su ausencia había dividido al partido conservador en partidas faltas de un liderazgo fuerte.

El empeño en aislar a quién ha demostrado capacidad de gestión aún a costa de enajenarse a los demás partidos, el veto a Mariano Rajoy, puede ser un dato a tener en cuenta por su similitud con él Maura NO. Si los demás líderes se empeñan en crear el cordón sanitario al PP la inoperancia del sistema está servida.

Afortunadamente Albert Rivera parece haber sido consciente del riesgo de "Rajoy NO". Pero Pedro Sánchez y su equipo no calibra bien las posibles consecuencias de su negativa a la investidura del ganador del 26J. Si no hay Gobierno estable y las terceras elecciones dan otro Congreso ingobernable, como dicen las encuestas, el deterioro del sistema ante la opinión pública seguirá. Esta es la responsabilidad de los actuales políticos.

Las dos situaciones históricas son diferentes pero tienen similitudes. En la Restauración los líderes incapaces acabaron con el sistema político y, de paso, con ellos mismos ¿Serán conscientes los líderes constitucionalistas de lo que se juegan? Rajoy y Rivera parecen haberlo comprendido ¿y Sánchez?

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