Cuaderno de venta

'In Liz We Trust' y el principio del fin de la guerra en Ucrania

London (United Kingdom), 06/09/2022.- Britain's new Prime Minister Liz Truss arrives at Downing Street, in London, Britain 06 September 2022. Truss has taken over as Prime Minister after travelling to Balmoral to see Queen Elizabeth II where she was invited to form a new government. (Reino Unido, Londres) EFE/EPA/STUART BROCK
Liz Truss, nueva primera ministra británica.
EFE/EPA/STUART BROCK

El radicalismo de converso viene a describir a aquel que cambia de postura, opinión y bandera pero se ve obligado a demostrar el mayor de los fervores para eliminar cualquier duda ante los demás. Algo así le ha pasado a Liz Truss con el asunto que envenena la política británica en los últimos años: las relaciones con Europa. La nueva primera ministra es conocida por haber sudado la camiseta del 'Remain' (permanencia en la UE) con David Cameron para, inmediatamente después del fatídico referéndum de 2016, enfundarse la del 'Brexit' ya en los gobiernos conservadores de Theresa May y Boris Johnson. A Truss se le atribuye el perfil pragmático de quien no lucha una batalla cuando la guerra ya se perdió. Su llegada a Downing Street puede ser, precisamente por lo anterior, un catalizador del reencuentro europeo ante los desafíos geopolíticos, energéticos y económicos en curso.

¿Por qué en Londres se puede iniciar ahora el principio del fin de la guerra de Rusia en Ucrania? Son dos asuntos que poco tienen que ver entre sí, pero cambiarán las reglas del juego. Primero, la cizaña de la desconexión con Europa que sembraron oscuros dirigentes como Boris Johnson está perdiendo cada vez más adeptos y votantes ante las desventajas evidentes de aislarse y empequeñecerse en pleno cambio del orden mundial. El club de Bruselas restaba soberanía a los británicos pero potenciaba su peso en la escena internacional. La amenaza de Vladimir Putin ha conseguido lo que parecía imposible: una perfecta alineación de intereses entre el país ex de la UE y sus antiguos socios. En segundo lugar, la nueva política energética en relación al gas natural a ambos lados del Canal de la Mancha. Eclipsadas por el fallecimiento de la Reina Isabel II y el ascenso al trono de Carlos III, entre las primeras medidas de Truss en la jefatura del gobierno británico aparece una que marca claramente el regreso de Reino Unido a la producción de gas.

Junto a Noruega, su vecino del Mar del Norte, las islas británicas cuentan con una de las mayores capacidades de producción de hidrocarburos en el Viejo Continente. Pese a la oposición mayoritaria en la sociedad a las energías fósiles, Truss ha decidido relanzar la industria de gas y petróleo con el levantamiento del veto al ‘fracking’ a corto plazo para reducir la dependencia actual del país, recortar su déficit energético al producirlo localmente y, de paso, lanzar el mensaje a Rusia de que ha perdido un cliente a largo plazo a la vez que surge un competidor. Porque uno de los objetivos de la nueva primera ministra es convertir a Reino Unido en exportador energético tanto de gas como de electricidad. La apuesta masiva por la energía eólica marina (offshore) da buena muestra de ello. Más allá de las sanciones económicas, la política más disuasoria que puede ejercer ahora mismo Europa frente al chantaje de Rusia es la bandera de la autosuficiencia energética. Ni Putin quiere perder a su mejor cliente.

Ni el freno al Brexit ni la reconversión de la escena de la energía van a ser logros de corto plazo, pero es probable que fuercen al Kremlin a retroceder tanto como lo están haciendo estas últimas horas en el plano militar frente a la contraofensiva de Ucrania. La guerra e invasión que inició el pasado 24 de febrero no puede acabar bien para Putin porque su agresión sin precedentes está provocando el efecto contrario que buscaba en la Europa del Este y todos los países satélite de la antigua URSS. Del miedo y terror a la resistencia y sublevación hay una travesía que gran parte de las sociedades europeas están cruzando a la fuerza por la crisis desatada en este 2022. 

La tensión prebélica entre Grecia y Turquía de los últimos días es otra señal de que los aliados de Rusia también sufrirán las consecuencias de ese alineamiento exterior. El Gobierno de Recep T. Erdogan lo es aunque parezca escenificar un rol neutral como aliado de Ucrania. Francia ha salido como un resorte a respaldar al Gobierno de Atenas ante las amenazas turcas y eso obligará a hacerlo al resto de la UE, si bien es cierto que abre una difícil situación en el seno de la OTAN a la que pertenecen todos los implicados. Será la primera piedra de toque para el nuevo gobierno británico de Truss, cuyo respaldo a nivel interno dependerá en estos primeros meses de gobernanza de los pasos que dé en política exterior. 

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