LA SOMBRA DE JÚPITER PROVOCA LA DESAPARICIÓN DE LA ATMÓSFERA DE SU SATÉLITE ÍO

Un grupo de investigadores, con la participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha observado que la atmósfera del satélite Ío desaparece durante dos horas al día cuando permanece a oscuras por la sombra de Júpiter, un fenómeno único en nuestro Sistema Solar que se ha dado a conocer este martes.
Los investigadores afirman en una nota que Ío tarda 1,7 días terrestres en completar una vuelta en torno a Júpiter y cada día la sombra de este planeta se cierne sobre su satélite en un eclipse que dura unas dos horas, lo que produce un brusco cambio de temperatura. En ese momento, la atmósfera de Io desaparece con la oscuridad y se recupera al recibir la luz solar.
Miguel Ángel López Valverde, investigador del CSIC en el Instituto de Astrofísica de Andalucía, explicó que “la variabilidad de la tenue atmósfera de Ío ya era conocida, y no sabíamos si se debía a la actividad volcánica (es el objeto con los volcanes más activos de todo el Sistema Solar) o a un equilibrio térmico con la superficie, es decir, a un intercambio de gas con la superficie”.
Los datos obtenidos con el telescopio Gemini, de ocho metros de diámetro, han permitido monitorizar un eclipse en este satélite por primera vez. Cada día, y durante dos horas, la sombra de Júpiter cubre la pequeña luna y su temperatura cae de los -148°C a los -168°C. Con este descenso, el dióxido de azufre que forma la atmósfera se congela y se deposita sobre la superficie, para rellenarla cuando sale del eclipse y la luz del Sol calienta los hielos.
"Hemos comprobado que se pierde el 80% de la atmósfera hasta que el satélite sale del eclipse. Esto ha sido toda una sorpresa, porque nunca habíamos observado un colapso atmosférico de estas características”, añadió López Valverde.
“Además, nos ha permitido zanjar el viejo problema: la atmósfera no está directamente formada por gases volcánicos, sino por la sublimación de los hielos en superficie. El ciclo puede ser bastante repetitivo, alterado por aportes de los volcanes, que no son del todo despreciables", concluyó.
Ío tiene un tamaño similar al de la Luna y es uno de los cuatro grandes satélites de Júpiter. Las interacciones gravitatorias entre ellos fuerzan las órbitas hacia una geometría elíptica, de modo que las distancias con respecto a Júpiter se vuelven variables y se generan distorsiones, similares a las mareas que provoca la Luna sobre los océanos terrestres. Estas fricciones desencadenan una fuerte actividad volcánica en Ío, cuya superficie se rejuvenece con las erupciones, que producen corrientes de lava de cientos de kilómetros y columnas de dióxido de azufre que se elevan hasta 400 kilómetros.

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