OPINION

"Ugly Dance"; danzad, danzad mal-ditos

UGLYDEF
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Hace una semana se celebró en Alemania el II Campeonato del Mundo de “baile feo” (Ugly Dance Word Cup), un certamen que busca la esencia oculta del baile: no saber bailar o hacerlo rematadamente mal. Los participantes en este campeonato no sólo deben moverse de la peor forma posible, sino también lucir un vestuario acorde con lo extraño de sus pasos.

Los nuevos campeones del mundo de “ugly dance”, un formato que promete convertirse en fiebre rápidamente, son cuatro estudiantes de secundaria alemanes que giran bajo el nombre de Die Dezentiner; los chicos se metieron a los jueces en el bolsillo con su “épica fealdad y el aspecto horrible de sus movimientos”.

El concurso fue creado en 2009 como plataforma de difusión para "estilos de baile alternativos" que no encuentran un sitio en las discotecas o en los programas de televisión. Los criterios de selección incluyen "fealdad excepcional, creatividad, singularidad, muchos movimientos invisibles y diversión", según la página web oficial, que ya recoge inscripciones para la tercera edición de este campeonato del mundo.

Cuando se les pregunta a los creadores del certamen por la razón de su organización, que ha recibido equipos de sitios tan dispares como Francia o Afganistán, no pueden ser más claros a la hora de plantar la semilla de sus reivindicaciones:

Durante décadas hemos bailamos feo con gusto y hemos encontrado que no estamos solos con esta pasión. En todo el mundo hay partidarios de esta corriente, un movimiento clandestino que lucha por salir. Hemos reconocido esta tendencia y decidido plantar guerra en los salones de baile. El mundo está preparado para este campeonato.

Un concepto nada sosegado

Aunque el campeonato mundial está abierto a todas las edades y tallas de pantalón, el año pasado The Lowry Centre Art Gallery, uno de los centros escénicos más importantes de Inglaterra, creó un concurso específicamente dirigido a seniors, a aquellos padres que se convierten en la vergüenza de sus hijos al lanzarse al baile desaforado en eventos sociales.

El centro instó a las familias a enviar clips de vídeo en su búsqueda “del padre bailarín más vergonzoso”. Se admitían secuencias de los padres bailando en bodas, cumpleaños o solos en la intimidad de su habitación. Según la dirección de The Lowry, lanzaron el concurso “porque nosotros mismos somos padres arquetípicos que bailamos fatal, sobre todo cuando nuestros hijos nos piden constantemente bailar al ritmo de Britney Spears. Es vergonzoso, pero tremendamente divertido”.

Los 10 peores delincuentes de la armonía fueron invitados a mostrar sus movimientos en una exposición organizada por las galerías en septiembre pasado, en un acto para estimular el baile de los cabezas de familia, para que perdieran el miedo a exponer en público sus habilidades más bailongas.

¿Por qué no puede ser lindo un baile feo?

El misterio de cómo un buen baile atrae a nuestros semejantes fue desentrañado el verano pasado gracias a un equipo de psicólogos, que utilizaron secuencias de vídeo de hombres bailando (los hombres bailamos peor, así es) para demostrar nuestras principales cadencias a la hora de danzar. Este material ayudó a identificar los movimientos críticos que separan a los buenos bailarines de los malos.

La mayoría de los hombres que bailan mal lo hicieron con movimientos muy repetitivos, con meneos que utilizan sus brazos y piernas pero no el resto de las partes del cuerpo, como el cuello o el torso. "Es raro que alguien se describa como un buen bailarín si lo único que hace es agitar sus brazos y piernas, pero no mucho más" afirma Nick Neave, el psicólogo de la Universidad de Northumbria que dirigió el estudio.

Neave reclutó a 19 voluntarios varones de edades comprendidas entre 18 y 35 años y les pidió bailar siguiendo el ritmo de una batería, todo delante de una cámara de vídeo y durante 30 segundos. Además adosaron a sus ropas 38 reflectores infrarrojos para realizar un seguimiento del ritmo de cada parte de su cuerpo.

Los investigadores utilizaron un software para transferir la rutina de cada baile a un avatar en 3D sin rasgos, para asegurarse que los jueces clasificaran a los bailarines de acuerdo a sus movimientos y no su altura, peso u otras características físicas. El equipo de jueces estaba formado por una representación de nuestras némesis en el asunto del bailoteo: 37 mujeres, también de 18 a 35, que vieron al avatar de cada hombre realizar 15 segundos de cada rutina, para después clasificarlos en una escala del uno al siete, donde uno era el “muy malo bailando” y el siete “experto danzarín”.

La cabeza, el cuello y la parte superior del cuerpo aparecieron como las características claves que son importantes para bailar bien, algo que sorprendió a los psicólogos, que pensaban que el quid de la cuestión estaba de cintura para abajo, principalmente en las piernas y las caderas. “Cuando ves a los bailarines brillantes, puedes encontrar que su torso, cabeza y cuello están moviéndose también al ritmo de la música; eso es lo que diferencia a un buen bailarín de uno malo” concluyó el psicólogo Nick Neave, cuyo estudio se publicó en la revista Biology Letters de octubre.

Así pues es bailar mal:

y así, hacerlo como los ángeles...

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